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8.04.15

Son un insulto a la memoria de San Ignacio de Loyola

El pasado domingo de Resurrección, publicamos un artículo de Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, en el que el obispo se limitaba a recordar que es doctrina católica -y de paso de ortodoxos y protestantes evangélicos (no liberales)- algo tan elemental como que Jesucristo resucitó de verdad y que tal hecho, además de ser un dogma de fe, es historico. Además, arremete contra los que niegan dicha historicidad.

Decía el obispo:

Algunos teólogos, en su intento de conseguir que la fe cristiana esté plenamente integrada en los parámetros de la cultura contemporánea, pretendieron realizar una reinterpretación de la resurrección, de forma que la fe cristiana en la resurrección de Jesucristo no implicase la historicidad del sepulcro vacío, la revivificación del cadáver, ni las apariciones de Jesucristo resucitado a los apóstoles. Todo eso no serían más que construcciones literarias de los evangelios. Para estos autores, la resurrección de Cristo se reduce a la experiencia subjetiva de que Jesús vive dentro de nosotros, y de que inspira nuestra existencia.

Pues hete aquí que el “teólogo” José María Castillo se ha enfadado con el prelado vasco. Y no ha tenido mejor idea que escribir otro artículo diciendo que tal resurrección no es un hecho histórico sino, ojo al dato, meta-histórico. Así lo explica:

El obispo Munilla se ha puesto nervioso porque algunos se atreven a decir que la resurrección de Cristo no es un hecho histórico. Los entendidos en historiografía discuten lo que se debe entender cuando hablamos de un “hecho histórico". Sea cual sea la postura que cada cual adopte en esa discusión, lo que parece que se puede afirmar con seguridad es que un hecho se puede considerar como histórico cuando ese hecho sucede dentro de la historia. Lo que le ocurra (o le pueda ocurrir) a un ser humano después de su muerte, eso ya no está, ni puede estar dentro de la historia, sino más allá de la historia.En tal caso, ya no estamos hablando de lo “histórico", sino de lo “meta-histórico“. Por supuesto, puede haber personas (y las hay en abundancia) que, por sus creencias (religiosas, filosóficas o de otra índole), están persuadidos de que un difunto vive, ya sea en el cielo, junto a Dios, en la eternidad o en alguna otra modalidad que los humanos podemos imaginar o idealizar. Pero, cuando esto sucede, ya no estamos hablando de la historia, sino de lo que trasciende la historia. En otras palabras, una cosa es “lo histórico” y otra cosa es “lo trascendente". Que puede ser “real", pero no es “histórico".

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