¿Nuevos dogmas marianos?
Al menos dos prelados asiáticos, Monseñor Ramón Argüelles obispo de diócesis filipina de Lipa y Monseñor Malayappan Chinnappa arzobispo Madras-Mylapore en la India, han asegurado que la promulgación de nuevos dogmas marianos ayudaría en la evangelización de Asia. El arzobispo cree que el reconocimiento de la función de María en el plan de Dios para redimir al mundo junto a Cristo “favorecería el diálogo interreligioso y la sana evangelización“. También ayudaría al ecumenismo, al aclarar que María tuvo una función subordinada, aunque especial, con Jesús y que “los católicos no adoran a María, sino que la veneran a la luz de su cooperación única con el Señor“.
Permítaseme analizar esta cuestión desde una cuádruple perspectiva: la ecuménica, la del diálogo interreligioso, la relacionada con la evangelización de Asia y la meramente doctrinal.
Nuevos dogmas marianos y ecumenismo
Ni al que asó la manteca se le puede ocurrir que la promulgación de nuevos dogmas ayudará al ecumenismo. Vamos a ser muy claros. En relación con los protestantes, los actuales dogmas marianos son ya un muro infranqueable para llegar a una unión eclesial efectiva. La mayoría de los protestantes no aceptan, ni aceptarán el dogma de la virginidad perpetua de María -curiosamente aceptado por Lutero, Calvino y Zwinglio-, ni el de la Inmaculada Concepción, ni el de la Asunción. Por tanto, muchísimo menos aceptarían un posible dogma que declarara a María como corredentora. Y menos aún el de María como mediadora de todas las gracias. De hecho, la promulgación de esos dogmas no sólo no ayudaría a que los protestantes entendieran que los católicos no adoramos a María, sino que les llevaría a ratificarse exactamente en lo contrario.
En relación con los ortodoxos, la cosa es diferente pero no menos peliaguda. Por ejemplo, los ortodoxos celebran la Fiesta de la Dormición de María. Es decir, creen en la doctrina de la Asunción aunque no la tienen catalogada como dogma. No creo que tuvieran el más mínimo problema en aceptar que María es corredentora aunque tengo mis dudas de cuál sería su postura sobre la doctrina de María como mediadora de todas las gracias. Pero los ortodoxos verían mal que el Papa hiciera uso de su autoridad apostólica para proponer nuevos dogmas. Si la Iglesia Católica promulga cualquier nuevo dogma sin tener en cuenta a los ortodoxos, éstos lo tomarán probablemente como una afrenta al diálogo ecuménico.
Y me temo que quien diga lo contrario, no conoce bien ni a protestantes ni a ortodoxos. Al menos a los primeros yo sí les conozco bien. Fui uno de ellos y sé perfectamente lo que piensan sobre estos temas y por qué lo piensan.
Nuevos dogmas y diálogo interreligioso
En esta cuestión no tengo ni idea de para qué puede servir o dejar de servir la existencia de nuevos dogmas marianos. Eso de que como en las religiones asiáticas aparecen “cultos maternos” y la figura de la madre divina, entonces nos vamos a llevar mejor con los fieles de dichas religiones si damos paso a nuevos desarrollos dogmáticos en la mariología, no lo veo claro. Se explica que el santuario de la Virgen de la Salud en Vailankanni (India) atrae a millones de visitantes, incluidos hindúes y musulmanes. Dudo que vayan más, tampoco menos, si añadimos dogmas marianos a nuestro credo. Pero como no soy, ni seré nunca, experto en diálogo interreligioso, tampoco diré nada más.
Nuevos dogmas y evangelización
Este es un tema delicado. El mismo dato de que muchos hindúes y musulmanes acuden a santuarios marianos puede llevar a equívocos. Todo culto a María tiene sentido si acaba en el reconocimiento y aceptación del Hijo de María, nuestro Señor. Si no, ¿me puede alguien decir para qué sirve? Sabiendo lo que sabemos sobre el politeísmo hinduísta, ¿no corremos el riesgo de que los politeístas tomen a María como una diosa más a la que adorar? ¿cómo encaja eso con la fe cristiana? Con los musulmanes, ciertamente, no existe ese problema.
La clave, pues, está en aprovechar el atractivo que tiene María para los no cristianos para conseguir acercarles a Cristo. En ese sentido, sabemos que Nuestra Señora ha jugado un papel importante en la evangelización. Aun así, no acabo de entender qué añade a ese papel la llegada de nuevos dogmas.
Nuevos dogmas en el credo católico
El desarrollo dogmático es una de las señales de la Iglesia de Cristo. No supone añadir nuevas doctrinas al depósito de la fe. No implica añadir “datos” a la Revelación, que quedó cerrada y completa en la era apostólica. Los nuevos dogmas ponen de manifiesto que la Iglesia reconoce como revelado aquello en lo que ha venido creyendo desde el principio, a veces de forma clara y en ocasiones sólo de forma velada. Los primeros desarrollos dogmáticos, como era lógico, se dieron en la doctrina trinitaria y la cristológica. De hecho, el primer gran dogma mariano, por el que llamamos a María Madre de Dios, tiene más que ver con la divinidad de Cristo que con la Virgen, aunque obviamente el hecho de que ella sea la Madre del Señor tiene consecuencias en relación a la persona de María.
