Los oscuros fundamentos de la revolución sexual
Tres críticas a los Informes Kinsey
Daniel Iglesias Grèzes
Alfred Charles Kinsey (1894-1956), zoólogo y entomólogo estadounidense, fue uno de los pioneros de la sexología. En 1947 fundó en la Universidad de Indiana el Instituto Kinsey, dedicado a la investigación de la sexualidad humana. Kinsey es considerado como uno de los padres de la “revolución sexual” debido a dos libros suyos (conocidos como los Informes Kinsey) que tuvieron un gran éxito de ventas: El comportamiento sexual en el hombre (1948) y El comportamiento sexual en la mujer (1953). Los Informes Kinsey se basan principalmente en muchos miles de entrevistas en las que Kinsey y su equipo investigaron las costumbres sexuales de los entrevistados. Esos informes tuvieron un gran impacto en el subsiguiente desarrollo de la sexología y contribuyeron no poco a la liberalización de las costumbres en materia sexual, porque supuestamente demostraban que todo tipo de actos sexuales hasta entonces considerados como tabúes se producían con mucha más frecuencia de lo que se pensaba. De ahí Kinsey dedujo que esos actos debían ser considerados normales, naturales y moralmente lícitos, y que las normas morales que los prohibían eran prejuicios irracionales.
Los Informes Kinsey han sido criticados desde diversos ángulos. A continuación, presentaré tres de las críticas principales.