InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sobre el autor

1.01.15

Año nuevo, misma fe, misma determinación

Hoy comenzamos un nuevo año de gracia. El 2015 de la era cristiana. Y en cuanto que hay gracia de Dios, hay fe, hay esperanza, y debe haber caridad

No hay nada que pueda derrotar a los elegidos por Dios si con su ayuda se mantienen fieles.:

Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Rom 8,38-39

Por más que a veces podamos caer en el desánimo, por más que en nuestras vidas, e incluso en la vida de la Iglesia, se den circunstancias que nos parecen desoladoras, hoy sigue siendo cierto que:

Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados. Porque a los que de antemano conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó. ¿Qué diremos, pues, a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Rom 8,28-31

Somos conscientes de que se aventuran, como decía Santa Teresa de Jesús, tiempos recios. Hay una batalla dentro de la Iglesia, en la que está en juego ni más ni menos que la integridad de la fe católica. Mas el enemigo, aunque a veces use a hombres que viven en la herejía o la apostasía  rampante, es el mismo. Y nuestras armas no han cambiado:

Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; revestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que habitan en los espacios celestes.
Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, vencido todo, os mantengáis firmes. Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies, prontos para anunciar el Evangelio de la paz.
Abrazad en todo momento el escudo de la fe, conque podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno.  Tomad el yelmo de la salud y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos.

Ef 6,10-18

No estamos solos. Además de Dios mismo, la Madre de Dios y los santos nos acompañan:

Teniendo, pues, nosotros tal nube de testigos que nos envuelve, arrojemos todo peso y el pecado que nos asedia, y por la paciencia corramos el combate que se nos ofrece, puestos los ojos en el autor y perfeccionador de nuestra fe, Jesús; el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios. 
Traed, pues, a vuestra consideración al que soportó tal contradicción de los pecadores contra sí mismo, para que no decaigáis de ánimo rendidos por la fatiga. Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado.

Hen 12,1-4

Nos equivocaremos si pensamos que la Iglesia se salva solo a través de la defensa de la fe por medio de la apologética. Como dijo San Anselmo: “Non in Dialéctica complacuit Deo salvum faceré populum suum” ("Dios no ha querido salvar a su pueblo a base de dialéctica"). Sí, la fe ha de ser defendida. Sí, la verdad ha de ser expuesta y el error combatido. Pero solo la santidad salvará a la Iglesia. Y no la santidad de los demás, sino la propia, la de cada uno de nosotros.

Leer más... »

27.12.14

Lo que el P. Masiá propone es que los cristianos sean paganos

¿Otra vez el P. Masiá? Pues sí, otra vez. ¡Qué quieren que le haga! Si estuvièramos ante un seglar cualquiera, sin responsabilidad eclesial alguna, no dedicaría mucha atención a sus palabras, pero resulta que estamos ante un sacerdote jesuita, cuya orden religiosa, la Compañía de Jesús, le permite escribir libremente poniendo en solfa la doctrina de la Iglesia.

Ayer se dio la circunstancia de que se publicaran a la vez dos artículos suyos. Uno en El País, el periódico más leído de España, en el que abogaba abiertmente por la aceptación del divorcio civil y religioso. El segundo en Religión Digital, el portal digital de información religiosa que tiene como viñetista a un blasfemo. En RD, el P. Masiá pide abiertamente que la Iglesia bendiga uniones prematrimoniales con relaciones sexuales de por medio. 

De hecho, ese artículos es presentado así:

Juan Masiá, sj. responde a la cuestión del Sínodo sobre las uniones prematrimoniales.

Es decir, este sacerdote pretende que la petición del Papa de que todo el mundo opine libremente implica poder cargarse la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la moral sexual. Den ustedes por hecho que llegarán nuevos artículos suyos pidiendo la aceptación de las relaciones homosexuales y del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Es peculiar la forma en que este jesuita, de nombre que no de espíritu, plantea el tema:

Sobre la cohabitación no debe entrometerse quien acompaña pastoralmente, respetando las decisiones en conciencia de los “cónyuges en camino hacia el matrimonio".

