InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

18.05.16

Lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios

Prov 23-19-21
Escucha, hijo mío, sé sabio; pórtate siempre con rectitud. No andes mezclado con bebedores ni con gente que se harta de carne; pues borrachos y comilones empobrecen, los holgazanes se visten de harapos.

Luc 16,13
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

Luc 16,15
Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios.

Jn 17,14
… y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

2 Co 6,15-16
No os unzáis en yugo desigual con los infieles: ¿qué tienen en común la justicia y la maldad?, ¿qué relación hay entre la luz y las tinieblas?, ¿qué concordia puede haber entre Cristo y Belial?, ¿qué pueden compartir el fiel y el infiel?

Gal 1,10
¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.

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29.04.16

Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa

Cuando en uno de sus viajes San Pablo iba a partir desde Mileto a Jerusalén, hizo llamar a todos los presbíterios de Éfeso para darles un discurso de despedida, pues estaba seguro de que no le volverían a ver en esta vida. Destaco de ese discurso el siguiente pasaje:

Hech 20,28-32
Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo. Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño.
Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.

En su primera carta a los Tesalonicenses,  leemos

1 Tes 4,3-8
Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y os aseguramos: Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa. Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.

Es por tanto, deber de todo pastor -sin excepción- guardar el rebaño que Dios le ha encomendado. Es deber de todo pastor predicar sobre la necesidad de ser santos y no impuros. Y es deber nuestro rechazar a los lobos feroces que predican otra cosa. Es deber nuestro decir no a quienes buscan atajos, excusas, justificaciones, etc, para que los fieles no se sientan llamados a dejar atrás sus pecados para vivir en santidad, cada cual según el don que haya recibido. Y no debe extrañarnos que los lobos se disfracen de ovejas:

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14.04.16

Para saber cómo conducirse en medio de la confusión

Publicado el 3 de enero del 2014. Republicado el 14 de abril del 2016.

Sabiendo, como sabemos, que la Iglesia es el Israel de Dios, no podemos por menos que, como pueblo, echar un vistazo atrás para discernir cuál es el camino a seguir si queremos ser fieles al Señor. Así lo pidió Yavé a su pueblo por medio del profeta Jeremías, que desgraciadamente no le hizo caso:

Así dice Yavé: Haced alto en los camino y ved, preguntad por las sendas antiguas: ¿Es ésta la senda buena? Pues seguidla y hallaréis reposo para vuestras almas. Pero dijeron: “No la seguiremos".
(Jer 6,16)

En mi opinión, uno de los mayores pecados de esta generación -y de la precedente- ha sido la de dejarnos engañar por esa mentira pelagiana que afirma que el hombre es capaz, por sí solo, de identificar el mal, ver sus consecuencias y alejarse del mismo. Pero, sobre todo, el mayor mal que nos aqueja es haber ignorado y/o rechazado los avisos proféticos que recibió la Iglesia por parte de quienes eran cabeza del colegio episcopal a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Pero eso no es nuevo en el pueblo de Dios:

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11.04.16

No creen en el poder de la gracia. Eso es todo

Este artículo lo escribí en el 10 de mayo del 2015. Lo republico.

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En todos estos meses de pleno periodo sinodal e intersinodal, están saliendo a la luz dos modelos de entender no ya la Iglesia sino el cristianismo. Modelos que, a la larga, es evidente que no podrán convivir en comunión.

El primero consiste en mantener lo que la Iglesia ha enseñado siempre. A saber, que el hombre es pecador, pero Dios ha querido salvarlo mediante Cristo y enviando el Espíritu Santo para darle la capacidad de vivir en santidad. La Escritura es muy clara al respecto. Ser santo no es una opción para el cristiano. Es su destino, es su llamamiento, es su “deber". Pero no es algo que pueda alcanzar por sí mismo, en sus propias fuerzas. La gracia no es que venga en su auxilio, como una especie de bastón de apoyo. Es que es lo único que le permite llegar a ser lo que está llamado a ser. Los sacramentos, especialmente el de la Eucaristía y la Confesión, son fundamentales. La Revelación es la que es y la pastoral debe ser fiel a la misma.Nadie como la Iglesia sabe tanto de la miserias humanas y del poder de Dios para sacar oro de donde solo había hierro oxidado.

El segundo considera que eso de la santidad es cosa de unos pocos. Que se puede ser cristiano y vivir en pecado de forma continua. Que la Iglesia está para comprender que hay situaciones imposibles de superar, porque al fin y al cabo, no hay por qué esperar de un cristiano mucho más de lo que se puede esperar de quienes no lo son, porque todos somos carne y sangre y no ángeles del cielo. Sí, dicen, sería mejor que los cristianos no se divorciaran, no abortaran, no se dedicaran al consumo desenfrenado, etc. Pero como de hecho muchos hacen eso, hay que asumirlo sin más porque Dios ama a todos por igual. Todo es mudable. Desde la doctrina hasta la pastoral.

Obviamente hay grados y matices en ambos modelos, pero en esencia son así. Y si algo es muy claro es que el primer modelo le choca al mundo, es rechazado por quienes no quieren vivir conforme a la ley divina, mientras que el segundo busca que el cristiano se adapte al mundo como mano a guante, dotándole solo de un ciero tamiz moral buenista, que tiene mucho de pelagiano y muy poco de vida en el Espíritu.

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25.03.16

El pobre

Tengo hambre, frío y dolor en mis huesos. Veo pasar a la gente a toda prisa. Vienen de lugares ignotos y se dirigen a un destino incierto, pero sus miradas reflejan la ansiedad de quienes nunca se conforman con lo que tienen. Siempre quieren más. ¿Y yo? aquí tirado en la acera, sin más calor humano que la sonrisa que de vez en cuando me dirige un niño. Benditos los ojos de esas criaturas que reflejan la mirada de mis ángeles. Muy de vez en cuando, alguno de mis hermanos se convierte en niño y me dirige algunas palabras de consuelo. No sólo eso. Incluso me echa algunas monedas en el cesto para que ese día pueda comer algo caliente. No sabe que esas monedas las guardaré en un arca de oro que tengo en mi casa celestial. El día en que les reciba en los atrios de mi Templo en el cielo, reconocerán en mí a ese pobre al que entregaron parte de sus ganancias, y yo les devolveré esas monedas convertidas en bendiciones eternas.

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