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6.10.14

Entera libertad para defender a la grey

Ahora que ha empezado un Sínodo en el que todos están invitados a decir lo que les parezca oportuno, incluso sobre temas que están sellados bajo la autoridad dogmática de la Iglesia, a la cual están sujetos todos los fieles, es oportuno traer a la luz textos de siervos de Dios, beatos y santos que pueden arrojar luz sobre la necesidad de, como pide la Escritura, “combatir por la fe entregada que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos” (Jud 3)

Providencialmente, el texto patrístico del Oficio de Lecturas de la Liturgia de las horas de ayer domingo, y que sin duda leyeron todos los participantes en el Sínodo, incluía el siguiente texto de San Gregorio Magno (negritas mías):

De la Regla pastoral de san Gregorio Magno, papa
(Libro 2, 4: PL 77, 30-31)

El pastor debe saber guardar silención con discrección y hablar cuando es útil

El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que manifestar. Porque así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados. Porque con frecuencia acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo.

Por eso el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos, incapaces de ladrar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la brecha ni levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla, en el día del Señor. Acudir a la brecha significa aquí oponerse a los grandes de este mundo, hablando con entera libertad para defender a la grey; y resistir en la batalla en el día del Señor es lo mismo que luchar por amor a la justicia contra los malos que acechan.

¿Y qué otra cosa significa no atreverse el pastor a predicar la verdad, sino huir, volviendo la espalda, cuando se presenta el enemigo? Porque si el pastor sale en defensa de la grey es como si en realidad levantara cerco en torno a la casa de Israel. Por eso, en otro lugar, se dice al pueblo delincuente: Tus profetas te predicaron cosas falsas y vanas, y no revelaron tu culpa para invitarte a penitencia. Pues hay que tener presente que en la Escritura se da algunas veces el nombre de profeta a aquellos que, al recordar al pueblo cuán caducas son las cosas presentes, le anuncian ya las realidades futuras. Aquellos, en cambio, a quienes la palabra de Dios acusa de predicar cosas falsas y vanas son los que, temiendo denunciar los pecados, halagan a los culpables con falsas seguridades y, en lugar de manifestarles sus culpas, enmudecen ante ellos.

Porque la reprensión es la llave con que se abren semejantes postemas: ella hace que se descubran muchas culpas que desconocen a veces incluso los mismos que las cometieron. Por eso san Pablo dice que el obispo debe ser capaz de exhortar y animar con sana instrucción y rebatir a los contradictores. Y, de manera semejante, afirma Malaquías: De la boca del sacerdote se espera instrucción, en sus labios se busca enseñanza, porque es mensajero del Señor. Y también dice el Señor por boca de Isaías: Grita a voz en cuello, sin cejar, alza la voz como una trompeta.

Quienquiera pues que se llega al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, para ir dando voces antes de la venida del riguroso juez que ya se acerca. Pero, si el sacerdote no predica, ¿por ventura no será semejante a un pregonero mudo? Por esta razón el Espíritu Santo quiso asentarse, ya desde el principio, en forma de lenguas sobre los pastores; así daba a entender que de inmediato hacía predicadores de sí mismo a aquellos sobre los cuales había descendido.

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10.09.14

El clérigo borracho, el joven y la Custodia

Se las prometían muy felices. Salían a la mar con alegría y mucho viento a favor. Estaban convencidos de que surcarían las aguas con prestancia y ligereza. Nada de calmas chichas que dejan los barcos cual si hubieran echado el ancla. Pronto estarían llenando las bodegas de pescado robado al líquido elemento.

La tripulación estaba entusiasmada. Se creían los mejores marinos del mundo mundial. Sí, había algunos que advertían que tanta confianza en las capacidades propias podían quedar en nada si la naturaleza hacía de las suyas y recomendaron no alejarse demasiado de la costa, pero fueron acusados de agoreros y cobardes.

Una vez en alta mar, cuando ya no había tiempo de dar marcha atrás, las cosas se complicaron. El viento aumentó su intensidad, las olas empezaron a zarandear el barco cual si fuera una cáscara de nuez y, para colmo, parecía que el capitán estaba empeñado en tomar las decisiones equivocadas.

Los prudentes levantaron entonces la voz. Dijeron: “¿no os lo advertimos? Solo vosotros, necios, erais incapaces de ver que se acercaba una galerna“. Pero la reacción del resto fue echarles la culpa de la calamidad que amenazaba con hundir el barco y a todos los que en él estaban. En vez de trabajar unidos para mantenerlo a flote, acabaron enzarzándose en una pelea.

Entonces un joven, recién salido de la adolescencia, encargado de asistir al clérigo anciano obeso y borrachín que “atendía” espiritualmente a los marineros, apareció en cubierta con un custodia de hierro, oxidada y llena de mugre, pero con el mejor tesoro en ella. Y dijo: “o clamamos a Cristo o nos hundimos“.

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23.08.14

Se nota que en Cádiz tienen un buen obispo

Son ya casi tres años los que Mons. Rafael Zornoza lleva como obispo de Cádiz y Ceuta. Antes había sido obispo auxiliar de Getafe, diócesis joven que tuvo la dicha de contar como primer obispo con un santo varón y magnífico pastor, D. Francisco José Pérez y Fernández-Golfin, de quien está abierta la causa para su beatificación. Este dato ya habla por sí solo, porque como dice el refrán “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija“. Don Rafael fue mano derecha de don Francisco y co-responsable de unos de los seminarios, el getafense, más vivos y fecundos de toda España. Ruego se me permita presumir de ello, ya que toda mi infancia y gran parte de mi adolescencia la viví en la capital del sur de Madrid.

