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21.06.13

Cuatro posts sobre el aborto voluntario

Me parece oportuno recordar hoy los cuatro posts de este blog en los que he tratado el tema del aborto voluntario y su penalización.

A continuación indico sus títulos y ofrezco los enlaces correspondientes.

¿Por qué el aborto debe ser penalizado?
Objeciones contra la ilegalidad del aborto (1)
Objeciones contra la ilegalidad del aborto (2)
“No pensarás”

A los lectores católicos les recuerdo esta solemne enseñanza del Papa Juan Pablo II:

“Ante semejante unanimidad en la tradición doctrinal y disciplinar de la Iglesia, Pablo VI pudo declarar que esta enseñanza no había cambiado y que era inmutable. Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.

Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia.”
(Encíclica Evangelium Vitae, n. 62).

17.06.13

Revista "Fe y Razón" - N° 84 (17 de junio de 2013)

Para acceder a todo el N° 84, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial, que trata sobre la votación del próximo domingo.


Votemos para defender el derecho humano a la vida

Equipo de Dirección

1. La votación del 23 de junio

El año pasado fue aprobada y promulgada la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, que legalizó el aborto en el Uruguay bajo condiciones muy amplias. Desde entonces se han efectuado quizás unos 2.000 o 3.000 abortos legales en nuestro país. Esos abortos han sido autorizados y probablemente financiados (a través del Fondo Nacional de Salud) por el Estado uruguayo; y en muchos casos han sido ejecutados por organismos del Estado. La Ley citada prevé incluso la posibilidad de que el Estado (a través de uno de sus Poderes) ordene la realización de abortos, en determinados casos. Por consiguiente, hablando con propiedad, esa Ley representa una legalización del aborto, no su mera despenalización, como hipócritamente se sostuvo para conseguir el voto de un Diputado católico oficialista que se mostraba reacio a apoyar el proyecto de ley original. Si se tratara de una despenalización del aborto (que también sería gravemente injusta), el aborto seguiría siendo un delito, pero no estaría penado; pero es evidente que no es así en nuestro caso, ya que sería completamente absurdo que el Estado autorizara, financiara, ordenara y ejecutara acciones que él mismo considerase ilegales o criminales.

Después de la promulgación de la Ley injusta en cuestión, todos los católicos implicados en el movimiento pro-vida tuvimos muy claro que debíamos procurar la derogación total de la ley. Sin embargo, surgió una discrepancia acerca de cuál es el medio más adecuado para alcanzar ese fin. Algunos propusieron la realización de un referéndum contra la ley, y comenzaron a juntar firmas con ese objetivo; otros pensamos que era mejor juntar firmas para solicitar a todos los candidatos, sectores y partidos políticos la derogación parlamentaria de la ley, y pusimos manos a la obra en ese sentido. Una primera declaración de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) consideró que ambas vías eran moralmente legítimas y que cada fiel católico debía optar por una de ellas o por ambas.

Ocurrió que las firmas recolectadas para la convocatoria del referéndum superaron el umbral del 2% de los ciudadanos habilitados para votar, por lo cual esa iniciativa pasó a una segunda instancia: el próximo domingo (23 de junio) habrá una votación cuyo objetivo es determinar si se convocará o no un referéndum contra la ley. Todos los votos emitidos ese día serán votos a favor de la convocatoria del referéndum contra la ley.

Recientemente, en una nueva declaración de la CEU, los Obispos del Uruguay exhortaron a todos los fieles católicos a votar el 23 de junio a favor del referéndum, para defender el derecho a la vida. Aunque inicialmente (por razones que no detallaremos aquí) no apoyamos la vía del referéndum, y sabiendo que miembros del Episcopado han reconocido públicamente el derecho de los fieles a no votar si su conciencia así se lo exige, por nuestra parte, los integrantes de la Comisión Directiva del Centro Cultural Católico “Fe y Razón” damos oído a la exhortación de los Obispos y votaremos el próximo domingo. Además invitamos a todos nuestros lectores católicos uruguayos a hacer lo mismo.

No obstante, nos parece muy importante subrayar que, para los católicos, el objetivo de la instancia electoral del 23 de junio no puede ser el de votar “para que el pueblo decida”, como dice buena parte de la propaganda pro-referéndum. Según la doctrina católica (y en contra de pensadores modernos como Rousseau), la soberanía popular no es ni puede ser absoluta. El pueblo tiene tanto derecho a legalizar el aborto como el Parlamento: o sea, ningún derecho. Los derechos humanos son un don inalienable del Creador. La ley civil no puede darlos ni quitarlos, sino simplemente reconocerlos. Por lo tanto, cuando un católico vota (ya sea como legislador en el Parlamento o como ciudadano en un referéndum) acerca de un derecho humano, su única opción moralmente legítima es votar a favor del reconocimiento legal de ese derecho.

Por las razones expuestas, los católicos no podemos aceptar de ninguna manera la tesis (sostenida por varios de los principales impulsores del referéndum) de que la decisión del cuerpo electoral representará el punto final de la discusión política sobre este tema. Si el 23 de junio no se alcanzaran los votos suficientes (25% de los habilitados para votar) para convocar el referéndum o si en un eventual referéndum hubiera mayoría a favor de mantener la ley, la obligación moral de procurar la derogación de la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo” seguiría vigente, exactamente igual que en el momento presente. Que esto quede pues muy claro desde ya: para los católicos y para el movimiento pro-vida, la lucha (por medios pacíficos y legítimos) continuará, en cualquier hipótesis, hasta que se logre la derogación total de esa ley inicua.

2. Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe

El pasado jueves (13 de junio), con buena concurrencia, tuvo lugar el primer evento del Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe organizado por el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” (CCCFR) con apoyo de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”. En esa ocasión Mons. Dr. Antonio Bonzani, Rector de dicha Facultad, disertó sobre el tema: La escatología en el Catecismo de la Iglesia Católica.

El próximo jueves (20 de junio) tendrá lugar la segunda conferencia. Mons. Dr. Jaime Fuentes, Obispo de Minas, Responsable de la Comisión Nacional de Cultura y Diálogo con los No Creyentes de la CEU, disertará sobre el tema: Cómo reformar la Iglesia. La enseñanza de Santa Catalina de Siena.

El jueves siguiente (27 de junio), en la tercera conferencia, el Ing. Daniel Iglesias Grèzes, Secretario del CCCFR, presentará una ponencia sobre el tema: El Concilio Vaticano II y el ecumenismo. ¿Renovación o ruptura?

Todas las conferencias tendrán lugar los jueves de 19:00 a 21:00 en el Aula Magna “Pablo VI” de la Facultad de Teología del Uruguay. La dirección del Aula Magna es San Juan 2666, entre San Fructuoso y Tapes (Montevideo). Está “a la vuelta” de la Facultad, cuya dirección es San Fructuoso 1019 esquina San Juan. La entrada a las conferencias es libre y gratuita. Se agradecería una contribución voluntaria al CCCFR.

Una vez más invitamos a nuestros lectores residentes en Montevideo o alrededores a participar de estas conferencias.

12.06.13

El quinto Evangelio –Fragmento 20 (Giacomo Biffi)

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y se irá a buscar la que falta? Y si llega a encontrarla, os doy mi palabra de que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que dejó (Mt 18,12-13).


El reino de los cielos se parece a un pastor que tenía cien ovejas y, habiendo perdido noventa y nueve, reprende a la última oveja por su falta de iniciativa, la echa fuera y, después de cerrar el redil, se marcha a la taberna a discutir sobre los problemas de su vida de pastor.

Comenzamos por aplaudir a las noventa y nueve ovejas descarriadas: no se trata de un vulgar despiste; es más bien una forma de protesta contra la misma idea de redil. La imagen del redil evoca el encerramiento, la clausura, la segregación de los demás. ¿Cómo pueden «los otros» unirse al rebaño si en un determinado punto de su camino se dan de narices contra una valla?

