InfoCatólica / Schola Veritatis / Archivos para: Enero 2015

28.01.15

Es necesario que la Verdad sea el fin del universo, Fiesta de Santo Tomás de Aquino

Con inmensa alegría celebramos hoy la Solemnidad de Nuestro Padre Santo Tomás de Aquino. Al instante de su muerte en la abadía cistercience de Fosanova, San Alberto Magno, conociendo de un modo milagroso este hecho, dijo entre lágrimas: «Ha dejado esta vida mi hijo en Cristo, que ha sido la luz de la Iglesia». La infinita bondad del Sagrado Corazón ha querido que Santo Tomás, luz de la Iglesia, sea para nosotros un verdadero Padre. Agradezcamos a Dios este don inmenso.

Santo Tomás, antes de ser promovido al grado máximo de doctor en la Universidad de París, debió pronunciar una lección solemne. Encontrándose atribulado, por no saber que tema elegir, fue instruido en sueños por el mismo Santo Domingo de Guzmán, para centrar su lección en un pasaje del Salmo 103: “Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda”. Este sermón se convirtió en el programa que orientó toda su vida, su camino de santidad. Comentando el señalado salmo, dice Santo Tomás que así como la lluvia desde el cielo riega los montes y forma ríos que descienden hacia los valles, así también la Sabiduría divina riega la mente de los hombres. En otras palabras, la luz del entendimiento humano es participación del entendimiento divino, y es por esto que podemos conocer la verdad. Como dice el salmo 35: “Tu luz, Señor, nos hace ver la luz”.

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23.01.15

Estáse el mundo ardiendo

Santa Teresa de Jesús, José de Ribera, 1630

Da mucha pena ver la desidia con la que muchos buenos cristianos llevan adelante su vida espiritual. Esta frase, ya me doy cuenta, es un tanto contradictoria, pues los cristianos buenos no llevan su vida espiritual con pereza. En todo caso, al decir «buenos cristianos» me refiero a cristianos practicantes y de fe sincera, quecreen en el valor de la oración y de la mortificación, la frecuencia de los sacramentos, la lectura espiritual, el Rosario y todo lo que la tradición católica de la Iglesia enseña y recomienda; y que, en principio, querrían vivir todo eso, aunque su voluntad se muestre ineficaz. Muchos otros no creen, al menos claramente, en esos ideales; ni tienen intención, ni siquiera lejana, de vivirlos. Y estos sí.

En algún sentido, pues, aunque imperfecto, se puede hablar de ellos como de buenos cristianos. Pero qué poquito hacen luego, en clara inconsecuencia con la fe que profesan. Muchos de ellos apenas tienen programa alguno para su vida espiritual. Y aquellos que tienen un cierto plan de vida, qué planteamientos hacen, tan medidos, recortados y tasaditos.

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15.01.15

Santo Tomás de Aquino y su papel decisivo en la cultura occidental

Apoteosis de Santo TomásQueridos hermanos y hermanas:

(…) Hoy quiero hablar de aquel a quien la Iglesia llama el Doctor communis: se trata de santo Tomás de Aquino. Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio recordó que «la Iglesia ha propuesto siempre a santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo del modo correcto de hacer teología» (n. 43). No sorprende que, después de san Agustín, entre los escritores eclesiásticos mencionados en el Catecismo de la Iglesia católica, se cite a santo Tomás más que a ningún otro, hasta sesenta y una veces. También se le ha llamado el Doctor Angelicus, quizá por sus virtudes, en particular la sublimidad del pensamiento y la pureza de la vida.

Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su familia, noble y rica, poseía en Roccasecca, en los alrededores de Aquino, cerca de la célebre abadía de Montecassino, donde sus padres lo enviaron para que recibiera los primeros elementos de su instrucción. Algunos años más tarde se trasladó a la capital del reino de Sicilia, Nápoles, donde Federico II había fundado una prestigiosa universidad. En ella se enseñaba, sin las limitaciones vigentes en otras partes, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, en quien el joven Tomás fue introducido y cuyo gran valor intuyó inmediatamente. Pero, sobre todo, en aquellos años trascurridos en Nápoles nació su vocación dominica. En efecto, Tomás quedó cautivado por el ideal de la Orden que santo Domingo había fundado pocos años antes. Sin embargo, cuando vistió el hábito dominico, su familia se opuso a esa elección, y se vio obligado a dejar el convento y a pasar algún tiempo con su familia.

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