Nueva datación del Nuevo Testamento (1)

Comentario de: John A. T. Robinson, Redating the New Testament, 1976.
Edición en línea: www.preteristarchive.com/Books/1976_robinson_redating-testament.html

Al comienzo del Capítulo I (“Fechas y datos”) el autor explica que, como en la arqueología, la cronología del Nuevo Testamento (NT) está basada en una combinación de fechas absolutas y relativas. Hay un número limitado de puntos más o menos fijos, y los fenómenos restantes son fechados de acuerdo con los supuestos requerimientos de dependencia, difusión y desarrollo. Las nuevas fechas absolutas obligan a reconsiderar las fechas relativas. Eventualmente las antiguas hipótesis sobre los patrones de dependencia, difusión y desarrollo pueden ser perturbadas o incluso radicalmente cuestionadas.

Robinson muestra cómo esto ocurrió en el caso del estudio del origen y el desarrollo de la civilización en Europa. A partir de 1949 se produjo la “revolución del carbono radioactivo”, que obligó a extender de 500 a 1.500 años el período en cuestión. Y en 1966, debido a la dendro-cronología, se produjo una segunda “revolución”. Esta vez no sólo hubo que extender de nuevo el período analizado, sino que el patrón de relaciones entre los fenómenos cambió profundamente.

Robinson afirma que la cronología del Nuevo Testamento depende más de supuestos que de hechos. No se trata de que en este caso hayan aparecido nuevos hechos, nuevas fechas absolutas que no puedan ser cuestionadas –ellas aún son extraordinariamente escasas. Se trata de que ciertos cuestionamientos obstinados me han llevado a preguntar simplemente qué base hay en verdad para ciertas hipótesis cuyo cuestionamiento parecería haberse vuelto arriesgado o incluso impertinente, según el consenso predominante de la ortodoxia crítica. Sin embargo uno toma coraje al ver cómo, en su propio campo o en otro cualquiera, las posiciones establecidas, súbita o sutilmente, pueden llegar a ser vistas como las precarias construcciones que son. Las que parecían ser dataciones firmes basadas en la evidencia científica se revelan como deducciones que se apoyan sobre otras deducciones. El patrón es coherente pero circular. Si se cuestiona alguna de las hipótesis incorporadas, el edificio entero parece mucho menos seguro.” (p. 6).

Luego el autor presenta una visión sintética de la historia de la cronología del NT, indicando las posiciones predominantes a intervalos de 50 años. En general, hacia 1800 se consideraba que la composición del NT había abarcado un período de 50 años: del año 50 al año 100. Hacia 1850 ese período se había más que duplicado, extendiéndose ahora entre los años 50 y 170. Hacia 1900, aunque el período considerado seguía siendo aproximadamente el mismo, cambió la datación de los distintos libros del NT, quedando con dataciones tardías sólo unos pocos, generalmente algunas de las cartas. Hacia 1950 la brecha entre las posiciones radicales y conservadoras se había achicado bastante, alcanzándose un grado notable de consenso. El período de composición se redujo a unos 60 años (50-110), con la única excepción de 2 Pedro (ca. 150).

Robinson opina que “lo que uno busca en vano en gran parte de los estudios recientes es cualquier lucha seria con la evidencia interna o externa para la datación de los libros individuales… más que un patrón apriorístico del desarrollo teológico dentro del cual luego se los hace encajar.” (p. 11).

Para el autor, la pieza clave fue el Evangelio de Juan. Por diversas razones, poco a poco Robinson se convenció de que ese Evangelio fue escrito en Palestina y antes del año 70, lo que contradice la tesis predominante de que fue escrito en Asia Menor y hacia fines del siglo I. Pero la re-datación de Juan lleva necesariamente a replantear la cronología de todo el NT.

