30.10.10

Ausente (I)

–¿O sea que se toma unas vacaciones? Le vendrán muy bien y a sus lectores también.
–No. Está usted mal informado. No se trata de vacaciones, sino de unas semanas de trabajo apostólico en un seminario y en dos monasterios, más los días de viaje. En ese tiempo no podré normalmente conectarme a Internet, ni tampoco tendré tiempo para redactar nuevos artículos. Estaré esos días muy ocupado. Interrumpo, pues, unas semanas la serie de artículos en Reforma o apostasía.

Pero incluso en estas próximas semanas, Dios mediante, podré también hallar tiempo para el descanso, la lectura y la oración. Es evidente que el ministerio de la predicación, al que me dedicaré especialmente en estos días, tiene precisamente su fuente en la contemplación: «contemplata aliis tradere», la fórmula de Santo Tomás de Aquino (STh II-II, 188, 6). Dicho lo mismo con palabras del Maestro: «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12,34).

Pido, pues, a mis lectores que me acompañen con sus oraciones.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

24.10.10

(113) Católicos y política –XVIII. ¿Qué debemos hacer?. 5

–¿Terminamos con la oración en la política o no? Ya está bien.
–Terminamos. Pero me temo que aunque escribiera diez artículos más sobre el tema, tal como está el patio, no sería bastante.

La oración de la Iglesia es, por el favor de Dios, la causa principal de la salud política de un pueblo. Consiguientemente, la causa principal de las enfermedades sociales públicas es la falta de oración. Como hemos comprobado con varios ejemplos, la oración de la Iglesia no sólo abre a los dones espirituales de Dios, sino también a sus bendiciones temporales. «Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor» (Sal 143,15). «Dichoso el pueblo que sabe aclamarte [y clamar a ti]: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro» (88,16).

Quiso Dios que los Sacramentarios fundamentales de la Liturgia latina se formaran precisamente cuando los Concilios declararon la doctrina católica de la gracia; por ejemplo, en el concilio de Orange (529). Por eso las oraciones litúrgicas tienen hasta hoy la humildad y la confianza, la audacia y la alegría que nacen de la verdadera teología de la gracia. Transcribo del Liber Ordinum –el que se usaba en la España visigótica, en tiempos de San Leandro (+600), San Isidoro (+636) o San Ildefonso (+667)–, la oración de una misa sobre los enemigos (Missa de hostibus):

«Oh Señor, Dios del cielo y de la tierra, observa, te lo pedimos, la soberbia de nuestros enemigos y mira nuestra humildad. Contempla el rostro de tus santos y muestra que Tú no abandonas a los que en ti confían y que humillas en cambio a los que presumen de sí mismos y se glorían de su propia fuerza. Tú eres el Señor Dios nuestro, que desde el principio disipas las guerras, y el Señor es tu nombre. Extiende tu brazo, como en otro tiempo, y destruye con tu fuerza la fuerza de nuestros enemigos. Que en tu cólera se desvanezca la fuerza de ellos, para que tu casa permanezca en la santidad y todos los pueblos reconozcan que Tú eres Dios y que no hay otros dioses fuera de ti. Amén».

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19.10.10

(112) Católicos y política –XVII. ¿Qué debemos hacer?. 4

–Digo yo: ha explicado ya muy bien la necesidad de la oración en la acción política. Quizá sea bastante.
–No. Hay que insistir en ello mucho más, hasta que llegue a tratar de las manifestaciones enormes con globitos.

La oración del pueblo cristiano y la de los mismos políticos ha de potenciar siempre la acción política. Sigo reforzando este convencimiento de la fe con más ejemplos de la historia de la Iglesia.

San Gregorio Magno (540-604), papa, ha de oficiar, por designio de Dios providente, los funerales solemnes por la grandeza de la antigua Roma, y ha de abrir el mundo a una nueva época, mucho más grandiosa, la Edad Media cristiana. Pero esa transición va a realizarse con dolores de parto, a través de las crueles invasiones de los bárbaros, vándalos, ostrogodos, lombardos.

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14.10.10

(111) Católicos y política –XVI. ¿Qué debemos hacer?. 3

–O sea que lo principal que en política debemos hacer los cristianos es ofrecer Misas y rosarios, novenas y rogativas.
–Lo ha entendido usted muy bien, gracias a que yo lo expliqué muy bien en el artículo anterior. Pero insisto en ello.

La oración ha de potenciar siempre la acción política, la oración del pueblo cristiano y la de los mismos políticos. La actividad política cristiana trata de hacer prevalecer la luz de Cristo sobre las tinieblas del mundo, trabaja por «lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena» (Vat.II, GS 43). Pero esto implica una gran batalla contra «los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal» (Ef 6,12), una gran guerra que comenzó en el inicio de la historia humana y durará hasta su final, hasta la segunda venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo (GS 13; 36).

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9.10.10

(110) Católicos y política –XV. ¿Qué debemos hacer?. 2

–Perdone, pero ¿se ha dado cuenta de que si no planta un poste pronto, caerá en el foso del «ver más blogs»?
–Lo sé, lo sé. Por eso termino como sea este artículo, lo cuelgo, y ya seguiré con el tema.

Resulta difícil hablar de la dimensión espiritual de la acción política. El mundo político está tan, tan, tan secularizado, que las palabras que sobre él deben ser pronunciadas y escuchadas no están listas, apenas resultan inteligibles, son un lenguaje olvidado, que hoy resulta casi in-significante. Cuando el pueblo cristiano, con sus representantes políticos, intenta sanear la Ciudad del Diablo, liberarla con la fuerza de Cristo de tantos males horribles –leyes criminales, abortos, pornografía, divorcios, suicidios, drogas, educación perversa, televisión basura, política anti-Cristo–, ignora muchas veces que en su lucha no se enfrenta sólamente con ejércitos de hombres carnales, sino que va ante todo contra «los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos» (Ef 6,12).

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