Es decir, si la Iglesia dice a una pareja de novios que debe esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales, se está “entrometiendo” en su decisión. Una decisión tomada en conciencia. Por tanto, ¿cuál es el elemento clave para determinar si un acto es o no pecado? No la Palabra de Dios. No el Magisterio de la Iglesia. Es la conciencia al margen precisamente de la Palabra de Dios y el Magisterio. O sea, una conciencia no formada para el bien. Una conciencia al margen incluso de la ley natural, que también es enseñada por la Escritura y la Iglesia. 

Leer más... »

26.12.14

Al P. Masiá cabe "agradecerle" que sea claro en su herejía

Llevamos camino de un año viendo como se intenta de nuevo -ya se hizo durante el papado de San Juan Pablo II- introducir en la Iglesia una herejía, consistente en proponer que se dé la comunión a quienes Cristo llama adúlteros. Herejía que afecta gravemente a tres sacramentos: matrimonio, eucaristía y confesión.

Aunque varios blogueros hemos escrito artículos sobre la cuestión, es Bruno Moreno quien le está dedicando más atención. Lo último ha sido un post sobre unas desafortunadísimas declaraciones del cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona.

Sin embargo, algunos cardenales, obispos y teólogos que nos quieren vender como caballo alazán la burra coja de la comunión de adúlteros, intentan guardar las apariencias diciendo que no pretenden atentar contra la indisolubilidad del matrimonio. Es más, apelan, para vergüenza de ellos, a la misericordia de Dios, a la necesidad de acoger a todos en la Iglesia, como si la gracia divina, tal y como nos recuerda Mons. Demetrio Fernández en su última carta semanal, no fuera capaz de liberarnos del pecado. Dice el obispo de Córdoba:

Lo que el hombre no es capaz de conseguir por sus solas fuerzas, y ni siquiera con la ayuda de los demás, puede alcanzarlo con la gracia de Dios, que quiere hacer feliz al hombre, salvándole de su debilidad y de su pecado.

Hay otros que no se andan por las ramas cuando de lo que se trata es de pisotear las palabras de Cristo y la fe de la Iglesia. Es el caso del P. Juan Masiá, sacerdote jesuita, que acaba de escribir un artículo en El País pidiendo abiertamente que la Iglesia acepte el divorcio. No solo el civil, sino también el religioso. Es más, tiene el valor de pedir tal cosa en nombre de la “dignidad de los cónyuges”

Leer más... »

24.12.14

Feliz Navidad


Despierta, hombre: por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de entre los muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se hizo hombre. 

Estarías muerto para siempre, si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca hubieras sido librado de la carne del pecado, si él no hubiera asumido una carne semejante a la del pecado. Estarías condenado a una miseria eterna, si no hubieras recibido tan gran misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si él no se hubiera sometido voluntariamente a tu muerte. Hubieras perecido, si él no te hubiera auxiliado. Estarías perdido sin remedio, si él no hubiera venido a salvarte. 

Celebremos, pues, con alegría la venida de nuestra salvación y redención. Celebremos este día de fiesta, en el cual el grande y eterno Día, engendrado por el que también es grande y eterno Día, vino al día tan breve de esta nuestra vida temporal. 

Él se ha hecho para nosotros justicia, santificación y redención. y así -como dice la Escritura- «el que se gloria que se gloríe en el Señor.» 

La verdad brota, realmente, de la tierra, pues Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de la Virgen. Y la justicia mira desde el cielo, pues nadie es justificado por si mismo, sino por su fe en aquel que por nosotros ha nacido. La verdad brota de la tierra, porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo, porque toda dádiva preciosa y todo don perfecto provienen de arriba. La verdad brota de la tierra, es decir, la carne de Cristo es engendrada en María. Y la justicia mira desde el cielo, porque nadie puede apropiarse nada, si no le es dado del cielo. 

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por él hemos obtenido el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios. Fíjate que no dice «nuestra gloria», sino la gloria de Dios, porque la justicia no procede de nosotros, sino que mira desde el cielo. Por ello el que se gloria que se gloríe no en sí mismo, sino en el Señor. 

Por eso también, cuando el Señor nació de la Virgen, los ángeles entonaron este himno: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. 

