(99) Macroeventos católicos
–¿O sea que es usted contrario a peregrinaciones y grandes encuentros católicos?
–¿Pero usted sabe leer? Lea de nuevo, por favor, lo que he escrito, y procure enterarse de lo que digo. [¡Qué hombre, éste! Qué castigo].
Merece la pena considerar el fenómeno, relativamente nuevo en la Iglesia católica, de los macro-eventos eclesiales. Siempre los ha habido en la historia de la Iglesia –los Años santos jubilares, por ejemplo–, pero son cada vez más numerosos en los últimos decenios, entre otras cosas porque actualmente hay una facilidad para los viajes que antiguamente no había.
Los ritos sacramentales de la penitencia, por ejemplo, tardaron muchos siglos en alcanzar una estabilidad durable y universal. Eso no significa que al principio su celebración fuera mala, errónea, equivocada: en absoluto. Eso significa que no sólamente en la doctrina, sino también en las formas disciplinares y celebrativas va concediendo Dios a su Iglesia un desarrollo perfectivo: «el Espíritu de la verdad os guiará hacia la verdad completa» (Jn 16,13). No tiene, pues, que extrañarnos que grandes celebraciones, como las Jornadas Mundiales de la Juventud, relativamente recientes, sean llevadas por Dios hacia formas cada vez más perfectas. Con un ejemplo: