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22.09.13

El testimonio de los herejes (G. K. Chesterton)

Así podrían alzarse de sus tumbas los grandes heresiarcas para confundir a sus camaradas de hoy día. No hay nada que los críticos afirmen ahora que no podamos llamar a estos grandes testigos para que lo nieguen.

El crítico moderno dirá bastante ligeramente que el cristianismo no fue sino una reacción hacia el ascetismo y una espiritualidad anti-natural, un baile de faquires furiosos contra la vida y el amor.

Pero Manes, el gran místico, les contestará desde su trono secreto y gritará: “Estos cristianos no tienen derecho a ser llamados espirituales; estos cristianos no tienen ningún título para ser llamados ascetas; ellos, que se comprometieron con la maldición de la vida y con toda la suciedad de la familia. Por medio de ellos la tierra está aún manchada con frutos y cosechas y contaminada con población. El suyo no era un movimiento contra la naturaleza, pues de ser así mis hijos lo habrían llevado al triunfo; pero estos tontos renovaron el mundo cuando yo lo habría acabado con un gesto".

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19.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –2

Para leer la primera parte de este trabajo, pulse aquí:
http://infocatolica.com/blog/razones.php/1308211218-reflexiones-sobre-el-naturali-1

La doctrina del naturalismo metodológico de la ciencia consiste en afirmar que el científico debe proceder como si el naturalismo metafísico fuera verdadero; o sea, como si fuera verdad que en nuestro universo material no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural y, por lo tanto, todo lo que ocurre en él fuera susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia, prescindiendo totalmente de Dios.

En este artículo consideraré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista filosófico. Para ello dividiré el trabajo científico en tres etapas: la etapa previa o preparatoria, la labor estrictamente científica y la etapa posterior o de aplicación.

La etapa previa incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la confianza en la ciencia, la vocación científica, la elección de temas de estudio y las convicciones o intuiciones previas al estudio científico del tema.

La labor estrictamente científica incluye sobre todo los siguientes tres aspectos: la formulación de una hipótesis científica, la recolección de datos por medio de observaciones o experimentos y la justificación científica de la hipótesis con base en los datos obtenidos.

La etapa posterior incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la reflexión sobre las consecuencias filosóficas de los resultados de la ciencia y la aplicación práctica de los conocimientos científicos por medio de la técnica.

Analizaré brevemente cada uno de esos aspectos desde el punto de vista de la utilidad de la fe cristiana para la labor científica.

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3.09.13

Revista "Fe y Razón" - N° 88 (2 de septiembre de 2013)

Para acceder a todo el N° 88, presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


En el Año de la Fe

Equipo de Dirección

En el Año de la Fe, es conveniente que los fieles católicos conozcamos y estudiemos más la doctrina de la fe católica. Dado que actualmente se escuchan voces de teólogos católicos heterodoxos que abogan por la desaparición de la jerarquía y el clero en la Iglesia Católica, es preciso que resistamos esas influencias “protestantizantes”. Por eso en este número 88 de “Fe y Razón” reproducimos el documento doctrinal sobre el Sacramento del Orden emitido por el Concilio de Trento, el Concilio que, en el siglo XVI, estructuró la Reforma católica, en respuesta a la llamada “Reforma protestante”.

En el Año de la Fe, el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” llevó a cabo un Ciclo de Conferencias en la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler” a fin de contribuir a la reflexión sobre la doctrina de la fe. La quinta de las seis conferencias de ese Ciclo fue dictada por Mons. Dr. Miguel Antonio Barriola, miembro de la Pontificia Comisión Bíblica. En este número publicamos la segunda y última parte de la excelente ponencia de Mons. Barriola sobre la relación entre la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición.

En el Año de la Fe, es preciso que los fieles católicos crezcamos en fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Por eso publicamos una entrevista reciente de Life Site News al P. Wojciech Giertych OP, Teólogo de la Casa Pontificia, en la que el entrevistado analiza las funestas consecuencias morales, sociales e incluso económicas de la “revolución sexual” iniciada en los años ’60 y potenciada por el rechazo de muchos católicos a las enseñanzas del Papa Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae, de 1968.