Sin contar con que la vida del gueto –al abrigo de los peligros, pero también de las emociones de la aventura– acaba por deformar la personalidad y engendrar complejos de inferioridad o superioridad, según los temperamentos, de los cuales difícilmente se cura uno. Para la oveja, es mejor el riesgo del lobo que la certeza del envilecimiento en el redil.

Puede ocurrir que el pastor no sea suficientemente perspicaz para darse cuenta; en tal caso es necesario tener el coraje de forzarle la mano. El éxodo de las masas registrado en la parábola es el medio más eficaz para hacer entrar en razón a quien se obstina en cerrar los ojos. Una vez desmantelado el redil, podrán volver a él todos juntos, ovejas, lobos y demás animales y así se hará un solo rebaño sin un solo pastor.

En la parábola, sin embargo, el pastor comprende tan bien la situación que se exaspera por la oveja que queda. Este animal –a quien desapasionadamente hay que reconocerle el valor de un cierto inconformismo– basta por sí solo para echar a perder el advenimiento de una época nueva; puesto que, mientras él permanece, permanece el redil, y mientras permanezca el redil, las ovejas libres sentirán una cierta inquietud de si fueron prudentes al elegir la fuga. Y así no se puede vivir; aun para ser devorado se requiere un mínimo de tranquilidad interior.

Por tanto, ¡fuera, oveja pertinaz! Hay que obligarte a que seas libre. Aunque sólo sea porque tú sola quitas tiempo a tu guardián y le cansas e impides de este modo el progreso de la cultura. Únicamente cuando tú hayas tomado audazmente el sendero del bosque, el pastor podrá discutir con sus colegas los métodos más eficaces de pastoreo. Únicamente cuando ya no exista el redil y ni siquiera ovejas, se podrá elaborar en todo su rigor científico –sin compromisos con los condicionamientos concretos ni con la pervivencia de concepciones superadas– una teología pastoral verdadera y completa.

Nota del Blogger: “El quinto Evangelio” es una crítica humorística a la teología “progresista” de los años ’70. El autor (un sacerdote italiano que posteriormente llegó a ser Arzobispo de Bolonia y Cardenal) imagina el hallazgo de treinta fragmentos de un “quinto Evangelio” que generalmente contradice a los Evangelios canónicos y se adecua a las ideas “progresistas”. En cada capítulo Biffi cita primero el texto de un Evangelio canónico, luego cita el fragmento “paralelo” del imaginario “quinto Evangelio” y finalmente comenta dicho fragmento en forma irónica.


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2.06.13

Revista "Fe y Razón" - N° 83 (3 de junio de 2013)

Para acceder a todo el N° 83, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Espíritu de Dios, ven y renueva todas las cosas

Equipo de Dirección

1. Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe

En este número publicamos una versión corregida y aumentada del programa del Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe que organiza el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” con el apoyo de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”.

Una vez más invitamos a nuestros lectores residentes en Montevideo o alrededores a participar de estas conferencias y a dar la máxima difusión posible a esta invitación, reenviándola a sus familiares, amigos o conocidos. Desde ya muchas gracias.

2. Descarga gratuita de libros

A principios de abril decidimos permitir la descarga gratuita de nueve de los once libros de la Colección “Fe y Razón” (concretamente, los títulos 1-6 y 9-11; véase la lista completa casi al final de este número). Esta medida resultó muy exitosa: en menos de dos meses (del 1° de abril al 22 de mayo) se realizaron más de 600 descargas gratuitas de libros desde la página indicada. Hemos comprobado que es cierto el consejo de marketing que dice que la palabra que más vende es “gratis”. 

Esperamos que puedan leer con provecho los libros descargados y los invitamos a dejar comentarios de los mismos en la correspondiente página de Lulu. También les pedimos que colaboren con la difusión de esas obras.

3. Más suscriptores a la revista

También ha sido un gran éxito la adopción del sistema MailChimp para el envío automático de nuestra revista virtual por email. Ese sistema tiene, entre otras muchas, la ventaja de automatizar el manejo de las suscripciones. Desde que comenzamos a usarlo (en abril de 2012) hasta hoy, la cantidad total de suscriptores de la revista creció de algo menos de mil a 1.365. En promedio ganamos un suscriptor por día.