“Fue en este punto –explica Robinson– que comencé a preguntarme simplemente por qué cualquiera de los libros del Nuevo Testamento debía ser ubicado después de la caída de Jerusalén en el 70. Al comenzar a considerarlos, y en particular la epístola a los Hebreos, los Hechos y el Apocalipsis, ¿no era extraño que este cataclismo no fuera mencionado o aludido ni una sola vez? Así, como poco más que una broma teológica, pensé ver hasta dónde uno podía llegar con la hipótesis de que todo el Nuevo Testamento fue escrito antes del 70. (…) Pero lo que comenzó como una broma se convirtió durante el proceso en una preocupación seria.” (p. 12).

A continuación el autor enumera las limitaciones de su obra: no se ha introducido en las bases teóricas de la cronología en sí misma, ni en cálculos astronómicos, ni en las complejas relaciones entre los sistemas cronológicos antiguos; tampoco ha entrado en la cronología del nacimiento, el ministerio y la muerte de Jesús, ni en la historia del canon del NT, ni en el vasto campo de la literatura no canónica, salvo en los casos en que ésta es directamente relevante al tema analizado.

Robinson concluye este capítulo diciendo: Mi posición probablemente parecerá sorprendentemente conservadora –especialmente a aquellos que me consideran radical en otros temas. (…) No reclamo ninguna gran originalidad –casi cada conclusión individual, como se verá, ha sido previamente discutida por alguien, a menudo en verdad por hombres grandes y olvidados–, aunque pienso que el patrón global es nuevo y, eso confío, coherente. Lo que menos quiero es cerrar cualquier discusión. En realidad me alegra anteponer a mi trabajo las palabras con las cuales, según se dice, Niels Bohr comenzó sus cursos de conferencias: “Cada frase que yo emita debería ser tomada por ustedes no como una afirmación sino como una pregunta”.” (p. 14).

Daniel Iglesias Grèzes


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11 comentarios

  
jordi
Destacaría lo siguiente:


- El inicio de todo fue una pregunta:

"¿no era extraño que este cataclismo -la destrucción del Templo- no fuera mencionado o aludido ni una sola vez?"


- Las dataciones seguían un patrón circular:

"la cronología del Nuevo Testamento depende más de supuestos que de hechos...Las que parecían ser dataciones firmes basadas en la evidencia científica se revelan como deducciones que se apoyan sobre otras deducciones".


- La ideología aparece como un a priori: es progre decir que es "después del año 70", es neocon decir que es "antes del año 70". Gracioso.

“Mi posición probablemente parecerá sorprendentemente conservadora"
04/03/12 9:36 PM
  
Manuel Escariz
Esto parece que promete...
05/03/12 10:19 AM
  
Saulo
Pues yo resaltaría otra cosa. Este libro, fue el pionero, en el presente está en revisión la cronología de muchas partes del NT y la mayoría de investigadores acepta ya que los evangelios habían sido redactados (a parte de que la tradición oral más o menos fijada) bastante antes de lo que se suponía. Pero sin embargo, y esto es lo que destaco, en las creencias populares e intelectualoides, es decir, de andar por casa, de manejar en debates televisivos, en tertulias de compañeros de trabajo, de amigos, etc. prevalece aún la antigua datación, datación que respondía y apuntalaba a una concepción teológica progre, la que parte de que los milagros no son posibles (por no hablar de la existencia de Dios, la divinidad de Jesús o su propia resurección). Por eso me parece muy oportuno este artículo aunque creo que la labor divulgativa en este sentido debería ser mucho más amplia. Es decir, que quede patente que las construcciones a posteriori, basadas en esquemas explicativos totalmente teóricos eran de los teólogos e historiadores liberales y que la tradición católica al respecto es la más aproximada a la realidad, y no una construcción apologética de las creencias de consumo propio. La Paz.