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21.08.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –1

Actualmente la gran mayoría de los científicos, académicos e intelectuales piensa que una de las características esenciales (para muchos, la más esencial) de la ciencia es el naturalismo metodológico. El naturalismo metodológico de la ciencia consiste en que el científico debe proceder como si el naturalismo metafísico fuera verdadero. A su vez, el naturalismo metafísico (o filosófico) consiste en sostener que en nuestro universo material (el mundo estudiado por la ciencia) no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural; por lo tanto, todo lo que ocurre en él es en principio susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia. Generalmente el naturalismo metafísico está asociado al cientificismo, la doctrina que sostiene que sólo el conocimiento científico es verdadero conocimiento. De este modo el cientificismo rechaza tanto a la teología como a la filosofía.

El naturalismo metafísico existe en dos variantes, que llamaré “fuerte” y “débil”. El naturalismo metafísico fuerte consiste en afirmar que la naturaleza (es decir, el mundo) es todo lo que existe. Normalmente este naturalismo conduce al ateísmo, la doctrina que niega la existencia de Dios, porque el mundo (“lo único que existe”) no es Dios. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al panteísmo, la doctrina que identifica a Dios con el mundo o naturaleza. Dadas las afinidades y debilidades del ateísmo y el panteísmo, no es raro que algunas mentes oscilen entre ambas doctrinas. Cuando el ateo reconoce la necesidad de que exista un Ser Absoluto, a menudo pasa a ser panteísta; y cuando el panteísta reconoce que es absurdo que el Ser Absoluto sea contingente como el mundo, a menudo pasa a ser ateo. Además, generalmente el Dios del panteísmo no es un Ser personal, sino una fuerza impersonal, por lo que, según la terminología y la doctrina del monoteísmo, no es Dios, simplemente hablando. El panteísmo es la idolatría del mundo. En resumen, tanto el ateísmo como el panteísmo niegan la realidad de un Dios trascendente, por lo que suelen coincidir en la práctica.

Por su parte, el naturalismo metafísico débil no niega en principio la existencia de Dios, pero niega que Dios actúe en nuestro mundo. La definición de naturalismo metafísico que indiqué al comienzo corresponde en realidad a su variante débil, pero abarca lo que las dos variantes (fuerte y débil) tienen en común: quizás Dios exista (según la variante débil) pero, como no actúa en nuestro mundo, la ciencia puede prescindir de Él tanto como si no existiera (según la variante fuerte). Normalmente el naturalismo metafísico débil conduce al agnosticismo, la doctrina que niega que el ser humano pueda conocer si Dios existe o no. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al deísmo, la doctrina que afirma que Dios creó el mundo en el principio, pero no se interesa por el mundo ni interviene en él. También la frontera entre el agnosticismo y el deísmo es porosa: si el Dios del deísmo no actúa en nuestro mundo, entonces su existencia está más allá de la capacidad de conocimiento de la razón humana, como sostiene el agnosticismo. Y si el posible Dios del agnosticismo existiera (recordemos que el agnóstico contempla esa posibilidad), sería similar al Dios del deísmo, un Dios indetectable e incognoscible para la razón humana, e irrelevante para la vida humana. En resumen, tanto el agnosticismo como el deísmo niegan la realidad de un Dios providente y de la divina revelación, por lo que suelen coincidir en la práctica con el ateísmo.

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17.08.13

El nacimiento de los Evangelios sinópticos (6)

Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.

Dado que las distintas partes de esta serie han estado demasiado espaciadas en el tiempo, indico a continuación las direcciones de las anteriores:

Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Tres indicios de la antigüedad del Nuevo Testamento en 2 Corintios

Al final del Capítulo 5, Carmignac prueba que las hipótesis sugeridas por su estudio de los Evangelios sinópticos (basado principalmente en sus semitismos) son compatibles con los datos suministrados por San Pablo y por los primeros Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos.

Carmignac subraya un dato fundamental: los Hechos de los Apóstoles, después de relatar con gran cantidad de detalles de menor importancia el viaje de Pablo entre Cesarea y Roma, terminan bruscamente, sin decir nada sobre el resultado final del proceso judicial por el cual Pablo había sido llevado a Roma (cf. Hechos 27-28). Hay una sola explicación convincente de este extraño final del libro: que Lucas haya compuesto los Hechos durante el cautiverio romano de Pablo, entre los años 61 y 63. Este fuerte argumento llevó al mismísimo Harnack, el principal exégeta del protestantismo liberal, a retractarse de su opinión sobre la fecha de redacción de Hechos, que él había supuesto no anterior al año 78. Además, de los prólogos de Lucas y Hechos se deduce que Lucas es anterior a Hechos, por lo que su composición debe situarse a más tardar en los años 58-60.

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