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4.12.18

Los consejos del P. Fortea para las homilías

La buena gente de ACI Prensa ha tenido la feliz idea de recuperar para este Adviento un artículo del P. José Antonio Fortea, escrito en noviembre del 2017. Este famoso sacerdote español tuvo a bien dar unas pautas para predicar buenas homilías. Aunque no existe el peligro de que yo predique homilía alguna en lo que me queda de vida, sí que soy y seré testigo de muchas de ellas, con lo cual el tema me interesa.

Antes de analizar lo indicado por el sacerdote oscense -aunque incardinado en Alcalá de Henares- creo importante señalar el hecho de que multitud de fieles solo reciben cierta formación espiritural, doctrinal y moral a través precisamente de las homilías. No abundan los que se leen documentos magisteriales, ni los que leen habitualmente la Biblia, escritos de los santos, etc. Tampoco hay multitudes de fieles en las escasas parroquias que tienen un catecumenado para adultos. 

Dicho eso, vamos con el “decálogo” para una buena homilía de D. José Antonio:

-Predicar lo más posible acerca de Dios.

Elemental, querido Watson, que diría Sherlock Holmes. Pero por muy elemental que parezca, hoy parece estar de moda hablar de la solidaridad, de los pobres, del cambio climático, de los que mueren intentando buscar una mejor vida… sin mencionar a Dios para nada. El segundo mandamiento “amarás al prójimo como a ti mismo” está a la orden del día, pero el primero brilla por su ausencia. Como si todo el mal que existe en el mundo se pudiera arreglar sin nombrar al Creador. Hace bien el P. Fortea en dar ese consejo.

-Fijarse siempre en lo positivo. Exponer la belleza del Bien en todas sus formas.

Dependiendo de las lecturas del día o de las situaciones particulares o generales que el sacerdote quiera mencionar, no es fácil seguir siempre ese consejo. Pero sí, es cosa recomendable que todo sermón deje lugar a la esperanza cristiana, a la belleza del mensaje de salvación, a la seguridad de que "todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio” (Rom 8,28).

-Evitar hablar del pecado, del castigo, del mal.

Reconozco que me he quedajo ojiplático al leer ese consejo. “No, no puede ser", me he dicho. Pero es. No dice algo tipo “no hable constantemente del pecado, del castigo, del mal", sino “evitar” hablar de esas cosas. Y digo yo, ¿cómo va nadie a plantearse dejar de vivir en pecado, abandonar el mal que le aleja de Dios, si no se le predica al respecto? Es más, ¿qué fue lo que dijo Cristo que haría el Espíritu Santo cuando viniera tras su partida?:

Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Jn 16,8

¿Es consciente el P. Fortea que lo que propone es exactamente llevar la contraria, ni más ni menos que en la tarea homilética, a la labor del Espíritu Santo?

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