Aunque ese logro nos alegra, queremos que el fruto de nuestro apostolado llegue a más personas. Por eso les volvemos a pedir que nos ayuden a conseguir más suscriptores. Les recordamos que tanto la suscripción como la revista son totalmente gratuitas. Por favor, si desean suscribirse, no nos envíen un email pidiendo la suscripción. Sigan el procedimiento establecido, que consta de sólo dos pasos: A) complete este breve formulario (le recomendamos que en el campo “formato” deje la opción por defecto, HTML); el sistema enviará automáticamente un mensaje a su email pidiendo la confirmación de la suscripción; B) entre a su email y confirme la suscripción, presionando el enlace correspondiente.

4. Colaboración económica

Para llevar a cabo su labor, el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” (CCCFR) dispone de muy pocos recursos económicos. Los invitamos a colaborar económicamente con el CCCFR, a fin de que podamos consolidar y expandir nuestro trabajo apostólico. Para ello pedimos: a nuestros socios, que se pongan al día con la cuota social; a quienes participen en las próximas conferencias, que hagan una donación (a voluntad) para el Centro; y a nuestros lectores con cuenta en PayPal, que hagan una donación, dentro de sus posibilidades, siguiendo el procedimiento explicado al final de este número.

Hemos celebrado la gran solemnidad de Pentecostés. Pidamos a Dios, nuestro Padre, que, desde el Hijo, nos envíe el don del Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, la Persona-Amor de la Santísima Trinidad, para que renueve profundamente nuestros corazones y el mundo entero.


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25.05.13

Galileo Galilei (Vittorio Messori)

Según una encuesta del Consejo de Europa realizada entre los estudiantes de ciencias de todos los países de la Comunidad, casi el 30% de ellos tiene el convencimiento de que Galileo Galilei fue quemado vivo en la hoguera por la Iglesia. Casi todos (el 97%), de cualquier forma, están convencidos de que fue sometido a torturas. Los que –realmente, no muchos– tienen algo más que decir sobre el científico pisano, recuerdan como frase “absolutamente histórica” un “Eppur si muove!“, fieramente arrojado, después de la lectura de la sentencia, contra los inquisidores convencidos de poder detener el movimiento de la Tierra con los anatemas teológicos.

Estos estudiantes se sorprenderían si alguien les dijera que estamos ahora en la afortunada situación de poder datar con precisión por lo menos este último falso detalle: la “frase histórica” fue inventada en Londres en 1757 por Giuseppe Baretti, periodista tan brillante como a menudo muy poco fehaciente.

El 22 de junio de 1633, en Roma, en el convento dominicano de Santa Maria sopra Minerva, después de oír la sentencia, el “verdadero” Galileo (no el del mito) dio las gracias a los diez cardenales –tres de los cuales habían votado a favor de su absolución– por una pena tan moderada. Porque también era consciente de haber hecho lo posible para indisponer al tribunal, entre otras cosas intentando tomarles el pelo a esos jueces –entre los cuales había hombres de ciencia de su misma envergadura– asegurando que en realidad en el libro impugnado (que se había impreso con una aprobación eclesiástica arrebatada con engaño) había sostenido lo contrario de lo que se podía creer.

Es más: en los cuatro días de discusión, sólo presentó un argumento a favor de la teoría de que la Tierra giraba en torno al Sol. Y era erróneo. Decía que las mareas eran provocadas por la “sacudida” de las aguas, a causa del movimiento de la Tierra. Una tesis risible, a la que sus jueces-colegas oponían otra, que Galileo juzgaba “de imbéciles": y que, sin embargo, era la correcta. Esto es, el flujo y reflujo del agua de mar se debe a la atracción de la Luna. Tal como decían precisamente aquellos inquisidores a los que el pisano insultaba con desprecio.

