La apasionante aventura de ser padre
Esto de ser padre es una aventura apasionante. Resulta que mi hija pequeña va a cumplir 13 años dentro de unos días. Hoy ha salido con su madre a hacer la compra y en el trayecto le ha contado lo que le gustaría que le regaláramos. Al llegar a casa, se ha dirigido a mí y me ha preguntado qué pensaba darle para el día de su cumpleaños, pero sin decirme qué es lo que quiere.
Como la conozco como si la hubiera parido -cosa que hizo su madre- he dado por hecho que ya tiene pensado algo. Entonces le he preguntado a mi esposa y rápido he conseguido que me diga lo que desea la nena. Al rato me he sentado al lado de la cría y le he preguntado: “A ver, maja, ¿qué quieres que te regalemos?“…y la cría, vergonzosa ella, ha empezado a dar vueltas, a decir que todavía no lo sabía, etc. Entonces le he puesto la mano en la cabeza y le he dicho: “Voy a hacer una conexión usb con tu mente para que a través de mi brazo me llegue tu deseo para tu próximo cumpleaños“. A los pocos segundos digo: “Hale, ya lo sé. Veremos si te lo regalamos“. Y la he dejado pensando si será cierto que lo he averiguado.

En el día de ayer, a eso de las nueve de la mañana, hora española, acabé de escribir un post que empezaba de la siguiente manera:
Dicen que quieren una Iglesia samaritana, dialogante, abierta, acogedora, democrática, sin apenas dogmas, que regrese a sus orígenes etc.
Es habitual que aquellos que tienen un problema existencial consistente en que no aceptan el magisterio de la Iglesia, me acusan de querer echarles de ella. A decir verdad me importa relativamente poco que se me acuse de inquisitorial, fundamentalista, ultraconservador -los lefebvrianos me llaman liberal-, talibán, etc. Ya lo dijo, entre otros, San Pío Pietralcina: “El mundo os llamará fanáticos, locos y creaturas miserables; amenazarán haceros vacilar en vuestra constancia con su elocuencia engañosa“.


