(InfoCatólica) El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, intervino en la sesión inaugural de la COP30 en Belém (Brasil) para transmitir el mensaje del papa León XIV a los representantes de los Estados y organismos internacionales reunidos en torno al cambio climático.
En su mensaje, el Papa envió «cordiales saludos a todos los participantes» y expresó su «cercanía, apoyo y aliento» ante los retos que afronta la comunidad internacional. Desde el inicio del mensaje, León XIV estableció el eje de su reflexión: «Si se quiere cultivar la paz, hay que cuidar la creación». Según el texto, existe «una relación clara entre la construcción de la paz y la custodia de la creación», pues «la búsqueda de la paz por parte de las personas de buena voluntad sería ciertamente más fácil si todos reconocieran la relación indivisible entre Dios, los seres humanos y toda la creación».
El Pontífice advirtió de que la atención internacional se concentra en los conflictos bélicos, mientras que la degradación ambiental también constituye una grave amenaza para la paz: «La paz está igualmente amenazada por la falta de respeto debido a la creación, por el saqueo de los recursos naturales y por el progresivo deterioro de la calidad de vida a causa del cambio climático».
En este sentido, el Pontífice llamó a reforzar la cooperación internacional: «Estos desafíos, por su naturaleza global, ponen en peligro la vida de todos los habitantes del planeta y requieren, por tanto, una cooperación internacional y un multilateralismo cohesionado y con visión de futuro, que ponga en el centro la sacralidad de la vida, la dignidad concedida por Dios a cada ser humano y el bien común». León XIV lamentó, sin embargo, que todavía se observen «enfoques políticos y comportamientos humanos en la dirección contraria, caracterizados por el egoísmo colectivo, la falta de consideración hacia los demás y la miopía».
El Santo Padre citó también su homilía del 9 de julio de 2025, pronunciada en Castel Gandolfo, recordando que «en medio de un mundo en llamas, como resultado tanto del calentamiento global como de los conflictos armados», la Conferencia debe convertirse «en signo de esperanza», mediante «el respeto mostrado a las opiniones de los demás en el esfuerzo común de buscar un lenguaje y un consenso compartidos, dejando a un lado los intereses egoístas y teniendo presente la responsabilidad hacia los demás y hacia las generaciones futuras».
El mensaje retomó enseñanzas de sus predecesores. De san Juan Pablo II recordó su advertencia de que la crisis ecológica «es una cuestión moral» y que «revela la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre las naciones en desarrollo y las altamente industrializadas». En este contexto, León XIV subrayó que «los que se encuentran en las situaciones más vulnerables son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación».
A partir de esta constatación, el Papa insistió en que «cuidar de la creación se convierte, por tanto, en una expresión de humanidad y de solidaridad». Invitó a transformar las palabras y las reflexiones «en decisiones y acciones basadas en la responsabilidad, la justicia y la equidad», y señaló que la respuesta a la crisis climática debe incluir «a los gobiernos locales, alcaldes y gobernadores, investigadores, jóvenes, empresarios, organizaciones religiosas y ONG».
El mensaje recordó que hace una década la comunidad internacional aprobó el Acuerdo de París, «reconociendo la necesidad de una respuesta eficaz y progresiva a la amenaza urgente del cambio climático». Sin embargo, el Papa constató que «el camino para alcanzar los objetivos fijados sigue siendo largo y complejo» y exhortó a los Estados Parte «a acelerar valientemente la aplicación del Acuerdo de París y de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático».
León XIV evocó también el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’, de Francisco, destacando su afirmación de que «el clima es un bien común, perteneciente a todos y destinado a todos». En línea con esa enseñanza, animó a los participantes de la COP30 a «abrazar con valentía esta conversión ecológica en el pensamiento y en las acciones, teniendo presente el rostro humano de la crisis climática».
El Papa propuso que esta conversión inspire «el desarrollo de una nueva arquitectura financiera internacional centrada en la persona humana», capaz de garantizar que «todos los países, especialmente los más pobres y los más vulnerables a los desastres climáticos, puedan alcanzar su pleno potencial y ver respetada la dignidad de sus ciudadanos». Añadió que dicha arquitectura debería «tener en cuenta también el vínculo entre la deuda ecológica y la deuda externa».
Finalmente, León XIV abogó por promover «una educación en ecología integral» que explique «por qué las decisiones a nivel personal, familiar, comunitario y político configuran nuestro futuro común», y que contribuya a «aumentar la conciencia sobre la crisis climática y a fomentar mentalidades y estilos de vida que respeten mejor la creación y salvaguarden la dignidad de la persona y la inviolabilidad de la vida humana».
El mensaje concluyó con una invitación general: «Que todos los participantes en esta COP30 se comprometan a proteger y cuidar la creación que Dios nos ha confiado, para construir un mundo pacífico». León XIV aseguró sus oraciones «por el bien común y por el futuro de la humanidad».