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DIG: No me parece que la mayoría de los exegetas católicas haya abandonado la tesis de las dataciones tardías de los libros del NT. El hecho de que la mayoría sigue adherida a esa posición explica por ejemplo su oposición a las identificaciones y/o dataciones de los papiros 7Q4 y 7Q5; y explica el silencio generalizado sobre la obra de un gran sabio como el Padre Jean Carmignac.
05/03/12 12:42 PM
  
Saulo
A este respecto me parece muy interesante un artículo de Julián Carrón a propósito de la historicidad de los evangelios. Lamento no conservar el enlace, si lo vuelvo a localizar lo mando. La Paz.
05/03/12 12:43 PM
  
Saulo
Siempre me pareció este caso una de las mejores ilustraciones de que la ciencia / razón, iluminada y ampliada por la fé aventaja en muchos casos a la engreída ciencia del mundo actual, que en muchos casos, especialmente en el campo de la religión y de las humanidades, se puede traducir en: todo lo que no entra en mi limitada capacidad de raciocinio no existe. Y lo más gracioso es que la realidad, no sólo en el campo en el que estamos tratando, se ha encargado una y otra vez de desmontar esta creencia (sí, efectivamente, creencias que se han hecho pasar por ciencia) y muchos científicos siguen emperrados en tal creencia. Eso nos debe hacer más confiados, a los cristianos, en la Tradición de la Iglesia y nos debe hacer perder el complejo de inferioridad que mucho tiempo hemos tenido frente a la ciencia atea (la que parte de la "creencia" de que Dios no existe, sin sentir siquiera la necesidad de demostrarlo). La Paz.
05/03/12 12:49 PM
  
Andrés
Estimado Saulo, ¿se refiere usted a este enlace?


http://www.mercaba.org/FICHAS/Evangelios/la_historicidad_de_los_evangelios.htm

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DIG: Muy buen artículo. Muchas gracias.
05/03/12 4:42 PM
  
Almamatters
Los evangelios en mi opinión están escritos en su mayor parte en la década de los 50 del siglo I Los analistas que los sitúan a partir del año 70 sólo se pueden agarrar a la destrucción del Templo Curiosamente en ningún momento los evangelistas citan el cumplimiento de las profecías hechas por Jesús sobre este hecho
05/03/12 9:20 PM
  
Saulo
Pues sí, estimado Andrés, muchas gracias por el enlace. Hace tiempo lo saque e imprimí y olvidé de dónde lo había sacado. La Paz.
05/03/12 10:04 PM
  
Norberto
Gracias Andrés y Saulo, el enlace es una joyita, sin duda.
10/03/12 5:41 AM
  
Uribante
Estimado Daniel: Me he metido en el enlace que pones y resulta que el autor del escrito -bastante confuso- es un obispo anglicano... con mucho respeto hacia este señor, habría que aclararle que, ya la Pontificia Comisión Bíblica en sus respuestas del 19 de junio (1911) y 26 de junio (1912), explica que los tres primeros evangelios se escribieron antes del año 70, año de la destrucción de la Ciudad Santa. Al parecer es el propio John A.T. Robinson quien debe revisar sus propios conocimientos sobre la datación del NT.

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DIG: No fue sólo Robinson, sino la gran mayoría de los estudiosos del Nuevo Testamento (también los católicos), quien se apartó de las dataciones tempranas de los cuatro Evangelios y en general de los escritos del Nuevo Testamento, dataciones tempranas basadas en la más antigua tradición de la Iglesia. Lo notable de la obra de Robinson es que tiende a revertir esa tendencia usando el mismo método histórico-crítico que llevó a tantos otros estudiosos a apartarse de esa importante tradición.
13/03/12 11:53 PM
  
Daniel Iglesias
Por tres o cuatro razones que no vale la pena explicar aquí, este mes de marzo ha sido y será un mes de mucho trabajo para mí, lo que me obliga a postergar un poco la continuación de esta serie. Espero poder retomarla hacia fin de mes.

Un gran saludo a todos los lectores. Que Dios los bendiga a todos.
14/03/12 10:38 AM

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