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2.10.21

(489) De méritos reales por la gracia

Glosas de la idea: uno se salva por gracia no por méritos.

Glosa 1

De dos maneras se dice que uno merece.

Una, por los actos libres y buenos que hace por sí solo.

Otra, por los actos libres y buenos que hace por sí mismo movido por otro. 

-Lo primero es imposible, pues nada bueno meritorio puede hacer el hombre por sí solo, como enseña la Iglesia, por ejemplo en Orange II canon 22, contra pelagianos y semipelagianos. 

-Lo segundo es posible por la gracia, por la cual Dios capacita al hombre para merecer por sí mismo (aunque no por sí solo), aplicándole sacramentalmente los méritos de su Hijo; y haciendo posible que, en verdad, haga el bien meritorio (cualificándole con el estado de gracia santificante y asistiéndole con gracias actuales).

Dado que los méritos de Cristo fueron reales, los méritos del hombre, participación de los de Cristo, son también reales, de lo contrario su aplicación sería sólo una apariencia de participación y no una participación real y personal.

EN CONCLUSIÓN, el hombre en verdad merece realmente con méritos propios por obra de la gracia

 
Glosa 2

Es por gracia no por nuestros méritos.

Por contra: Dios remunera a los buenos y castiga a los malos.

Los buenos se merecen el cielo, los malos el infierno.

No remuneraría a los buenos si éstos, de alguna manera, no se lo mereciesen por gracia.

Es por gracia, cierto.

No es por nuestros méritos, falso.

Es por nuestros méritos en gracia. La gracia nos capacita para merecer verdaderamente.

Si bien es cierto que la gracia de la perseverancia final es inmerecible, esta gracia no se da injustamente sino gratuitamente.

El hombre en gracia puede merecer la vida eterna en un juicio de justicia, de modo condigno. Pues donde hay justicia, que es dar a cada uno lo suyo, hay merecimiento. En este caso no de justicia retributiva absoluta, sino conveniente según el plan divino.

EN CONCLUSIÓN, decir que uno se salva por gracia es lo mismo que decir que uno se salva gratuitamente por méritos, porque en el plan de salvación dispuesto por la divina providencia, la gracia es gracia de merecimiento. La causa primera mueve a la causa segunda a actuar meritoriamente.