María, destructora de todas las herejías, auxilia a tus hijos

María aplasta la serpienteAños atrás hemos asistido a la proliferación de multitud de escándalos sexuales por parte del clero de la Iglesia. La política de encubrimiento fue sencilla y llanamente espantosa. La táctica consistía en no atajar el mal de raíz, sino trasladar al corrupto de un lugar a otro. La credibilidad moral de la Iglesia sufrió un duro golpe. No vale la excusa de que esas cosas pasan también, incluso más, fuera de ella. Aparte de las propias víctimas, quien más ha sufrido las consecuencias de esa desastrosa política “pastoral” han sido esa gran mayoría de sacerdotes que jamás han incurrido en semejante delito.

Ahora también sabemos que había mucha herejía igualmente oculta. Y está saliendo a la luz de golpe. No se puede tapar el sol con un dedo. Ni más ni menos que el presidente de una conferencia episcopal importante ha asegurado que la Relatio que ha partido de un sínodo extraordinario es contraria al magisterio papal. Y no es el único que se ha pronunciado en ese sentido. 

Sandro Magister afirmaba ayer en su blog personal que hubo una batalla campal en el Sínodo tras la lectura de la Relatio. Y como fuente cita L´Osservatore Romano, periódico oficial de la Santa Sede. Tomaron la palabra para defender la fe de la Iglesia los cardenales  Pell, Ouellet, Filoni, Dolan, Vingt-Trois, Burke, Rylko, Müller, Scola, Caffarra, entre otros. Hoy leemos en Secretum meum mihi que el cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, calificó la Relatio de “indigna, vergonzosa, completamente equivocada“ 

Den ustedes por hecho que esos cardenales están dispuestos a ser fieles hasta el final en la defensa de la fe que fue entregada una vez para siempre a los santos. Pero puede que, para escándalo de millones de fieles y recocijo del mundo, no sean mayoría en un sínodo que parece haber sido teledirigido de forma bastante burda. Desde luego mediáticamente ha sido un desastre, pues se nos ha querido ocultar la reacción de los prelados fieles a Cristo a la actuación de los que quieren pisotear la gracia de Dios bajo el manto de una falsa misericordia

No es casual que, tras los escándalos sexuales, lo que esté en juego precisamente a nivel doctrinal tenga que ver precisamente con la moral sexual. Nada casual. Y la raíz del problema es exactamente la misma. No son pocos los que la han denunciado -este portal es testigo de ello-. Es triste comprobar como el tiempo da la razón a a los que, como San Josemaría Escrivá, advirtieron que la autoridad eclesial estaba permitiendo la proliferación de todo tipo de herejías y falsas doctrinas:

Esto - y más hoy, y aun más en algunos círculos eclesiásticos- choca y no me extraña que choque, porque la lógica de Dios desafía abiertamente a la lógica de los hombres. Unos, con pretextos de evangelizar el mundo, se afanan en ceder y ceder, desvirtuando la sal cristiana. Nosotros procuramos exigirnos, y exigir mucho…

En una palabra: el mal viene, en general, de aquellos medios eclesiásticos que constituyen como una fortaleza de clérigos mundanizados. Son individuos que han perdido, con la fe, la esperanza: sacerdotes que apenas rezan, teólogos —así se denominan ellos, pero contradicen hasta las verdades más elementales de la revelación— descreídos y arrogantes, profesores de religión que explican porquerías, pastores mudos, agitadores de sacristías y de conventos, que contagian las conciencias con sus tendencias patológicas, escritores de catecismos heréticos, activistas políticos.

Hay, por desgracia, toda una fauna inquieta, que ha crecido en esta época a la sombra de la falta de autoridad y de la falta de convicciones, y al amparo de algunos gobernantes, que no se han atrevido a frenar públicamente a quienes causaban tantos destrozos en la viña del Señor.

Hemos tenido que soportar - y cómo me duele el alma al recoger esto - toda una lamentable cabalgata de tipos que, bajo la máscara de profetas de tiempos nuevos, procuraban ocultar, aunque no lo consiguieran del todo, el rostro del hereje, del fanático, del hombre carnal o del resentido orgulloso.

Hijos, duele, pero me he de preocupar, con estos campanazos, de despertar las conciencias, para que no os coja durmiendo esta marea de hipocresía. El cinismo intenta con desfachatez justificar - e incluso alabar- como manifestación de autenticidad, la apostasía y las defecciones. No ha sido raro, además, que después de clamorosos abandonos, tales desaprensivos desleales continuaran con encargos de enseñanza de religión en centros católicos o pontificando desde organismos paraeclesiásticos, que tanto han proliferado recientemente.

 Me sobran datos bien concretos, para documentar que no exagero: desdichadamente no me refiero a casos aislados. Más aún, de algunas de esas organizaciones salen ideas nocivas, errores, que se propagan entre el pueblo, y se imponen después a la autoridad eclesiástica como si fueran movimientos de opinión de la base. ¿Cómo vamos a callar, ante tantos atropellos? Yo no quiero cooperar, y vosotros tampoco, a encubrir esas grandes supercherías.

