El cardenal Kasper ha tenido a bien escribir un libro sobre el Papa Francisco para incluirle en una lista de insignes padres, santos y doctores de la Iglesia, que se caracterizaron, según él, por centrarse en la alegría del evangelio -que da título a la exhortación apostólica Evangelii Gaudium- del Santo Padre-. Hasta ahí, todo más o menos normal. El “problemilla” es que el prelado alemán ha incluido en esa lista a, ni más ni menos, Martín Lutero.
Aunque en InfoCatólica hemos dado la noticia tomándola del portal Catholic Culture, no está de más de que veamos cómo la cuenta, sin dar tantos nombres de santos, el portal Katholich.de, que es sin duda referencia del catolicismo en Alemania:
Franziskus mahne zu einer Rückbesinnung auf die frohe Botschaft des Evangeliums und greife damit die eigentlichen Ursprünge des Christentums auf, schreibt Kasper. “Allein vom Evangelium her kann der Glaube seine Frische wiederwiedergewinnen, können wir neu Freude am Leben, an der Schöpfung, an der Kirche wecken", so der Kurienkardinal, der darin unter anderem Anknüpfungspunkte zu mittelalterlichen Kirchenlehrern wie Thomas von Aquin (um 1225-1274) aber auch zum Reformator Martin Luther (1483-1546) sieht.
A la espera de que alguien quiera ofrecernos una traducción exacta de esas palabras, sí puedo decir que se confirma que el cardenal Kasper pone a Lutero junto a Santo Tomás de Aquino. He estado buscando en textos de papas, concilios, sínodos, etc, algo que nos pueda hacer pensar que la Iglesia Católica piensa que el Aquinate y el ex-monje agustino puede entrar en el mismo saco. Por no agobiar al lector con citas papales, conciliares, etc, me limitaré a copiar lo que dijo el cardenal Billot, que no tuvo problema alguno en renunciar al capelo cardenalicio por una diferencia de criterio menor con el Papa Pío XI. Hombre de fe, dijo esto de Santo Tomás:
«Hay una cosa que no puedo pasar en silencio, y es la recomendación perpetua, continua, repetida de siglo en siglo hasta nuestros días, con machacona insistencia y energía inflexible, de la doctrina de Santo Tomás por la Sede Apostólica. ¡Cosa digna de la más atenta consideración! En la Cátedra Apostólica se suceden unos tras de otros pontífices de distinta raza, de distinta nacionalidad, de distinta cultura, de distinta educación, y, sin embargo, todos convienen en recomendar a Santo Tomás, desde Juan XXII, que lo canonizó (…).
«Esta singularidad me indica por sí sola que no se trata aquí de cosas dependientes del arbitrio humano, ni de partido, ni de escuela, ni de opiniones personales de este o de aquel pontífice, sino de algo que se refiere a la misma Cátedra fundada por Jesucristo y garantizada por Él hasta el fin de los siglos, en la cual se sienta y rige, preside y vive, habla y enseña uno sólo, es decir, Pedro, que no pertenece a ningún partido, a ninguna escuela, a ninguna orden, sino a sólo Jesucristo y a su Iglesia. Es el mismo Pedro por boca de sus sucesores quien hace esta singular recomendación de Santo Tomás. No nos recomienda a otro, sino siempre al mismísimo Doctor Angélico»
(Discurso en la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás, 11 de marzo de 1915).
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