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26.10.15

Ahora intentarán ganar en los medios lo que no pudieron en el Sínodo

¿Quién no ha leído, escuchado o visto la noticia de que el sínodo que acaba de terminar en Roma permitirá la comunión de los divorciados? Da igual que eso sea mentira. Da lo mismo que no exista ni asomo de semejante posibilidad en la relatio final. Desde el punto de vista mediático, lo que estaba en juego en este sínodo no era la manera en que la Iglesia va a abordar la pastoral familiar. No, se trataba de saber si la Iglesia iba a cambiar su doctrina en relación al adulterio -no pienso pedir perdón por llamarlo como Cristo- y la homosexualidad. Y como no la ha cambiado, da igual: se dice que sí en el tema del adulterio -la homosexualidad la dejan aparte- , y dan por hecho que como la gente, piensan, es manipulable, calará esa idea y la Iglesia acabará aceptando dicha manipulación.

En la prensa española se ha dado la circunstancia de que El País, de izquierdas, ha sido relativamente más verídico que el diario La Razón, de derechas. Dice El País:

Después de tres semanas de discusiones, el Sínodo sobre la Familia se cerró sin responder a las expectativas creadas. Ni los divorciados vueltos a casar podrán recibir la comunión de forma generalizada…

Y habla de

ausencia de avances significativos en la postura de la Iglesia ante las que considera “situaciones difíciles” -divorciados, parejas de hecho, homosexuales-…

Sin embargo, el diario La Razón titulaba ayer domingo en portada de la siguiente manera:

La Iglesia abre la puerta a estudiar caso a caso que los divorciados puedan comulgar.

El titular es falso por dos razones. Primero, porque los divorciados que no se han casado de nuevo pueden comulgar sin ningún problema, como el resto de los fieles. Es decir, siempre que no hayan cometido cualquier pecado mortal. Segundo, porque en el texto sobre los divorciados vueltos a casar la relatio final no menciona para nada el acceso a la comunión. Es más, en el punto que indica el proceso de acompañamiento a esas personas, se indica expresamente que no hay gradualidad en la ley. Y estamos hablando de la ley de Cristo sobre el divorcio y el adulterio, que es muy clara. Por tanto, nada ha cambiado. La doctrina se mantiene igual, como no podía ser de otra forma.

Alguno dirá: “Pero no se afirma explícitamente que los adúlteros no pueden comulgar". A lo cual respondo: “Ni lo contrario. Ante lo cual, la cosa se queda igual a como estaba". 

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