La Tercera Campanada, San Josemaría Escrivá de Balaguer

La solución también la da ese gran santo y profeta -porque esas cosas solo las puede decir un profeta- que dio la Iglesia el siglo pasado:

A este descaro corruptor, hemos de responder exigiéndonos más en nuestra conducta personal y sembrando audazmente la buena doctrina. Hijas e hijos míos, que nadie nos gane en diligencia: es la hora de una movilización general, de esfuerzos sobrenaturales y humanos, al servicio de la fe. Ninguno de mis hijos puede ausentarse de esta batalla. Saber estas cosas y lamentarse no bastaría: debemos esparcir la buena semilla a manos llenas y con constancia, de palabra y por escrito. Pero, sobre todo, con nuestro comportamiento: que se note que reverenciamos la fe y amamos fielmente a Jesucristo y a su Santa Iglesia. Cada uno de vosotros debe ser un foco activo de apostolado, que haga eco y difunda doctrina cristiana diáfana, en medio de este mundo y de esta Iglesia, tan enfermos y tan necesitados de la buena medicina que encierra la verdad que Jesús nos trajo.

Persuadíos de que, si procuramos trabajar con esta sinceridad, no nos ganaremos las simpatías de algunos. Sin embargo, no caben ni ambigüedades ni compromisos. Si, por ejemplo, os llamaran reaccionarios porque os atenéis al principio de la indisolubilidad del matrimonio, ¿os abstendríais, por esto, de proclamar la doctrina de Jesucristo sobre este tema, no afirmaríais que el divorcio es un grave error, una herejía?

Hijos de mi alma, que ninguno me venga con remilgos y distingos, en estos momentos en que se requiere una firme entereza doctrinal. Abominemos de ese cómodo irenismo de quien imaginara pacificar todo, encasillando unos a la izquierda y acomodando otros a la derecha, para colocar graciosamente en un prudente centro —nada de extremismos, aseguran— el fruto de su juego dialéctico, ajeno a la realidad sobrenatural.

Ellos inventan el juego y deciden la posición de los demás. De estas típicas posturas falaces de ciertos eclesiásticos, que traicionan su vocación, brota como resultado la frívola componenda, la doctrina desvaída, el alejamiento del pueblo de sus pastores, la pérdida de autoridad moral y la entrada en el ámbito de la Iglesia de facciones partidistas. En el fondo, todo se reduce a que han caído en las redes de la dialéctica propia de una filosofía opuesta a la verdad, porque se fundamenta en violencias a la realidad de las cosas. Se descubre, también, que se teme más el juicio de los hombres que el juicio de Dios.

Ibidem

Eso fue escrito en el año 1974 pero es para hoy, estimados hermanos. Es hora de dar la batalla por la fe católica, que está recibiendo uno de los ataques más espantosos, sino el que más, en veinte siglos de historia. Con la particularidad de que el ataque viene desde dentro. El humo de Satanás parece invadirlo hoy casi todo. Los enemigos son aquellos que la falta de autoridad doctrinal en la que la Iglesia lleva sumida desde hace medio siglo, permitió que ocuparan altos puestos de responsabilidad. Son obispos y cardenales, que una vez apartado Benedicto XVI, muestran su verdadero rostro al servicio del error o la tibieza. 

Ya se escribió en InfoCatólica acerca de los papas profetas a los que no se hizo caso. Cuando el pueblo de Dios no toma en cuenta las advertencias de los profetas,ocurre lo que vemos ante nuestros ojos. El Señor está permitiendo que la Iglesia recoja la siembra de décadas de complicidad y permisividad con la corrupción moral y doctrinal. El Señor permite que, siquiera por un tiempo corto, parezca que van a ganar los que están arrodillados ante el Baal de un mundo lleno de pecado. Precisamente ese mundo se muestra entusiasmado ante la posibilidad de que la Iglesia se arrodille ante él, ante sus valores, y traicione a Cristo bajo la blasfema excusa de estar abriendo un nuevo camino de misericordia.

Por fe sabemos que las puertas del Hades no prevalecerán. Es tiempo de ejercer dicha fe y no caer en la desesperación. Es tiempo de confiar en la intervención de Dios. Es tiempo de apoyar a los pastores que, como San Atanasio, van a ser testigos de la verdad en medio de una Iglesia que parece sucumbir, toda ella, ante el error herético. 

Y no olvidemos en ningún momento la naturaleza de esta batalla:

Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; revestios de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que habitan en los espacios celestes.

Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, vencido todo, os mantengáis firmes.

Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies, prontos para anunciar el Evangelio de la paz.

Abrazad en todo momento el escudo de la fe, conque podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno.

Tomad el yelmo de la salud y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos.

(Efe 6,10-18)

Es tiempo de ser valientes a la vez que prudentes. Es tiempo de suplicar al Señor que todo pase rápido y que no se produzca un daño irremediable. Es tiempo de encomendarnos a María, destructoria de todas las herejías. Como dijo San Juan XXIII el 13 de noviembre de 1960 al congreso mariano que se celebraba en Buenos Aires:

Si, pues, en alguna ocasión el enemigo intentara arrebataros el legado tan valioso de vuestras tradiciones católicas, que en el seno de vuestros hogares sea entonces más intensa la devoción aMaría, que vuestros corazones vibren de amor a la que es cantada por la Liturgia como debeladora de herejías: “Cunctas haereses sola interemisti in universo mundo” (tú sola has destruido todas las herejías del mundo entero)

Laus Deo Virginique Matri,

Luis Fernando Pérez Bustamante

1 comentario

  
Luis Fernando
Por decisión personal mía, de ahora en adelante, y durante un tiempo prudencial, la zona de comentarios de los posts de este blog permanecerá cerrada.

Comprendo quejas, dudas, temores, sentimientos de estupor, incredulidad, etc. Pero estimados amigos, tenéis sacerdotes y obispos a los que consultar. Yo soy exactamente lo mismo que la mayoría de vosotros. Un seglar más.

Es tiempo de rezar, rezar y rezar, para que el Señor obre conforme a su voluntad en todo lo relacionado con su Iglesia. No dudéis que lo hará.
15/10/14 11:10 PM

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