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2.07.17

El que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí

Evangelio del decimotercer domingo del Tiempo Ordinario:

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Mat 10,37-42

El Señor no nos ha regalado la salvación para que le pongamos en un lugar secundario en nuestras vidas. El amor a Dios por encima de todas las cosas, y Cristo es Dios, es el primero de los mandamientos. Y es un amor que en ocasiones “cuesta". Pero resulta que a Cristo su amor por nosotros le llevó a la cruz. Nada tiene de particular que nos pida que carguemos nuesrtas cruces y le sigamos. La radicalidad del amor de quien entregó su vida por salvarnos ha de producir en nosotros la radicalidad de entregar nuestra vida por Él si así se nos llega a demandar.

Nos dice San Pablo en la segunda lectura de hoy:

¿Es que no sabéis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Rom 6,3-4

¿Acaso viviremos como los que no tienen a Cristo? ¿qué sentido tiene ser cristiano y no recorrer la senda de la santidad que el Señor nos concede por su gracia?

Añade el apóstol:

Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Rom 6,8-11

¿Entendemos lo que significa haber muerto al pecado? No que no vayamos a pecar jamás, porque claramente todavía somos débiles y necesitamos constantemente la gracia del perdón. Sigue exhortando el apóstol:

Que el pecado no siga reinando en vuestro cuerpo mortal, sometiéndoos a sus deseos; no pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos de injusticia; antes bien, ofreceos a Dios como quienes han vuelto a la vida desde la muerte, y poned vuestros miembros al servicio de Dios, como instrumentos de la justicia.
Rom 6,12-13

Muchos hemos creído, o creemos, que la santidad es una meta a la que llegan solo unos pocos. Mas es hora de que descartemos esa mentira. El mismo que se entregó por nosotros es quien transforma nuestros corazones de piedra en corazones de carne para que le amemos y vivamos conforme a su voluntad. No hay obstáculo en la ladera de la montaña cuya cima es la santidad, que no podamos superar con la ayuda de la gracia de Dios. Andemos pues, conforme a la dignidad que Cristo nos ha dado.

Señor, tú que eres digno, haznos digno. Tú que diste tu vida por nosotros, concédenos tener por Señor absoluto y soberano de nuestras vidas. Conviértenos a ti y nos convertiremos.

Luis Fernando

25.06.17

Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados

Evangelio del duodécimo domingo del Tiempo Ordinario:

No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. ¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mt 10,26-33

No todo lo que ocurre en este mundo es voluntad de Dios, pero nada hay que ocurra sin su permiso. En cuanto a sus hijos fieles, se cumple siempre aquello que indica San Pablo:

Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio.
Rom 8,28

Es por ello que nada debemos temer si hacemos aquello que Dios nos concede y nos manda hacer. No debemos escondernos cuando obramos conforme a lo que el Señor nos indica. Si por ello sufrimos persecución, será para bien nuestro y de aquellos a quienes llegue el evangelio del que somos testigos.

Sabiendo que somos preciosos a los ojos del Padre, que conoce de nosotros ni aun lo que alcanzamos a conocer, debemos estar absolutamente confiados en sus brazos. Y en esa confianza, ser testigos de Cristo.

De lo contrario, Cristo mismo nos negará delante del Padre. El Señor no lanza advertencias de forma ociosa. Es mucho lo que está en juego, empezando por nuestra propia salvación. Aquél que lo dio todo por nosotros en la cruz, nos concede darlo todo por Él. Y si rechazamos dicho don, le rechazamos a Él mismo y nos condenamos.

Señor, limpia nuestro corazón de toda cobardía y danos espíritu de valentía para anunciar tu evangelio al mundo.

Luis Fernando

16.06.17

Habéis oído que se dijo, pero yo os digo

Evangelio del viernes de la décima semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
Mt 5, 27-31

Dado el avance de la apostasía en nuestro tiempo, es fundamental leer a Cristo teniendo en cuenta las admoniciones de los apóstoles:

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7.06.17

Equivocados por no entender la Escritura ni el poder de Dios

Evangelio del miércoles de la novena semana del Tiempo Ordinario:

Se le acercan unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntan: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella».
Jesús les respondió: «¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados».
Mc 12,18-27

Nuevo intento de hacer quedar mal a Jesús, usando la Escritura para ello. Y nueva demostración de que el Señor se basta y se sobra para dejar en evidencia a los que se acercan a Él con malas intenciones.

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6.06.17

Le enviaron a algunos para atraparle en alguna palabra

Evangelio del martes de la novena semana del Tiempo Ordinario:

Le enviaron a algunos de los fariseos y de los herodianos para atraparle en alguna palabra. Acercándose, le dijeron: -Maestro, sabemos que eres veraz y que no te dejas llevar por nadie, pues no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios según la verdad. ¿Es lícito dar tributo al César, o no? ¿Pagamos o no pagamos?
Pero él, advirtiendo su hipocresía, les dijo: -¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.
Ellos se lo trajeron. Y les dijo: -¿De quién es esta imagen y esta inscripción? -Del César -le contestaron ellos.
Jesús les dijo: -Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y se admiraban de él.
Mc 12,13-17

Satanás intentó tentar a Cristo citándole la Escritura. Los fariseos intentaron hacerle caer en una trampa para llevarle ante las autoridades romanas a fin de que fuera tenido por elemento peligroso para el Imperio. Pero Jesucristo, Sabiduría de Dios, tiene la palabra justa tanto para el que quiere oponerse a Él como para el que por gracia quiere aceptar su señorío.

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