John Henry Newman, precursor del Concilio Vaticano II (2)

3. El principio sacramental

La segunda conversión: del anglicanismo evangélico al anglicanismo católico

En 1817 Newman ingresó en el Trinity College de Oxford. En ese entonces sólo los anglicanos podían estudiar o enseñar en la Universidad de Oxford. Poco después celebró su primera comunión en la capilla del Colegio. En 1820 se graduó como Bachelor of Arts y en 1822 fue elegido miembro del Oriel College, centro universitario de Oxford que se hallaba en la cumbre de su fama intelectual.

En 1824 Newman fue ordenado diácono. Entonces asumió la responsabilidad pastoral sobre las almas, que inspiró todas sus empresas. Poco después fue nombrado coadjutor de una parroquia pobre de Oxford (San Clemente). Por esos tiempos empezaron a desaparecer sus doctrinas protestantes. Durante los años siguientes, Newman fue recuperando lentamente el conjunto casi completo de las verdades de la religión revelada. Edward Hawkins, párroco de Santa María, le enseñó a aceptar la doctrina de la regeneración bautismal y la necesidad de la tradición eclesial para interpretar la Biblia. Un libro del obispo Butler le enseñó la doctrina de la Iglesia visible, oráculo de la verdad y modelo de santidad, los deberes de la religión exterior y el carácter histórico de la revelación.

En 1826 Newman fue promovido al puesto de tutor oficial en el Oriel College. Allí se hizo amigo de Richard Hurrell Froude, por medio del cual entró en contacto con las creencias de la High Church, es decir la tendencia católica dentro del anglicanismo, muy minoritaria en ese entonces. Gracias a la influencia de Froude, Newman poco a poco se alejó de la reforma protestante y comenzó a mirar con simpatía a la Iglesia de Roma. Froude también enseñó a Newman a creer en la presencia real de Cristo en la eucaristía, a tener devoción a la santísima Virgen María y a aceptar la doctrina de la sucesión apostólica.

Newman había estudiado a fondo la sagrada Escritura y sabía de memoria gran parte de la misma. En 1828 empezó a leer las obras de los Padres de la Iglesia, por orden cronológico. Entonces se le abrió el otro gran receptáculo del tesoro de la revelación.

En 1828 Newman fue nombrado párroco de la iglesia universitaria de Santa María. La parroquia abarcaba también la humilde aldea de Littlemore. Newman fue un predicador extraordinario. Sus sermones, intensamente dogmáticos y sumamente prácticos, tuvieron un profundo influjo en muchos estudiantes de la Universidad y posteriormente en un sector importante de la clase dirigente e instruida. De los aproximadamente seiscientos sermones que Newman escribió como anglicano, bastante más de la mitad fueron predicados antes de 1833. Hasta fines de 1832 Newman predicó además varios sermones oficiales en la Universidad.

Aportes teológicos de Newman vinculados al principio sacramental

El “sistema sacramental” que preside la eclesiología de Newman consiste básicamente en una concepción sobrenatural de la Iglesia.

A lo largo de su segunda conversión, Newman se fue alejando cada vez más de las doctrinas protestantes y fue haciendo suya en forma cada vez más plena la verdad católica, y especialmente la verdad acerca de la Iglesia. Por eso incluiré en este apartado los aportes teológicos de Newman acerca de la Tradición eclesial, el misterio de la Iglesia y la relación Iglesia-Mundo.

a) La vuelta a los Padres de la Iglesia

La teología escolástica postridentina había descuidado el contacto directo con la teología patrística. La teología de Newman, en cambio, estaba basada en una alta proporción en su conocimiento de los escritos de los Padres de la Iglesia, que ocupaban una gran parte de su biblioteca. Algunos de los aportes de Newman a la teología no se debieron en última instancia a la originalidad de su pensamiento, sino a su familiaridad con la teología patrística. Esto se aplica por ejemplo a sus doctrinas sobre la inhabitación divina, el misterio pascual y el misterio de la Iglesia.

Siguiendo el ejemplo de Newman, la teología del siglo XX efectuó un retorno a los Padres de la Iglesia, considerados no sólo como teólogos sino también como testigos privilegiados de la Tradición eclesial.