¿Cómo vino la paz a la tierra? Sin duda porque la verdad brota de la tierra, es decir, Cristo nace de María. Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, para que todos seamos hombres de buena voluntad, unidos unos a los otros con el suave vínculo de la unidad. Alegrémonos, pues, por este don, para que nuestra gloria sea el testimonio que nos da nuestra conciencia; y así nos gloriaremos en el Señor, y no en nosotros. Por eso dice el salmista: Tú eres mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. 

¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único lo hizo Hijo del hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. 

Busca dónde está tu mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia: y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios.

San Agustín de Hipona

Deseo a todos los lectores de InfoCatólica una muy Feliz Navidad, en comunión con Dios y en compañía de vuestros seres más queridos.

Luis Fernando Pérez Bustamante

21.11.14

Crean ustedes, como nuestros obispos, al arzobispo de Granada

Dado que todavía no se ha producido ninguna actuación judicial encaminada a imputar a los sacerdotes granadinos que figuran como presuntos autores de unos abusos sexuales continuados en la persona de un joven, lo único que se puede decir de los hechos es que, en caso de ser ciertos, han de ser objeto de la mayor de las repulsas posibles tanto desde la sociedad como desde la Iglesia. Tanto el papa Francisco como su predecesor han ordenado la “tolerancia cero” ante este tipo de comportamientos criminales. Así debió ser siempre. Así es ahora.

El hablar de “presuntos” es una cuestión prudencial. No sería la primera vez que una denuncia de este tipo acaba siendo desmentida -le pasó al cardenal Pell-, aunque esos casos suelen ser la excepción que confirma la regla. Parece claro que son muchas más las veces en las que las verdaderas víctimas callan, por temor o porque quieren olvidarse de lo ocurrido, que las que alguien se inventa una historia de este tipo y presenta una denuncia falsa ante los tribunales civiles y eclesiástico.

Lo que no tiene nada de presunta es la campaña de acoso y derribo contra Mons.Javier Martínez, arzobispo de Granada, y por tanto responsable junto con la Santa Sede de lllevar a cabo el juicio de la Iglesia sobre los hechos. Hace dos días escribí un artículo sobre esa cacería, pero hoy se ha producido un hecho notable. 

Efectivamente, el P. José María Gil Tamayo, secretario general y portavoz de la CEE, lo ha explicado así:

“el arzobispo de Granada ha manifestado que ha cumplido los protocolos que establece la Iglesia para estos casos. Él ha mostrado su dolor y cercanía a la persona que ha denunciado y las que se ven afectadas por este pecado y delito. Y también, ha asegurado cómo ha sido su seguimiento".

Y ha añadido:

“Monseñor Martínez goza de todo nuestro afecto y toda nuestra credibilidad“.

Por si fuera poco, ha realizado la siguiente reflexión:

“Tengo un enorme respeto por la profesión periodística, pero sí creo que hay que delimitar los ámbitos competenciales. Hay un derecho a la información, pero los periodistas no somos los sacerdotes de una nueva sociedad, ni los jueces. Tenemos que respetar los procedimientos, esperar los tiempos, y trabajar con las certezas. Quien tiene una exclusiva, operará comprobando la veracidad de esas fuentes. Ciertamente creo que hay un aporte necesario para aportar a la sociedad. La CEE ha tenido noticia cuando se ha publicado. Después ha venido el arzobispo de Granada ha explicado lo que está en los medios. Él es, junto con la Santa Sede, quien tiene que explicar".

En otras palabras, los obispos españoles creen a Mons. Javier Martínez y no a los periodistas que le acusan de no hacer caso a Roma. Le creen a él y no a quienes han montado un pseudo-auto de fe mediático contra el arzobispo, con declaraciones del tipo siguiente, que aparece hoy en Religión Digital:

Doctrina de la Fe apunta que “no es de recibo” que el arzobispo de Granada “no supiera nada”

¿Alguien ha leído una sola declaración oficial de Doctrina de la Fe? ¿tenemos que fiarnos de lo que dicen que Roma quienes, puedo decirlo sin temor a equivocarme, son una mancha para la profesión periodística en el ámbito religioso? ¿Qué entiende esa gente por “Roma"? 

Leer más... »