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4.03.17

Dejándolo todo, se levantó y lo siguió

Del evangelio de hoy, sábado después de Ceniza

Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme". El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. 

Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan“.
Luc 5,27-32

No hay pecado ni pecador que no pueda ser alcanzado por la misericordia del Señor. Como dice San Pablo, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. 

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2.03.17

Renunciar a nosotros mismos

Evangelio de hoy:

Jesús dijo a sus discípulos: 
“El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". 
Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.  ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida? 
Luc 9,22-25

No hay vida cristiana sin cruz. No hay vida cristiana sin renuncia personal. La salvación no está en el éxito mundano, en el aplauso de los inicuos, en las loas de los sin Dios. La salvación está en Cristo y sólo en Él. Y no está en Él quien a Él no obedece.

A quien esto le parezca muy difícil o imposible, lea:

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9.10.16

Verdadero amor por los homosexuales

Dios no va a quedarse sin testigos de su verdad sobre el pecado y la gracia que salva. Y si los obispos, sacerdotes y seglares católicos en masa, Dios no lo permita, dejaran de serlo, lo serán otros. Es el caso de este pastor calvinista y un hombre que vivó gran parte de su vida como homosexual “practicante". El Señor quiso salvar esa alma y permitir que durante unos días fuera testigo de su evangelio de salvación.

Santidad o muerte.

Luis Fernando Pérez Bustamante.

18.04.16

Quédate al lado del Buen Pastor y nadie te apartará de Él

El evangelio de ayer, cuarto domingo de Pascua, es una de las lecturas más cortas del año litúrgico pero, a su vez, una de las más reconfortantes:

Juan 10,27.30
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno»

¡Qué paz da saberse protegido por el Buen Pastor! ¡Qué tranquilidad para nuestras almas el comprobar que nada nos puede separar de Él, porque Él es quien nos cuida!

Como dice San Pablo:

Rom 8,38-39
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades,  ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Todo lo que debemos hacer es, por gracia, permanecer fieles a Cristo. E incluso eso es un don que se nos concede, pues es Dios quien produce en nosotros el querer estar a su lado y el poder permanecer en su regazo (Fl 2,13).

Si estamos pegados a Cristo, da igual que haya una tormenta de confusión rodeándonos. Da igual que alrededor nuestro todo tiemble y parezca venirse abajo. Él es la Roca fime a la que agarrarse, el Cirineo que nos ayuda a sobrellevar nuestras cruces.

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21.03.16

Jesucristo. No hay otro nombre dado a los hombres. Punto final

Ni Buda, ni Mahoma, ni Sai Baba, ni Moisés, ni San Pedro o San Pablo (1ª Cor 1,13), ni cualquier otro

Hch 4,10-12
…quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros.  Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Y

Fil 2,5-11
Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre.

No le den ustedes más vueltas. No hay otro Salvador aparte de Cristo. La razón es obvia. Solo Dios puede salvarnos. Y ningún otro ser humano, ningún otro fundador de religión, es Dios encarnado. Solo Jesucristo es el Verbo de Dios hecho carne. Puede que haya, de hecho hay, semillas de la verdad en algunas religiones no cristianas. Pero solo en la fe cristiana, y más concretamente en la fe católica, tenemos la semilla germinada, la vid que nos salva. Y es por ello que Cristo mismo ordena a su Iglesia:

Mc 16,15-16
 Y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

Predicar el evangelio no es una opción. Es una obligación:

1 Co 9,16-17
Porque si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, pues es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara! Si lo hiciera por propia iniciativa, tendría recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo una misión encomendada.

Sin embargo, llevamos décadas escuchando que los católicos no debemos hacer proselitismo. Según el diccionario de la RAE, proselitismo es el “celo de ganar prosélitos". Y prosélito se define en ese mismo diccionario como “Persona incorporada a una religión” y “Partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina". Por alguna extraña razón -o no tan extraña- ese verbo y ese sustantivo se ven como algo negativo. Como si se tratara de imponer la fe que nos salva por la fuerza. Lo cual es absurdo. Nadie puede convertirse si Dios no lo concede. No hay ejército, no hay violencia humana alguna, del tipo que sea, capaz de suscitar en el corazón de los hombres el amor por Cristo crucificado y resucitado.

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