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7.05.09

El legado de Occidente a África: preservativos y aborto

Un grupo de estudiantes cameruneses ha publicado una carta en la que defienden al Papa de los ataques que ha recibido por sus palabras sobre el preservativo, durante el viaje apostólico a Camerún y Angola el pasado mes de marzo. Pero no sólo defienden al Papa, sino que atacan directamente a ese Occidente rico que no sólo está tirando por el sumidero de su letrina una serie valores éticos y morales que hasta hace medio siglo parecían intocables, sino que además pretende que otras culturas, como la africana, le sigan en ese camino suicida. Por eso estos jóvenes africanos no se andan por las ramas: “Decimos con firmeza nuestro ‘no’ a este modelo cultural totalmente extraño a nuestros valores y tradiciones, que nos está siendo impuesto como determinante de la mejora de nuestra vida“.

No es para menos. La exportación a África de un modelo de sociedad en el que la sexualidad es puro ocio, en el que la dignidad de la vida humana desde su concepción es ya historia y en el que el mismo concepto de familia es objeto de mercadería política para ganar votos de lobbys minoritarios, no puede traer nada bueno a un continente que no necesita de lo peor de Occidente para prosperar. Y es que, recordémoslo, ese Occidente que quiere llenar África de condones fue quien acometió una descolonización del continente africano digna de pasar a los anales de la historia como uno de los mayores desastres de la era moderna.

Mucho se ha acusado al imperio español de comportarse indignamente en las Américas, pero basta comparar los continentes americano y africano para constatar quién hizo mejor las cosas. Y es que aunque la práctica totalidad de los imperios conllevan una buena dosis de represión a los pueblos dominados o colonizados, cuando el imperio lleva el apellido de cristiano acaba dejando una impronta que permite el desarrollo civilizado de las naciones que acaban independizándose de su metrópoli. Al contrario, un Occidente sin alma cristiana sólo puede estropear las condiciones de las civilizaciones donde impone su fuerza militar y cultural.

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15.07.08

El cariño en medio del sufrimiento

Por suerte o por desgracia a lo largo de mi vida he pasado más tiempo de lo normal en diversos hospitales. No tanto por mí como sobre todo por mi madre. Ahora es mi esposa quien requiere hospitalización debido a la complicación de una enfermedad crónica que padece. Le esperan al menos dos semanas de estancia. Sé que la práctica totalidad de mis lectores creyentes rezan y rezarán por ella así que os lo agradezco.

Supongo que cada hospital tiene su propia idiosincrasia pero en todos he visto siempre las mismas escenas, las mismas caras de preocupación y, por supuesto, las mismas muestras de cariño de los familiares hacia los pacientes y viceversa. En el hospital no sufre sólo el enfermo sino aquellos que le aman. Y del sufrimiento surgen muestras de amor y de cariño que seguramente no se dan en el día a día, en la rutina de cada vida. Ver a un anciano coger la mano de su esposa llena de tubos es algo que emociona doblemente. Emociona porque puedes vislumbrar la angustia del abuelo que teme perder a quien ha sido su vida, y a su vez emociona porque contemplas cómo el verdadero amor nunca muere, no entiende de edades ni de dificultades y llega hasta el final.

Con todo, creo necesario decir que no deberíamos esperar a que nuestros seres queridos estén en dificultades de salud para llegar a ser más cariñosos con ellos. El amor no sólo se siente. Se dice, se cuenta, se vive. Sonrisas, besos, abrazos, “te quieros", la mera presencia, a veces son la mejor medicina para el alma y para el cuerpo. Y obtiene más quien da que quien recibe. El cariño que no das hoy quizás mañana no puedas darlo y eso produce una amargura que te puede acompañar el resto de tu vida. Sé mejor hijo, mejor esposo, mejor nieta, mejor sobrino, mejor padre, mejor amiga, mejor cristiano. Saldrás ganando.

Luis Fernando Pérez

5.07.08

Ambrosio y Lorena

Antes que nada quiero aclarar que ni soy lo que se conoce como creacionista, ni creo que todas las teorías sobre le evolución sean incompatibles con la fe cristiana. Pero hace años escribí la historia de dos ratoncitos enamorados, Ambrosio y Lorena, y todavía no he conseguido que ningún científico le resuelva a Lorena sus dudas sobre el planteamiento que le hace Ambrosio. He acá el relato:

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Érase una vez un ratoncito llamado Ambrosio al que por razones de comodidad y de supervivencia, le interesaba volar para poder escapar en caso de que un depredador mayor que él quisiera comérselo. Como quiera que el pobre Ambrosio había nacido sin alas, se hizo novio de Lorena, una ratoncita de cuyo lomo emergían unas protuberancias. El bueno de Ambrosio pensó:

“¡¡Uy!! Si me caso con Lorena entonces mis hijitos tendrán sus protuberancias y quizás en un futuro encuentren a otras Lorenas con protuberancias mayores y mejor desarrolladas y poco a poco, tras decenas de miles de Ambrosios y Lorenas conseguiremos que esas protuberancias se conviertan en alas que nos permitan volar y así podremos escapar de esa panda de asesinos que son los gatos salvajes".

