InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Abril 2014

25.04.14

Zapatero, el arzobispo anglicano de Gales, Benedicto XVI y la verdad que nos hace libres

José Luis Rodríguez Zapatero está encantado de haberse conocido. Y de todas las barbaridades que cometió durante su mandato al frente del gobierno de España, una de las que más ilusión le provoca es la ley del “matrimonio” homosexual. Llega a decir que esa ley es verdadera “Marca España” (entren al link). No sabemos si Mariano Rajoy, actual presidente, llega a tanto, pero es evidente que vive la mar de feliz con la existencia de “bodas” civiles entre homosexuales.

Creo bastante probable que Zapatero esté igual de orgulloso de su ley abortista. Es normal que así sea. Siempre tuvo muy claro cuál era su agenda de valores y lo importante que es para un político poner en marcha los cambios legislativos que se requieren para que la sociedad sea como él quiere que sea. Si además obtiene el voto de los ciudadanos, miel sobre hojuelas. No voy a recordar de nuevo lo que pienso sobre el catolicismo y la política en este país. El que no lo sepa y quiera saberlo, que lea este post reciente.

Es muy significativo saber de boca de Zapatero que el Papa le reprochó la ley del “matrimonio” homosexual todas la veces que se entrevistaron. Obviamente está hablando de Benedicto XVI, que era el Obispo de Roma cuando el socialista estaba en la Moncloa. Eso demuestra que al actual Papa emérito (*) le preocupaba mucho que España se viera expuesta a una ley inicua, que pisotea la ley natural y que, como el propio Zapatero reconoce, es ejemplo para otros países. Especialmente para países hispanoamericanos, añado. No es casual que el “gaymonio” llegue a la América que habla español después de que se ha impuesto en España. Y otro tanto pasa con el aborto. Sospecho que la masonería, a la que muy probablemente pertenece ZP, anda detrás de ese plan.

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22.04.14

Cuando ser católico es creer cualquier cosa

La primera vez que se usó el término Iglesia Católica fue en la primera década del siglo II. El término aparece en la epístola de San Ignacio de Antioquía a los esmirneanos. Y el contexto de la cita es ciertamente significativo:

Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la Iglesia católica.

Como ven ustedes, el santo obispo mártir tenía bien claro cuál era el orden establecido por Dios para su Iglesia. El obispo al frente del pueblo. Pero no es ese el motivo de este post, que nace como reflexión al que escribió ayer el P. Jorge González y que se titula “Piedad no cree que Dios sea todopoderoso”. En el mismo nos cuenta como una feligresa de una parroquia católica no cree algo en lo que cualquiera que pretende ser cristiano debe creer.

Dejemos a un lado la cuestión de si se puede ser cristiano sin creer todo lo que enseña la Iglesia Católica. Es evidente que hay muchos hermanos separados que sin ser católicos, son cristianos. Ahora bien, San Agustín de Hipona predicó lo siguiente en un sermón:

“No puede creerse que guardáis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana”
(Sermon 120,13)

Fíjense ustedes bien que el doctor de la Iglesia no dice simplemente que no se puede ser católico sin creer lo que cree el Papa. No, va más allá. Niega la condición de católicos a los que NO ENSEÑAN que se debe guardar la fe del Vicario de Cristo, Obispo de Roma. Tomen nota de ello los que viven instalados en el “disenso” doctrinal y eclesial.

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21.04.14

La insoportable levedad del voto católico en España

Existe un libro del que muchos saben el título pero muy pocos saben de qué va. Se trata de “La insoportable levedad del ser", del checo Milan Kundera. He encontrado en la red esta descripción del mismo:

Trata de un hombre y sus dudas existenciales en torno a la vida en pareja, convertidas en conflictos sexuales y afectivos. Relata escenas de la vida cotidiana trazadas con un profundo sentido trascendental: la inutilidad de la existencia y la necesidad del eterno retorno de Nietzsche por el cual todo lo vivido ha de repetirse eternamente, sólo que al volver lo hace de un modo diferente, ya no fugaz como ocurrió en el principio.

En relación a la presencia de los católicos en la política española, llevamos los casi cuarenta años de democracia en una absoluta inutilidad que se repite constantemente. En estas cuatro décadas hemos visto llegar el divorcio, el aborto, más divorcio (express) y más aborto, “matrimonio” homosexual", ideología de género, ataques a la libertad de los padres en relación a la educación de sus hijos (Educación para la Ciudadanía) y una política económica no especialmente afín a la doctrina social de la Iglesia.