El Concilio Vaticano II se benefició de este retorno a los Padres y a su vez lo reforzó. La fuerte influencia de la teología patrística en el Vaticano II se manifiesta cuantitativamente en las numerosas citas de los Padres de la Iglesia y cualitativamente en muchas de las doctrinas expuestas por dicho Concilio. En cambio, las citas de los Padres (exceptuando en parte a San Agustín) son bastante escasas en los documentos de los Concilios de Trento y Vaticano I.

b) La Iglesia-sacramento

La eclesiología tuvo un desarrollo relativamente pequeño en el período de la alta escolástica. En la eclesiología del siglo XIX predominaban los conceptos jurídicos (la Iglesia como sociedad perfecta y jerárquica) sobre los conceptos más propiamente teológicos (la Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo).

También en este tema Newman efectuó un retorno a las doctrinas de la época patrística. Una de las ideas religiosas básicas de Newman era lo que él denominaba el “sistema sacramental”. Los sacramentos son signos e instrumentos visibles de la gracia invisible. La Iglesia es una institución visible que hace presente en el mundo a Dios invisible. Por lo tanto la Iglesia tiene un carácter sacramental, es decir mistérico. Newman tuvo una gran devoción a la santa Iglesia y siempre procuró que sus miembros tomaran conciencia de que estaban llamados por Dios a ser santos ellos mismos.

El tema principal del Concilio Vaticano II fue la Iglesia. Casi todos sus documentos están referidos directamente a ese tema. El documento principal del Vaticano II es la constitución dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium). La doctrina de la Lumen Gentium está centrada en el misterio de la Iglesia (cf. Capítulo 1). Los dos puntos principales de su enseñanza son la presentación de la Iglesia como “sacramento universal de salvación” (n. 48; cf. nn. 1 y 8) y el énfasis puesto en la vocación universal a la santidad (cf. Capítulo 5).

c) La autonomía de lo temporal

Desde la Edad Media la Iglesia experimentó un fuerte proceso de clericalización, que se vio acentuado a partir del siglo XVIII por el proceso de secularización de la sociedad civil. La Iglesia tuvo grandes dificultades para adaptarse a la nueva situación y en muchos casos intervino en cuestiones temporales de un modo que era comprensible en la era de la Cristiandad, pero que resultaba cuestionable desde la época del Renacimiento y la Ilustración. Basta pensar en el tema del poder temporal del Papado, que sobrevivió hasta el tiempo del Concilio Vaticano I (año 1870).

Newman reflexionó mucho sobre el aspecto cultural de la secularización. Entendió que, si bien la razón no debe ser disociada de la fe, la razón tiene una cierta autonomía, por lo cual la Iglesia no puede pretender gobernar el progreso de la ciencia en cuanto tal (aunque sí debe ocuparse de los problemas religiosos y morales conexos). La postura de Newman, muy avanzada para la época del Index y del Syllabus, está expuesta en la siguiente cita:

“Éste, pues, imagino que es el objetivo de la Santa Sede y de la Iglesia Católica al fundar universidades: volver a unir cosas que en el principio estaban unidas por Dios, y que han sido separadas por el hombre. Algunas personas dirán que estoy pensando en limitar, deformar y atrofiar el desarrollo del intelecto por medio de la supervisión eclesiástica. No tengo esa intención. Ni tengo ninguna intención de transigencia, como si la religión debiera renunciar a algo y la ciencia también. Deseo que el intelecto se expanda con la mayor libertad, y que la religión disfrute de igual libertad, pero lo que pongo como condición es que deben encontrarse en uno y el mismo sitio, y ejemplificado en las mismas personas… No me satisfará lo que satisface a tantos, tener dos sistemas independientes, intelectual y religioso, caminando uno al lado del otro al mismo tiempo, por una especie de división del trabajo, y sólo reunidos accidentalmente. No me satisfará si… los jóvenes conversan con la ciencia todo el día y se presentan ante la religión por la noche… La devoción no es una especie de final ofrecido a las ciencias, ni la ciencia es… un ornamento y una bagatela de la devoción. Quiero que los seglares intelectuales sean religiosos, y los eclesiásticos devotos sean intelectuales.” (Discurso en la iglesia de la Universidad Católica de Irlanda).

