Lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios
Prov 23-19-21
Escucha, hijo mío, sé sabio; pórtate siempre con rectitud. No andes mezclado con bebedores ni con gente que se harta de carne; pues borrachos y comilones empobrecen, los holgazanes se visten de harapos.
Luc 16,13
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Luc 16,15
Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios.
Jn 17,14
… y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
2 Co 6,15-16
No os unzáis en yugo desigual con los infieles: ¿qué tienen en común la justicia y la maldad?, ¿qué relación hay entre la luz y las tinieblas?, ¿qué concordia puede haber entre Cristo y Belial?, ¿qué pueden compartir el fiel y el infiel?
Gal 1,10
¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Col 3,23-24
Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor, y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo el Señor.
1 Tes 4,10b-12
Sin embargo os exhortamos, hermanos, a seguir progresando: esforzaos por vivir con tranquilidad, ocupándoos de vuestros asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado, para que os comportéis honestamente con los no cristianos y no tengáis necesidad de nadie.
Stg 4,4
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
1ª Ped 2,9
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
1 Jn 2,15-17
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Ap 3,10
Porque has guardado mi consigna de perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la tentación que va a venir sobre todo el mundo, para tentar a los habitantes de la tierra.