Cuando empezó la Transición, los españoles católicos practicantes eran probablemente mayoría absoluta. O en todo caso, una minoría de mucho peso. En estos momentos apenas llegan al 15% de la población. Pero creo que, igual que hace cuarenta años, el porcentaje de españoles que hoy “hurgan” en su fe para buscar un motivo para emitir el voto difícilmente supera el 5%. Y eso, siendo generoso. Es más, de ese 5%, probablemente más de un 80% vota teniendo en cuenta la teoría del mal menor. Es decir, no votan a favor de unas siglas porque les parezcan lo mejor, o siquiera algo medianamente bueno, sino para evitar que gobiernen los de otras siglas.

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18.04.14

El Papa nos presenta a las tres hermanas: pobreza, fidelidad y obediencia

En la que sin duda ha sido una de las mejores homilías de este pontificado, predicada en la Santa Misa Crismal, el papa Francisco nos presentó a las tres hermanas que deben acompañar a todo sacerdote. Tras hablar de la alegría que les unge, la alegría incorruptible y la alegría misionera que deben estar presentes en todo presbítero, el Santo Padre habló de:

1- La hermana pobreza:

La alegría del sacerdote es una alegría que se hermana a la pobreza. El sacerdote es pobre en alegría meramente humana ¡ha renunciado a tanto! Y como es pobre, él, que da tantas cosas a los demás, la alegría tiene que pedírsela al Señor y al pueblo fiel de Dios. No se la tiene que procurar a sí mismo. Sabemos que nuestro pueblo es generosísimo en agradecer a los sacerdotes los mínimos gestos de bendición y de manera especial los sacramentos. Muchos, al hablar de crisis de identidad sacerdotal, no caen en la cuenta de que la identidad supone pertenencia. No hay identidad –y por tanto alegría de ser– sin pertenencia activa y comprometida al pueblo fiel de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 268). El sacerdote que pretende encontrar la identidad sacerdotal buceando introspectivamente en su interior quizá no encuentre otra cosa que señales que dicen “salida”: sal de ti mismo, sal en busca de Dios en la adoración, sal y dale a tu pueblo lo que te fue encomendado, que tu pueblo se encargará de hacerte sentir y gustar quién eres, cómo te llamas, cuál es tu identidad y te alegrará con el ciento por uno que el Señor prometió a sus servidores. Si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio y la unción no puede ser fecunda. Salir de sí mismo supone despojo de sí, entraña pobreza.

Sería absurdo que yo intentara explicarlo mejor que el Papa, pero se me ocurre decir que aquel que se hace pobre por los demás, aquel que lo deja todo para servir a Dios en medio de su pueblo, es el más rico de todos. ¡Qué gran privilegio es ser sacerdote del Altísimo que sirve al prójimo llevándole la gracia sacramental, el don de la sabiduría mediante el consejo pastoral y el regalo de la caridad mediante el acompañamiento en el tiempo de cruz y sufrimiento! No podemos hacer otra cosa que dar gracias a Dios por nuestros curas. Por todos. También por aquellos que, por sus limitaciones humanas, no reflejan toda la santidad a la que han sido llamados. Si en vez de quejarnos tanto -con razón o sin ella- rezáramos más por ellos, más santos serían.

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16.04.14

La Iglesia Católica como elemento decorativo de la Europa apóstata

Cuando Hilarión de Volokolasmk, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú, dijo hace un par de días en Madrid que “la crisis moral es muy actual en los últimos años” y que se observa en todo el mundo, sobre todo en Occidente, cómo “se derrumban” los fundamentos morales tradicionales, quizás se quedó corto. Esos fundamentos ya han sido aniquilados por completo y solo quedan algunos vestigios en las familias cristianas que se resisten a dejarse llevar por la corriente de apostasía que se ha instalado, ¡quién sabe si para quedarse!, en el Viejo Continente.

El último bastión en caer ha sido Malta. La muy católica Malta. La por siempre católica Malta. Ayer acaba de aprobar la equiparación de las uniones homosexuales al matrimonio, con derechos de adopción incluidos. Es posible que muchos católicos tibios -especie muy abundante en esta época- crean que basta con no llamar matrimonio a ese engendro para que sea aceptable. Es ese tipo de católicos que, en su versión española, se convierten en proselitistas de leyes abortistas como la que quiere aprobar el gobierno del señor Rajoy. Es ese tipo de católicos que son cómplices del príncipe de este mundo, que gobierna ahora bajo el disfraz de democracia liberal. Viven más o menos felices en medio de la Sodoma y Gomorra y se conforman con decir cuatro obviedades de vez en cuando.

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