Las posturas avanzadas de Newman (por ejemplo en la cuestión del poder temporal del Papado) lo condenaron a sufrir duras críticas de los sectores ultramontanos, muy influyentes en la Iglesia católica del siglo XIX.

El Concilio Vaticano II realizó un muy esperado aggiornamento de la Iglesia. En cuanto a las relaciones de la Iglesia con el mundo podemos afirmar, en términos muy generales, que se pasó de una actitud en la que predominaba el rechazo al mundo moderno a una actitud de mayor apertura y de diálogo, que se manifestó por ejemplo en la ausencia de anatemas en los documentos conciliares. La constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et Spes) -en sí misma toda una novedad- reconoce una determinada autonomía de las realidades terrenas -especialmente de la cultura, las ciencias y la comunidad política- respecto de la Iglesia (cf. nn. 36, 59 y 76). La declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis Humanae establece que la libertad de la Iglesia es un principio fundamental en las relaciones entre la Iglesia y el orden civil. Esta libertad es necesaria para que la Iglesia pueda cumplir plenamente su misión salvífica (cf. n. 13). (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes


El presente artículo es una nueva versión de: Daniel Iglesias Grèzes, Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio. Exposición de algunos puntos de la doctrina católica, Montevideo 2008, Capítulo 11 – John Henry Newman, un precursor del Concilio Vaticano II, pp. 116-134.

Este libro está disponible aquí.

7 comentarios

  
Martin Ellingham
"...En realidad Gaudium et spes, la proclama del Concilio al mundo, es el más voluminoso de sus documentos, y de una lectura tan poco amena que uno se pregunta cuántos de los mismos que lo votaron lo leyeron desde el principio hasta el fin ... , y cuántos de los que lo han leído lo han comprendido."

"...Los católicos de ayer eran incapaces de recibir ninguna lección del mundo. Ahora están convencidos como Mussolini, de que el mundo ha sempre raggione."
(Louis Bouyer)


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DIG:

Dice un sabio refrán que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Ya sea que los Padres del Concilio Vaticano II hayan leído y entendido o no toda la constitución Gaudium et Spes -GS- (y me parece malicioso suponer irresponsabilidad o ignorancia en la gran mayoría de ellos), Dios se sirvió igualmente de ellos para guiar a la Iglesia.

Que GS tenga un estilo ameno o no importa poco frente a la cuestión fundamental: si su doctrina es verdadera o falsa.

Por otra parte, Bouyer se muestra aquí, no sólo algo malicioso, sino también bastante impreciso. Yo, por poner un ejemplo que conozco bien :-))), soy un católico de hoy y no pienso que el mundo siempre tiene razón.
11/06/10 10:40 AM
  
Martin Ellingham
Me parece que la visión más newmaniana del Vaticano II la ha aportado el oratoriano Louis Bouyer en "La descomposición del catolicismo".
11/06/10 10:41 AM
  
Catholicus
Si el baremo es la amenidad, desterremos al Aquinate, el Concilio de Trento, Los Reyes y jueces de la Biblia, etc,etc.
11/06/10 12:14 PM
  
luis
No sólo falta amenidad. Falta rigor y precisión. La enfermedad de los textos y declaraciones a partir del Vaticano II, como lo definió magistralmente el gran Romano Amerio, es el circiterismo, que podría traducirse como el "más o menismo".
Nada que ver con el incisivo y preciso estilo de Newman, que siempre busca agotar las posibilidades de verdad del tema que trata, como un cazador busca a la última presa.

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DIG: Lo que tú llamas falta de precisión de Gaudium et Spes (y que otros llaman "ambigüedad") no es necesariamente un defecto. Probablemente en muchos casos se debe a la voluntad de dejar abiertas ciertas cuestiones legítimamente discutidas entre distintas corrientes de pensamiento dentro de la Iglesia Católica. Un Concilio no tiene por qué decidir con su autoridad todas las cuestiones que trata o que menciona.

Consideremos un ejemplo tomado de GS 22: "El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre". ¿En qué modo? GS no lo dice explícitamente, aunque a continuación añade: "Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado".