El caso es que en los últimos días la prensa gaditana ha sido un constante ir y venir de informaciones y artículos críticos con Mons. Zornoza. La escusa ha sido el cese del responsable de Cáritas diocesana. Como ejemplo de lo que se está cociendo en ese amado rincón de la geografía española, voy a reproducir y comentar buena parte de uno de los artículos publicados. El título “Zornoza versus Bergoglio” ya indica por dónde van a ir las cosas. Se trata de oponer al obispo malo con el Papa bueno.

Tras glosar una serie de gestos que, al parecer, servirían para establecer un paralelismo entre don Rafael y el papa Francisco, dice el autor:

Sin embargo, el paralelismo trazado entre ambos es quizás una de las pocas similitudes que se pueden encontrar entre Jorge Mario Bergoglio y Rafael Zornoza Boy.

Bien, vaya por delante que los obispos no son ni pueden ser fotocopias de los papas. Apañados estaríamos si cada vez que cambiamos de Papa, el episcopado en pleno tuviera que cambiar de chip para amoldarse a las características personales, que suelen ser accidentales, del sucesor de San Pedro. Entre los obispos del mundo los hay amables, serios, adustos, dicharacheros, taciturnos, sonrientes, besa-abuelas y besa-niños, tímidos, firmes, conversadores, teólogos, canonistas, pastoralistas, del Aleti de Madrid, del Real Madrid, del Barcelona, del Boca Juniors, del River Plate, de los Dallas Maverichs y de los San Antonio Spurs.

El enésimo conflicto con Cáritas -con dimisiones, sospechas en torno al destino de los fondos, escándalo y divisiones en el seno del Obispado- no es más que la confirmación de que la línea entre sumo pontífice y prelado no puede ser más dispar.

Tiene guasa que con la cantidad de cambios que ha traído el papa Francisco al ámbito de las cuentas vaticanas, se diga eso de la diócesis de Cádiz. Mucha guasa.

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4.08.14

Puestos a trabajar en favor del ecumenismo, que sea con...

El 19 de enero del 2010, Benedicto XVI aseguró que la Iglesia Católica está comprometida de forma irreversible con el ecumenismo. Anteriormente, el 18 de julio del 2008, había afirmado que “el camino del Ecumenismo apunta, definitivamente, a una celebración común de la Eucaristía”. Con ello no hacía sino seguir los pasos de sus inmediatos antecesores en la Silla de Pedro. Por su parte, el papa Francisco ha hecho gestos ecuménicos significativos. Entre sus declaraciones, quisiera resaltar las que hizo durante la visita a Roma del patriarca de los armenios, Karekin II. Dijo el Santo Padre:

El ecumenismo del sufrimiento, el ecumenismo del martirio, el ecumenismo de la sangre son un poderoso recordatorio para caminar por el camino de la reconciliación entre las Iglesias, con determinación y abandono confiado al Espíritu.

Dando por hecho que no hace falta explicar ni justificar el ecumenismo con los orientales, ya sean los ortodoxos, ya sean los no calcedonianos e incluso los nestorianos, sí me parece oportuno que en relación a los protestantes tengamos muy presente que hay unas diferencias abismales, dependiendo de quién tengamos delante.

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8.07.14

No era santa Mónica, pero soy católico en buena medida gracias a ella

Se llamaba Mónica, era cristiana y estaba casada con Patricio, un pagano de difícil carácter. De dicho matrimonio nacieron tres hijos, uno de los cuales se llamaba Agustín. Desesperada por el comportamiento de su retoño, la buena mujer imploraba a Dios con lágrimas por su conversión. Era tanto su amor por él, que se dirigió al obispo de Milán, Ambrosio, para que le predicara el evangelio. El santo obispo le dio una respuesta que ha quedado para la historia: ¡No puede perderse un hijo de tantas lágrimas!. Lo que ocurrió después, ya lo saben. Ese hijo se convirtió y llegó a ser obispo de Hipona así como uno de los más grandes santos que ha dado la Iglesia.

Salvando las enormes distancias, yo también tuve una madre, Amelia, que se ocupó, y mucho, por mi salud espiritual. No es que ella fuera un modelo de santidad inmaculada, pero desde luego supo transmitirme su amor por el Señor, por la Virgen y hasta por la Iglesia. Tuve además la suerte de que fuera catequista, lo cual sirvió, entre otras cosas, para que yo tomara la primera comunión un año antes (contaba con 7) de lo que era habitual por entonces. Ella le dijo al párroco que yo estaba preparado de sobra y el sacerdote no puso inconveniente.

Con el paso de los años, le tocó pasar por un auténtico calvario de salud. Pasó muchos años entre dolores tan espantosos que estuvo ingresada en la unidad del dolor del hospital madrileño de Puerta del Hierro. Le llegaron a colocar una bomba de morfina. También padeció de los nervios, lo cual hacía que su personalidad fuera ciertamente complicada. Pero la gracia de Dios le permitió ofrecer siempre sus sufrimientos.

El fallecimiento prematuro de mi padre supuso un mazazo espantoso tanto para ella como para mí. Yo tenía 16 años y estaba en la etapa más complicada de la vida, la adolescencia. Aquella muerte, en vez de unirnos, nos enfrentó. Solo Dios sabe cuánto lamento el daño que la hice y lo mucho que la hice sufrir. Me aparté de la Iglesia, de la fe, llegué a atentar contra mi vida y me sumí en el mundo del esoterismo y la Nueva era.

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