Entonces se acerco a Lorena y le contó su bonita idea pero ella le replicó:

- Un momento Ambrosio, ¿y qué van hacer nuestros hijos y nuestros nietos con esas protuberancias antes de que les sirvan para volar? ¿no te das cuenta de que hasta que no sirvan para volar son un estorbo en nuestras carreras huyendo de los gatos asesinos?

Entonces, Ambrosio, muy enfadado le respondió:

- Lorena, ¡NO ME REPLIQUES!, la Selección Natural dice que tenemos que ir desarrollando estas protuberancias para que algún día nuestros tatatatatatatatatatatataranietos puedan volar. Y si lo dice la Selección Natural es que las cosas son así y punto.

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14.06.08

Aquellos escolapios....

Cuando en el post de ayer recordé al padre Villar con un bate de beisbol en la mano, vigilando que los piquetes “informativos” no nos molestaran, mi memoria no quiso quedarse en su figura. Dicen que este tipo de recuerdos se quedan ahí para toda la vida, pero a mí me da la sensación de que pueden desaparecer en cualquier momento en la nebulosa del tiempo. Por ejemplo, recuerdo pocos nombres de profesores y compañeros de clase. Entre estos últimos apenas me acuerdo de Fernando Peinado Sánchez, mejor estudiante que yo pero una nulidad completa con un balón entre los pies; Leandro del Peral Aguilar, uno de los mejores estudiantes en todos los cursos en los que coincidimos, y que además era muy bueno jugando al baloncesto; Pérez Vidal, de cuyo nombre de pila no me acuerdo, que era más bien chiquitajo pero muy buena gente; Pimentel, mulato probablemente de origen cubano, con quien no sé bien porqué me pegué en cierta ocasión, cosa rara en mí porque yo era un crío más bien pacífico y no me di de tortas más allá de 3 ó 4 veces en toda mi vida escolar. Por supuesto también me acuerdo de mi primo Amando, un año mayor que yo, pero eso no tiene ningún mérito ya que, siendo como soy hijo único, él es lo más cercano a un hermano que he tenido nunca.

Entre los profesores no sacerdotes recuerdo muy especialmente a don Luis Díaz, que entre ataques de tos nos enseñaba matemáticas de tal forma que hasta los de bajo coeficiente intelectual eran capaces de entenderlas. De él no se me olvidará el día en que, tras uno de dichos ataques, tiró por la ventana su paquete de Chesterfield sin boquilla y nos imploró, casi entre lágrimas, que no fuéramos tan necios como para vivir esclavizados al tabaco. Aquello me impresionó de tal manera que creo que a él le debo en gran medida el no ser fumador. Excepto del nombre, también me acuerdo del profesor de inglés. Creo que su único mérito para ser profesor de ese idioma era el estar casado con una norteamericana, pero sólo espero que su mujer supiera más castellano que él inglés, porque de lo contrario es imposible que se entendieran en casa. El tipo no tenía ni repajolera idea pero, eso sí, se lo pasaba en grande tomándonos el pelo a toda la clase, en especial a los más “trastos". Creo que en cierta ocasión nos pusimos todos de acuerdo para protestar al “prefecto” de nuestro ciclo escolar ( 5º a 8º de EGB ) por la actitud de aquel tipo. A Dios gracias mis padres tuvieron la gran idea de enviarme un par de años a dar clases particulares de inglés con un buen profesor. En esos dos años aprendí más que en toda mi vida escolar y es gracias a eso que hoy me defiendo bastante bien en la lengua de Shakespeare.

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12.06.08

La huelga y el cura del bate de beisbol

La huelga del sector minoritario de transportistas a la que estamos asistiendo nos retrotrae a tiempos que creíamos pasados en este país. Todavía recuerdo una escena “peculiar” en mis tiempos de alumno en el colegio que los Escolapios tienen en Getafe. Debido al cierre de Kelvinator los sindicatos habían convocado un paro general en toda la ciudad. Siendo Getafe una parte importantísima del cinturón rojo al sur de Madrid (hoy menos cinturón y menos rojo), el poder de movilización de los sindicatos era considerable. El caso es que también quisieron que parasen los colegios, pero la dirección del mío decidió que “naranjas de la China” y que permanecería abierto. Los padres que quisieran enviar a sus hijos a clase, lo podrían hacer…. al menos en teoría.

Por supuesto, aparecieron los piquetes “informativos". Pero hete aquí que a la puerta del colegio se encontraron con un cura más bien canijo, pero con una mala leche poco común, que además tenía entre sus manos un bate de beisbol. Era el padre Villar, al que yo tenía por profesor de Física en 6º de EGB. Por más años que pasen, y si el Señor no permite que enferme de Alzheimer o algo similar, no se me olvidará la imagen del cura con el bate de beisbol en la puerta de entrada al colegio. Obviamente ningún piquete se acercó a menos de 100 metros para convencer a los críos de que no debían de entrar, pero no quiero pensar lo que habría ocurrido si algunos exaltados hubieran optado por ir a por “el cura del bate".

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