InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

11.03.13

Mis posts preferidos (actualizado)

Hace casi tres años escribí una entrada en el blog recogiendo los posts que más me gustaban de los que llevaba escritos en mi etapa como bloguero católico. En medio de la marabunta de la actualidad eclesial, la mayor parte de las veces infecta, me resulta complicado encontrar ocasión de escribir sobre lo que realmente me interesa. Es fácil caer en la esclavitud de la imagen que uno mismo se ha labrado a lo largo de los años. Aunque la misma sea fruto de una especie de vocación de servicio. Pero existe mucha vida espiritual más allá de herejes, progres, carcas, cismáticos, tibios, “pastores así, pastores asá". Desgraciadamente, constato que en los últimos meses no existen muchos más posts que añadir a la lista. Y eso significa que algo no va bien. Si el motor se quema, el coche no podrá andar. Así que toca cambiar de rumbo y de ritmo. Mismo destino, distinta ruta.

Ahí va la lista actualizada:

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25.02.13

¡Extirpad al perverso de entre vosotros!

La Iglesia de Cristo se ha enfrentado siempre al problema de cómo tratar los casos de quienes viven en pecado público. A Dios gracias, tenemos un ejemplo claro de lo que conviene hacer en esas ocasiones. El capítulo 5 de la primera carta del apóstol San Pablo a los corintios lo explica muy bien:

Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho.

Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

No está bien vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Alejad la vieja levadura, para ser masa nueva, como sois ázimos, porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolada. Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ázimos de la pureza y la verdad.

Os escribí en carta que no os mezclarais con los fornicarios. No, cierto, con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendríais que saliros de este mundo. Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que llevando el nombre de hermano sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con éstos ni comer; ¿pues qué a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!

Si se hubiera hecho siempre caso a San Pablo, ¡cuántos escándalos nos habríamos evitado! Ciertamente la Iglesia no puede dedicarse a espiar la moralidad de sus miembros. Y el secreto en el sacramento de la confesión impide que se ponga en evidencia pública a quien peca en lo oculto. En ese caso, solo Dios y el confesor deben saber el pecado. Ahora bien, a lo largo de la historia de la Iglesia, también la reciente, hemos visto demasiados ejemplos de irresponsabilidad permisiva ante quienes viven notoriamente en una situación pecaminosa. No hace falta que los enumere.

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8.01.13

Enfermo, Cristo te llama y está a tu lado

Nadie quiere enfermar. Nadie quiere sufrir. Nadie quiere ver como sus seres queridos enferman y sufren. Pero la enfermedad es compañera de camino en nuestras vidas. Antes o después nos encontraremos con ella, tanto sufriéndola en nuestras propias carnes como en la de aquellos a los que más amamos.

No sé bien como pueden enfrentarse a la enfermedad aquellos que no tienen fe. Y como no lo sé, no tiene sentido que hable por ellos. Si acaso, espero que este post les sirva para comprender un poco mejor como un cristiano afronta esa dificultad.

El cristiano sabe que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Rom 8,28). Eso significa que incluso una enfermedad puede ser instrumento para el bien de su alma -que es lo que verdaderamente cuenta- y de los que le rodean. Por ejemplo, si ofrecemos al Señor nuestros dolores y nuestros sufrimientos, formamos parte de su misión redentora. Es imposible que se me olvide las veces que oí a mi madre -que sufrió mucho en los últimos años de su vida- decir que ofrecía sus dolores a Dios “para que haga lo que crea oportuno. Él sabrá". No creo que sea casual que al mes y pico de su muerte, mi esposa y yo regresáramos a la Iglesia Católica. Veo en ello la intercesión de mi madre tanto en su vida terrena como en la vida eterna -murió en gracia de Dios-. Su enfermedad fue la que me hizo llevarla antes de morir a Lourdes, donde Cristo me entregó a su Madre.

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4.01.13

El amor como excusa para justificar el mal

Los precandidatos democrata¿cristianos? a la presidencia chilena mantuvieron ayer un debate público en el que abordaron la cuestión del reconocimiento civil de las uniones homosexuales. No sé si ambos son católicos, pero para el caso, da lo mismo. Claudio Orrego sostuvo la tesis de que dichas uniones deben ser reguladas por el estado pero sin llegar a considerarlas como matrimonio. Tal postura es contraria al magisterio de la Iglesia, que ha decretado que las uniones homosexuales no deben recibir ningún tipo de reconocimiento legal. Ximena Rincón, por su parte, está a favor de darle el estatus matrimonial a ese tipo de relaciones. Su argumento fue que «si hay amor», por qué negarles a los gays la posibilidad de unirse en matrimonio. Eso mismo valdría para aprobar la poligamia, la poliandria, el incesto y cualquier otra cosa que se les ocurra. “Si se aman, llamémosle matrimonio".