Aparte de esta explicación errónea, Galileo no supo aportar otros argumentos experimentales, comprobables, a favor de la centralidad del Sol y del movimiento de la Tierra. Y no hay que maravillarse: el Santo Oficio no se oponía en absoluto a la evidencia científica en nombre de un oscurantismo teológico. La primera prueba experimental, indiscutible, de la rotación terrestre data de 1748, más de un siglo después. Y para “ver” esta rotación, habrá que esperar hasta 1851, con ese péndulo de Foucault, tan apreciado por Umberto Eco.

En aquel año 1633 del proceso a Galileo, el sistema ptolemaico (el Sol y los planetas giran en torno a la Tierra) y el sistema copernicano (la Tierra y los planetas giran en torno al Sol) eran dos hipótesis del mismo peso, a las que había que apostar sin tener pruebas decisivas. Y muchos religiosos católicos estaban a favor del “innovador” Copérnico, condenado, en cambio, por Lutero.

Por otra parte, Galileo no sólo se equivocaba al referirse a las mareas, sino que ya había incurrido en otro grave error científico cuando, en 1618, habían aparecido en el Cielo unos cometas. Basándose en apriorismos relacionados con su “apuesta” copernicana, había afirmado con insistencia que sólo se trataba de ilusiones ópticas y había arremetido duramente contra los astrónomos jesuitas del observatorio romano, quienes decían, en cambio, que estos cometas eran objetos celestes reales. Luego volvería a equivocarse con la teoría del movimiento de la Tierra y de la fijeza absoluta del Sol, cuando en realidad éste también se mueve en torno al centro de la galaxia.

Nada de frases titánicas (el demasiado célebre “Eppur si muove!“), de todas formas, más que en las mentiras de los ilustrados y luego de los marxistas –véase Bertolt Brecht–. Ellos crearon deliberadamente un “caso", útil a una propaganda que quería (y quiere) demostrar la incompatibilidad entre ciencia y fe.

¿Torturas? ¿Cárceles de la Inquisición? ¿Hogueras? Aquí también los estudiantes europeos del sondeo se llevarían una sorpresa. Galileo no pasó ni un solo día en la cárcel, ni sufrió ningún tipo de violencia física. Es más, llamado a Roma para el proceso, se alojó (a cargo de la Santa Sede) en una vivienda de cinco habitaciones con vista a los jardines del Vaticano y con servidor personal. Después de la sentencia fue alojado en la maravillosa Villa Medici en el Pincio. Desde aquí el “condenado” se trasladó, en condición de huésped, al palacio del arzobispo de Siena, uno de los muchos eclesiásticos insignes que lo querían, que lo habían ayudado y animado, y a los que había dedicado sus obras. Finalmente llegó a su elegante villa en Arcetri, cuyo significativo nombre era “Il gioiello” ("La joya").

No perdió la estima o la amistad de obispos y científicos, muchas veces religiosos. No se le impidió nunca proseguir con su trabajo y de ello se aprovechó, continuando sus estudios y publicando un libro –Discursos y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias– que es su obra maestra científica. Ni tampoco se le había prohibido recibir visitas, así que los mejores colegas de Europa fueron a verlo para discutir con él. Pronto le levantaron la prohibición de alejarse a su antojo de la villa. Sólo le quedó una obligación: la de rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales. En realidad, también esta “pena” se había acabado a los tres años, pero él la continuó libremente, como creyente que era, un hombre que había sido el benjamín de los Papas durante larga parte de su vida; y que, en lugar de erigirse en defensor de la razón contra el oscurantismo clerical, tal como afirma la leyenda posterior, pudo escribir con verdad, al final de su vida: “In tutte le opere mie non sarà chi trovar possa pur minima ombra di cosa che declini dalla pietà e dalla riverenza di Santa Chiesa“. ("En todas mis obras no habrá quien pueda encontrar la más mínima sombra de algo que recusar de la piedad y reverencia de la Santa Iglesia"). Murió a los setenta y ocho años, en su cama, con la indulgencia plenaria y la bendición del Papa. Era el 8 de enero de 1642, nueve años después de la “condena". Una de sus hijas, monja, recogió su última palabra. Ésta fue: “¡Jesús!”

(Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia, Editorial Planeta, Barcelona 1997, 4ª edición, pp. 117-120)