Una vez solucionada la cuestión de los dogmas trinitarios y cristológicos, llegó el tiempo de ahondar en las doctrinas que tienen a la virgen María como protagonista, siempre unida a la de Jesucristo, de quien ella recibe todas sus prerrogativas. No es casual que los dos últimos dogmas promulgados por la Iglesia, Inmaculada Concepción y Asunción, la tengan como protagonista. Y no tendría nada de particular que vinieran más dogmas. Ahora bien, tampoco tiene por qué ser necesario. De la misma manera que la dogmática quedó cerrada en relación al Dios trino y a Jesucristo, alguna vez echaremos el cierre a los dogmas marianos. Con esto no expreso un deseo de que así ocurra. Yo aceptaré lo que la Iglesia diga sobre la Madre de nuestro Señor. Pero no creo que nos tenga mucho más que decir de lo que nos ha dicho ya.
Los nuevos dogmas que se proponen son el de María como corredentora y el de María como mediadora de todas las gracias. Respecto al primero, yo lo veo claramente expresado en textos cristianos del siglo II. San Justino y San Ireneo de Lyon, éste de forma más clara, presentan a María como la segunda Eva, la madre de todos los creyentes y, literalmente, causa de nuestra salvación. No porque ella nos salve, sino porque de ella nos viene el Salvador. “Bendita tú eres y bendito el fruto de tu vientre“, dijo una mujer llena del Espíritu Santo. El sí de Eva a la serpiente se convierte en el sí de María al ángel Gabriel y a Dios. Lo que Eva ató por su desobediencia, lo desató María con su obediencia. No son palabras mías, aunque las asumo con alegría. Son palabras de los padres de la Iglesia.
El término “corredentora” implica que Dios da a María un lugar muy importante, fundamental, en el plan de salvación. Y, dicho sea de paso, la Iglesia, con quien la Virgen está íntimamente unida, juega también un papel en dicho plan. No olvidemos que el propio San Pablo habla de sí mismo como “colaborador” de Dios. Con mayor razón puede decir tal cosa Aquella que se ofreció a sí misma como Tabernáculo de la presencia del Dios vivo en la persona del Hijo.
Respecto a la doctrina de María como mediadora de todas las gracias, se puede entender en un sentido parecido. Si aceptamos que toda gracia nos viene por Cristo, y que Éste es el fruto del vientre de María, podemos aceptar que Dios quiso que una mujer fuera mediación necesaria para su derroche de gracia hacia la humanidad entera. Ahora bien, por lo que yo entiendo, los que proponen ese dogma pretenden que también se acepte que en la actualidad María sigue ejerciendo en el cielo, vía intercesión, esa función de mediadora de todas las gracias. Yo eso no lo veo claro ni en la Escritura ni en la Tradición, fuentes ambas de la Revelación. Pero que yo no lo vea no quiere decir que no exista. Una cosa es cierta. Creemos en la comunión de todos los santos y en la función intercesora de éstos en el cielo. Que María ocupa un lugar destacado entre ellos es doctrina católica. De ahí al dogma de María mediatrix no hay un largo trecho, aunque insisto en que no lo acabo de ver. De hecho, siendo cardenal, el Papa Benedicto XVI usó ese argumento para no mostrarse favorable a la promulgación de dicho dogma.
En resumidas cuentas, entre los factores a favor de la promulgación de nuevos dogmas marianos no creo que se encuentren los propuestos por los obispos asiáticos. Si la Iglesia cree que debe proponer nuevos dogmas para ser creídos con fe divina, que lo haga por el mero hecho de que la verdad nos hace libres y porque siempre es motivo de gozo el verla actuar como Madre y Maestra. Eso es razón más que suficiente. Pero tengamos muy claro que la llegada de nuevos dogmas no favorecerá la unión con los “hermanos separados". Dicho lo cual, tampoco es plan de que la Iglesia se quede de brazos cruzados hasta que esa unión se produzca. En mi opinión, eso sería un error tan grave como precipitarse en añadir más dogmas a nuestro credo.
Finalmente, será como Dios quiera y cuando Dios quiera.
Luis Fernando Pérez
PS:
Por su interés en relación a este tema, cito la respuesta de Benedicto XVI a Peter Seewals sobre la posibilidad de la promulgación del dogma María corredentora. La entrevista se realizó cuando el actual Papa era todavía el Cardenal Prefecto para la Doctrina de la Fe. Todo aparece en el libro “J. Ratzinger, Dios y el mundo", Ed. Galaxia Gutenberg, 2005, pp.287-288:
Peter Seewald: Entre tanto, más de un millón de personas exigen que María sea elevada por la Iglesia católica a “corredentora". ¿Se accederá a esta solicitud o se trata de una herejía?
Joseph Ratzinger: No creo que en un período de tiempo previsible se atienda a esta solicitud por la que abogan varios millones de personas. La respuesta de la Congregación para la doctrina de la Fe dice que lo que eso pretende expresar ya está resumido mejor en otros títulos de María mientras que la fórmula “corredentora” se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos.
¿Qué hay de cierto en ello? Bueno, es cierto que Cristo no está fuera de nosotros ni a nuestro lado, sino que forma con nosotros una comunidad profunda, nueva. …
Dado que María anticipa la Iglesia en cuanto tal, y por así decirlo, es la Iglesia en persona, ese “con” se consuma en ella de manera ejemplar. Pero ese “con” no debe hacernos olvidar que el “primero es Cristo": todo procede de Él, como dicen sobre todo las epístolas a los Efesios y a los Colosenses; María es lo que es gracias a Él.
La palabra “corredentora” ensombrecería ese origen. Una intención correcta se expresa con un vocablo erróneo. En asuntos de fe es esencial enlazar con el lenguaje de las Escrituras y de los Padres; el lenguaje no es manipulable a voluntad.
J. Ratzinger, Dios y el mundo, Ed. Galaxia Gutenberg, 2005, pp.287-288