Es un texto bellísimo. Ciertamente, los teólogos pueden darle interpretaciones con matices un poco diferentes entre sí. Pero, ¿es eso un defecto grave en un texto así? Quizás es justamente lo pretendido: abrir perspectivas, no cerrarlas.
11/06/10 1:30 PM
  
luis
De todos modos, la tesis del blogger, despojada del lugar común inaugurado por Pablo VI, es plenamente válida en cuanto Newman es una vía distinta de la de la Iglesia barroca postridentina. Es una reacción contra la escolástica decadente, el casuismo, el jesuitismo y una robusta regressio ad fontes.

Desgraciadamente, el Vaticano II no cumplio la necesaria función que podría haber desempeñado, señalada por Bouyer en su excelente "La descomposición del Catolicismo". La presión del mundo, de los medios y de lo políticamente correcto, así como la infiltración modernista en la Iglesia, hace prácticamente imposible que un Concilio pueda exponer en forma meridiana, frontal y clara la doctrina católica. Los Padres Conciliares serían linchados por los medios, como efectivamente ocurrió con el cardenal Ottaviani.
La época de los grandes Concilios, como no sea en las catacumbas del Anticristo, ha terminado, tal ha sido la sentencia de un santo varón. Vemos hoy la manipulación mediática, los obispos tipo Schoenborn y las triquiñuelas de las logias para satanizar a los ortodoxos.
En palabras de Maritain, uno de los responsables de la crisis antropocéntrica progresista, parcialmente arrepentido, "se pasó del Desprecio del mundo a Arrodillarse frente al mundo" (Le paysan de la Garonne)

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DIG: La interpretación auténtica del Concilio Vaticano II, frente a las desviaciones progresistas y tradicionalistas (que concuerdan en ver a ese Concilio como una ruptura con la Tradición eclesial), se ha afirmado y se seguirá afirmando poco a poco, llegando a prevalecer ampliamente.

Con respecto a las profecías sobre la imposibilidad de futuros Concilios, recomiendo la modestia. Apenas llegamos a comprender nuestra propia época y a vislumbrar algo del futuro cercano; cuanto menos podemos saber de lo que pasará dentro de tres o más siglos. ¡Tengamos esperanza y dejemos el futuro remoto de la Iglesia al Señor, que seguirá custodiándola con amor providente!
11/06/10 1:59 PM
  
Martin Ellingham
Daniel:

A mí, por el contrario, me parece que Bouyer describe de manera cruda pero realista lo que ha ocurrido luego del Vaticano II en relación con el mundo.

Otro refrán, tal vez no tan sabio, dice: "una golondrina no hace verano". :)

Un gran saludo.


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DIG: Pero no se trata de una sola golondrina. Los católicos de hoy que no creemos que el mundo tiene siempre razón somos millones. Por ejemplo tú, ¿no eres uno de ellos?
11/06/10 3:59 PM
  
Catholicus
No sólo falta amenidad. Falta rigor y precisión.
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En esto estoy mucho más de acuerdo. O mejor dicho, casi. En realidad el rigor sí está, la precisión menos, pero lo peor es lo que falta: garra, convicción en separar con bisturí lo malo de lo bueno. Por eso no son textos tan amenos.

Se quiere ser pastoral, pero como obviamente se entra a saco en doctrina, acaba siendo una doctrina cuyas líneas que delimitan quedan anchas y diluidas.

Cuando se examinan con lupa, hay pocos peros que poner a los textos, y tienen su brillo propio, pero sin claridad.

Hasta la "heroica" Humanae Vitae quiere dar y luego parecer recular a veces...No se contradice, pero podrían brillar más los textos.

En cualquier caso, el mayor brillo del "espíritu" del Concilio, el verdadero, está en este y otros miles de blogs, iniciativas, llenos de laicos comprometidos y hasta más exigentes que algunos pastores, así como en el tremendo empuje y aire fresco de los Nuevos Movimientos.

Ojalá la Tradición sepa adaptar su necesario espíritu a la realidad de los tiempos.

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DIG: Está visto que hay gente muy difícil de contentar. Lo que importa en un texto del Magisterio no es lo que parece decir en una lectura superficial (como la de quien estime que la Humanae Vitae "parece recular a veces") sino lo que realmente dice. La Humanae Vitae es un ejemplo notable de coherencia. Lo mismo vale para muchísimos otros textos del Magisterio pontificio post-conciliar.
11/06/10 4:34 PM

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