9.10.10

(110) Católicos y política –XV. ¿Qué debemos hacer?. 2

–Perdone, pero ¿se ha dado cuenta de que si no planta un poste pronto, caerá en el foso del «ver más blogs»?
–Lo sé, lo sé. Por eso termino como sea este artículo, lo cuelgo, y ya seguiré con el tema.

Resulta difícil hablar de la dimensión espiritual de la acción política. El mundo político está tan, tan, tan secularizado, que las palabras que sobre él deben ser pronunciadas y escuchadas no están listas, apenas resultan inteligibles, son un lenguaje olvidado, que hoy resulta casi in-significante. Cuando el pueblo cristiano, con sus representantes políticos, intenta sanear la Ciudad del Diablo, liberarla con la fuerza de Cristo de tantos males horribles –leyes criminales, abortos, pornografía, divorcios, suicidios, drogas, educación perversa, televisión basura, política anti-Cristo–, ignora muchas veces que en su lucha no se enfrenta sólamente con ejércitos de hombres carnales, sino que va ante todo contra «los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos» (Ef 6,12).

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5.10.10

(109) Católicos y política –XIV. ¿Qué debemos hacer?. 1

–Perdone, pero ¿no será una ingenua pretensión enseñar qué debemos hacer los cristianos hoy en la política?
–El tema, ciertamente, es muy complejo y difícil; pero yo intentaré exponerlo, con el favor de Dios y confiando en las oraciones de los lectores.

Creo que hasta aquí he podido exponer el tema Católicos y política con un cierto orden; pero el tema que ahora comienzo no lo va a permitir. En muchas cuestiones habré de pasar de la seguridad doctrinal a la opinión probable. Por otra parte, son innumerables las diversas acciones políticas que al servicio del bien común han de ser realizadas por unos y por otros católicos, según vocaciones y circunstancias.

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29.09.10

(108) Católicos y política –XIII. doctrina de la Iglesia. 11

–Hoy es la fiesta litúrgica del arcángel San Miguel.
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén (Oración a San Miguel, compuesta por León XIII en 1888, que había de recitarse al final de las Misas –y se rezó durante más de un siglo y medio– para proteger a la Iglesia de los ataques del Maligno). No nos vendría hoy mal.

Continúo con el mismo tema del artículo anterior.

La persecución contra Cristo y su Iglesia arrecia fuertemente en los últimos años. Es un hecho cierto que en el Occidente antes cristiano «se alían los reyes de la tierra contra el Señor y contra su Mesías: “rompamos sus ataduras, sacudamos su yugo”» (Sal 2,2). No es casualidad que ciertas leyes pésimas, con pocos años de diferencia, copiadas unas de otras, se vayan aplicando en las diversas naciones, siguiendo incluso un orden semejante.

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24.09.10

(107) Católicos y política –XII. doctrina de la Iglesia. 10

–Ándese con cuidado. Esa imagen está tomada de la portada de un libro.
–Así es, de un libro de Eugenia Rocella y Lucetta Scaraffia. Les hago publicidad gratuita.


«Se alían los reyes de la tierra contra el Señor y contra su Mesías: “rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo”» (Sal 2,2). A esa coalición mundial de políticos anti-Cristo se unen beatíficamente políticos cristianos e incluso eclesiásticos, que sólo aspiran a una «sana laicidad» en un «Estado laico». Ellos, tan atentos a «los signos de los tiempos», no se han enterado todavía de que se ha alzado contra Cristo Rey y contra su Iglesia una conspiración diabólica-mundana, que viene desarrollándose cada vez con más fuerza y eficacia desde comienzos del siglo XVIII. Entonces, los cómplices del diablo formaban una minoría ilustrada, que atacaba abiertamente, escandalosamente, a Cristo y a la Iglesia: écrasez l’Infâme (Voltaire, 1694-1778). Ahora son innumerables, y con mayor discreción y más eficacia, perfectamente organizados, van consiguiendo quitar de la humanidad el yugo aplastante de Cristo, convencidos de que sólamente así podrá darse el desarrollo pleno del hombre y de las naciones.

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19.09.10

(106) Católicos y política –XI. doctrina de la Iglesia. 9

–Yo, sin ir más lejos, soy un cristiano laico.
Deo gratias. Eso significa que es miembro del Pueblo de Dios (laos Theou; p. ej. 1Pe 2,10).

El Estado laico y el Estado laicista. La Iglesia siempre ha enseñado que el poder religioso y el poder civil son distintos, y que ambos deben colaborar asiduamente, pues los dos están al servicio del hombre y de la sociedad. La descristianización progresiva de las naciones en Occidente fue llevando, de hecho primero, y por convicción después, a estimar la separación del Estado y de la Iglesia como un valor positivo. Sin embargo, en la realidad histórica, esa separación vino de hecho a entenderse unas veces como no-colaboración, y otras como oposición, es decir, como laicismo. No obstante, se ha ido imponiendo entre los católicos liberales –hoy casi todos lo son en materias políticas– la convicción de que, dentro del pluralismo cultural de las sociedades actuales de Occidente, hay que promover el Estado laico, rechazando, eso sí, el Estado laicista. La «sana laicidad» se contrapone así al «laicismo». Pero esta afirmación ha de ser precisada en dos puntos principales.

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