InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Actualidad

12.06.16

La mujer del cura quiere ser cura

Se llama Cristina, se apellida Moreira, y se ha convertido en la primera mujer católica española excomulgada por razones doctrinales en mucho tiempo. El motivo de la posible excomunión es simple. Se puede consultar en este documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe:

Decreto general relativo al delito de atentada ordenación sagrada de una mujer

La relación de doña Cristina con el sacramento del orden sacerdotal es, como mínimo, complicada. Y viene de atrás. Está casada por lo civil desde hace años con Victorino Pérez Prieto, sacerdote de la diócesis de Mondoñédo-Ferrol. Hasta donde yo sé, y aunque está suspendido, el proceso canónico para su secularización no se ha cerrado, lo cual es ciertamente peculiar. Obviamente no puede celebrar Misa. Hay quien aseguró que lo hacía aunque él lo negó.

No es este el lugar para contar algunos detalles de las relaciones entre la señora Moreira y el señor Pérez Prieto, pero créanme que la historia da para hacer un buen guión de cine, con víctimas colaterales de por medio.

En realidad doña Cristina tiene en común con don Victorino su alejamiento de la fe católica. Pérez Prieto fue una figura del progresismo eclesial en Galicia. No llegaba a la altura y notoriedad heterodoxa de un Torres Queiruga, pero, como se suele decir, “tenía un nombre". Digo que fue, y no es, porque me aseguran que ya no le quieren ni los que eran compañeros de desidencia eclesial. Eso no es óbice para que una universidad franciscana colombiana, la de San Buenaventura, le tenga contratado. Le presentan como “Especialista en misterio de Dios, diálogo interreligioso y ecoteología". Sí, han leído ustedes bien: ecoteología. Ahí queda eso. Pero la culpa no es suya, señores. La culpa es de la orden religiosa que decide tenerle entre sus formadores. Saben perfectamente quién es. Y también con quién está casado.

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3.06.16

El protestante auténtico rechaza la Conmemoración conjunta de la Reforma

Durante ocho años y medio de mi vida fui protestante evangélico. Por tanto conozco bastante bien cómo piensan buena parte de ellos. 

Dentro del protestantismo evangélico existen diversas actitudes hacia el catolicismo. Un sector muy amplio considera que es casi imposible ser católico sincero y a la vez cristiano. Otro sector, quizás el mayoritario, cree que aunque el catolicismo se alejó del cristianismo bíblico, hay católicos verdaderamente cristianos, que si fueran iluminados por la verdad -la de los principios protestantes, obviamente-, abandonarían la Iglesia Católica. Esos dos sectores tienen algo en común: piensan que el ecumenismo entre protestantes y católicos es una gran farsa, una herejía, incluso un signo de apostasía. Y luego hay otro sector, minoritario, que cree que hay un espacio de comunión entre protestantes y católicos. 

Aparte del protestantismo evangélico, existe un protestantismo liberal, que niega la inerrancia de la Escritura, que acepta prácticamente todos los valores de la sociedad occidental de principios de tercer milenio. A saber, aborto, eutanasia, “matrimonio” homosexual, adulterio masivo, etc. En mi opinión el protestantismo liberal no merece el nombre de protestantismo y ni siquiera el nombre de cristiano. No albergo la menor duda de que Lutero, Calvino, Zwinglio, Wesley, etc, echarían a patadas -sí, a patadas- de sus congregaciones a los protestantes liberales.

Y no soy yo el único que piensa así. El presidente de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española, José Hutler, habla por boca de la gran mayoría de los protestantes españoles cuando asegura que las iglesias luteranas de Europa se han alegado totalmente de Martín Lutero

D. José también dice algo que es mero sentido común. Dado que los protestantes auténticos no han abandonado los principios de la “Reforma” y la Iglesia Católica sigue manteniendo oficialmente todas y cada una de las doctrinas que los protestantes rechazan, no parece que tenga el menor sentido una conmemoración conjunta como la que tiene previsto celebrase en Suecia con la asistencia del papa Francisco.

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22.05.16

El posible regreso de los lefebvrianos por la puerta grande

Cuando el 22 de enero del 2009, Benedicto XVI decidió levantar la excomunión a los obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, se dio el primer paso para el retorno del lefebvrismo a la plena comunión con la Santa Sede. Desgraciadamente, Mons. Williamson, uno de los cuatro obispos que fueron objeto de esa medida de gracia del pontífice alemán, no solo no forma parte ya de la FSSPX sino que anda ordenando obispos por ahí, lo cual implica que vuelve a estar excomulgado. 

A pesar del levantamiento de la excomunión, la situación canónica de los ministros ordenados de la FSSPX sigue siendo irregular. Ya en el 2009 empezaron los contactos para solucionar esa situación, pero parece que es ahora, en pleno pontificado de Francisco, cuando se puede encontrar la salida que permita al lefebvrismo insertarse de pleno derecho en el seno del catolicismo post-conciliar.

A ello está ayudando el hecho de que el papa Francisco, siendo cardenal y arzobispo de Buenos Aires ya mantuvo una actitud conciliadora con el lefbvrismo en Argentina. El Santo Padre y Mons. Bernard Fellay, Superior de la SSPX, se encontraron casualmente en Santa Marte en diciembre del 2013 y lo han vuelto a hacer, ya más formalmente, el primer sábado del pasado mes de abril. El encuentro duró cuarenta minutos. Aunque la portavocía de la Santa Sede habló de un encuentro informal y no oficial, es evidente que no se trataba de algo improvisado y sin importancia.

El portal Adelante en la Fe publicó el pasado 16 de abril una carta del Padre Schmidberger, ex-Superior de la FSSPX y rector del seminario de habla alemana de la FSSPX en Zaitzkofen (Alemania). En esta misiva claramente se estaría preparando a los miembros de la FSSPX a un inminente reconocimiento canónico.

También es destacable la entrevista concedida a Zenit por Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, fundada en 1988 por San Juan Pablo II, precisamente con el principal objetivo de entablar un diálogo con los lefebvrianos. Mons. Pozzo, tras indicar los obstáculos doctrinales -los mismos de siempre- todavía presentes para la plena reconciliación, dijo algo fundamental para entender lo que puede estar a punto de pasar: 

Se trata en todo caso de temas que igualmente podrán ser objeto de profundización y aclaración después de la plena reconciliación. Lo que parece esencial es encontrar una plena convergencia sobre lo que se requiere para estar en plena comunión con la Sede Apostólica, es decir sobre la integridad de la Profesión de Fe católica, sobre el vínculo de los sacramentos y sobre la aceptación del Supremo Magisterio de la Iglesia. 

Finalmente, el propio papa Francisco contestó a la revista La Croix a una pregunta sobre la posible concesión de una prelatura a la SSPX para regularizar su situación en la Iglesia. Y el Santo Padre contestó lo siguiente:

“Sería una solución posible, pero antes hay que llegar a un acuerdo fundamental con ellos. El Concilio Vaticano II tiene su valor. Se avanza lentamente, con paciencia".

Por último, Mons Fellay concedió una amplia entrevista a Edward Pentin (parte I, II y III) en la que aseguraba que para Roma “la cuestión de la libertad religiosa, de la Nostra Aetate, o sea la relación con las otras religiones, del ecumenismo, e incluso la reforma litúrgica, no nos separa de la Iglesia. Podemos cuestionar dichos temas y seguir siendo católicos. El criterio para juzgar nuestro catolicismo ya no serán estos puntos. Esto es muy importante".

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15.05.16

Como animales heridos

Es habitual que los veterinarios apliquen inyecciones para acabar con la vida de animales enfermos o a los que ya no quiere nadie. Y empieza a ser habitual que los médicos haga exactamente lo mismo con personas que no quieren seguir viviendo. En Holanda se dieron más de cinco mil casos en el año 2015. Una media de quince muertes diarias.

Es cuestión de tiempo que esa práctica asesina llegue a España. Le darán un nombre pomposo para que no parezca que es lo que es. Seguramente lo hará un gobierno de izquierdas y cuando la derecha vuelva a gobernar, lo mantendrá. De hecho, ya hay legislaciones autonómicas que dejan la puerta semiabierta, vía sedación terminal.

Vivimos en una sociedad en la que la vida se aniquila antes de nacer y antes de que llegue su fin por vía natural. La decisión de vivir o morir queda a voluntad de la persona. En el caso de los no nacidos, depende de la voluntad de la madre y de quienes la rodean.

La profesión médica, que se supone que está para ayudar a la gente a vivir mejor, se está convirtiendo, poco a poco, en instrumento de aniquilación de toda vida de la que piense que no es digna. Ya no se trata solo de personas que están sufriendo una enfermedad terminal incurable. Basta con sufrir un trastorno psíquico o psiquriático severo para ser candidato a la inyección letal.

Es también cuestión de tiempo que una sociedad que se cree con derecho a decidir qué vida es digna y cuál no lo es, aplique sus criterios a seres humanos incluso en contra de su voluntad. Empezarán con las personas que sufren graves deficiencias físicas o mentales. Seguirán con los ancianos. Y si nada lo impide, acabarán con todos aquellos cuya existencia suponga un gasto desmedido para las arcas públicas.

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28.04.16

Ponencia del P. Javier Sánchez en Cádiz

Como bien pueden leer ustedes en el cartel que encabeza este post, el próximo sábado tendremos el placer de contar con el P. Javier Sánchez Martínez en el Centro Cultural Juan Pablo II de Cádiz. Los lectores de InfoCatólica le conocen por sus 20 artículos publicados en Opinión. La mayor parte de ellos sobre temas litúrgicos. Es también bloguero en Religión en Libertad.

El título de la ponencia es lo suficientemente interesante como para que no tenga que dar demasiados argumentos para convencer a los lectores que estén o puedan trasladarse a Cádiz el próximo sábado. Pero como quiera que soy de natural inquieto, le pregunté al P. Javier por dónde pensaba desarrollar su charla. Pues bien, háganme caso: va a merecer la pena.

Luis Fernando Pérez Bustamante