InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Archivos para: Agosto 2014, 25

25.08.14

(16) Que el cristiano, cuando ora, lo hace a hechura de Cristo, y no a hechura de un maestro zen

En el post anterior hemos visto, en algunos textos relevantes, algunas ideas básicas del zen. En otros posts continuaremos comprobando su incompatibilidad con la vida cristiana. Ahora, simplemente, quisiéramos hacer una reflexión, a modo de intermedio,  sobre la peculiaridad de la oración cristiana, que se resume en una sola palabra: Cristo.

En Efesios 2 encontramos una verdad contundente y clara, que deberíamos meditar a menudo:

“7 Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. 8 Porque habéis sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de vosotros, sino que es un don de Dios; 9 y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. 10 Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.”

Por la gracia, hemos nacido de nuevo, hemos sido creados y recreados en Cristo Jesús. Por tanto, nuestra meditación, y nuestra oración, es don de Dios, y ninguna obra nuestra puede con sus solas fuerzas naturales conseguir esto, dado que es regalo gratuito.

En Cristo oramos, como nueva criatura.Cristo es el Esposo de nuestra alma y nuestra persona entera, y estamos comprometidos con Él, y hemos de orar a su manera. Estamos comprometidos con su gracia. Nuestra oración no puede prescindir de este hecho: oramos en Cristo orante, y nada de cuanto podamos hacer con nuestras fuerzas o técnicas naturales puede conseguir esto, ninguna técnica nos permitirá orar en Cristo orante. Es un regalo. La gracia nos mueve a orar como Cristo oraba. Un hecho que procede de nuestra vocación bautismal. Un don, fruto de nuestro nacimiento nuevo en la gracia. Por eso, cuando no oramos a hechura de Cristo, traicionamos de alguna manera el movimiento interior de la gracia.

La oración cristiana, y la meditación, han de partir del hecho de que es participación misteriosa y sobrenatural de la oración y la meditación de Cristo mismo.

Leer más... »