Desde el punto de vista de la moral cristiana, el amor, que forma parte esencial de la naturaleza divina, se ha convertido en una excusa muy socorrida para justificar lo injustificable. Por ejemplo, entre los adúlteros suele darse una relación amorosa y no meramente física. Lo mismo ocurre entre los novios que no esperan a que Dios bendiga su unión para poder ser, como dice la Escritura, una sola carne.

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6.12.12

Érase un hombre que se fue a vivir con los pobres

Érase una vez un joven de buena familia, con estudios y una carrera profesional prometedora, que tras tener un encuentro con el Señor Jesucristo, que le rescató de un nihilismo deprimente que le había puesto al borde del suicidio, le dijo las siguientes palabras a un asistente social: “Querría dejarlo todo e irme a vivir con los pobres“. Y el tipo fue y lo hizo de verdad.

El asistente le mostró un pequeño valle en las afueras de Madrid, “lleno de cuevas, donde había gitanos, quinquis, vagabundos, pordioseros, mendigos, prostitutas, viejas“. El asistente le dijo: “¿Ves esa chabola de tablas mugrientas? Allí ha vivido una familia, pero la ha abandonado. Pegas una patada a la puerta y te metes allí“.

Y el joven pegó la patada en la puerta y se metió en la chabola. Llevaba una guitarra y una Biblia. Ese hombre es hoy un señor mayor que va de acá para allá predicando el evangelio. Un evangelio que no es muy diferente al que predicó, con todas las limitaciones que uno se pueda imaginar, entre esos pobres del valle madrileño.

¿A qué fue?: “No fui allí no para enseñar, aunque eran casi todos analfabetos, ni para hacer una obra social. En absoluto. Consideraba que ellos eran Jesucristo y yo un pobre pecador que no era digno de vivir allí, en medio de ese horror del sufrimiento de los inocentes, de las víctimas de los pecados de los demás. O sea, me sentía indigno, indigno…“. Pero desde esa indignidad, el joven pecador asegura que “el Señor me obligó en ese ambiente a encontrar una síntesis catequética, una predicación, porque querían que les hablase de Jesucristo“. Si, ya ven ustedes. Los pobres, cuando ven un ejemplo de coherencia evangélica, tienden a querer que se les hable de Cristo. Pero no del Cristo falseado por una ideología política concreta. No, hablamos del Cristo de los evangelios, del Cristo de la Iglesia.

En los años que estuvo allá vivió mil y una experiencias que el 99% de los cristianos occidentales no han vivido ni vivirán en sus vidas. En cierta ocasión se presentó la Guardia Civil para derribar el asentamiento chabolista. Era en pleno franquismo, cuando los civiles no se andaban con muchos miramientos a la hora de realizar la labor que sus superiores les encomendaban. Pero el joven de la guitarra y la Biblia tuvo la idea de llamar al arzobispo, que no dudó un instante en plantarse allá. Los guardias cogieron sus trastos y se largaron por donde habían venido. A petición del joven, el arzobispo celebró una Misa en una de las chabolas.

Años después, el hombre fue invitado al Lago de Nemi (cerca de Roma, Italia) “donde había un encuentro de jóvenes de las comunidades de base, todos de izquierda. Eran los tiempos del Che Guevara“. ¿Y saben ustedes lo que les dijo?: “Dije que Lenin y el Che Guevara eran falsos profetas, y hablé de Cristo“.

Algunos de ustedes se preguntarán quién era ese joven, hoy ya mayor. Su nombre es Francisco José Gómez-Argüello Wirtz. Todos le llaman Kiko. Y créanme si les digo que, leyendo su testimonio, no me extraña que haya sido, y sea, uno de los siervos inútiles más útiles de la Iglesia en estos tiempos que nos ha tocado vivir.

A Francisco José no le tienen que explicar en qué consiste eso de la opción preferencial por los pobres. Ni le pueden venir con que dicha opción se debe de hacer desde la oposición a lo que enseña la Iglesia. Argüello no es un profeta según los parámetros del progre-eclesialismo secularizante que asolado infinidad de diócesis. Le basta con predicar que Cristo vino a salvar a los pecadores. No es poca cosa, créanme.

Luis Fernando Pérez Bustamante

El Kerigma. En las chabolas con los pobres