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6.05.23

29.04.23

Entender mejor la «participación activa» en la liturgia

Participación

Varios números de la exhortación Sacramentum caritatis dedicó Benedicto XVI para describir y reordenar la “actuosa participatio” o participación activa en la liturgia, rescatándola del activismo reinante y de la interpretación común que la orienta sólo a lo exterior, multiplicando intervenciones.

Para una “auténtica participación”, explicaba el Papa cómo “a veces, ha surgido alguna incomprensión precisamente sobre el sentido de esta participación. Por tanto, conviene dejar claro que con esta palabra no se quiere hacer referencia a una simple actividad externa durante la celebración” (SC n. 52), un hacer cosas, multiplicar intervenciones (moniciones y ofrendas, por ejemplo).

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14.04.23

El óleo de catecúmenos, aceite que fortalece

uncion catecumenoFinalmente, un tercer óleo, llamado algunas veces “óleo de exorcismo” y comúnmente ahora “óleo de los catecúmenos” –en Oriente, óleo de alegría-, destinado a las unciones de aquellos que se preparan a la Iniciación cristiana.

Es ésta una unción de combatiente; fortifica al catecúmeno para la lucha suprema contra las potencias del mal, disponiéndolo a la renuncia a Satanás, a la profesión de fe cristiana y a sumergirse en las aguas bautismales.

Antes de bendecir el agua bautismal, los catecúmenos reciben una unción pre-bautismal; “los ritos sirio, maronita y caldeo tienen en este momento una primera unción con óleo en la frente, uso ya atestiguado en el ritual de Teodoro de Mopsuestia… El rito copto, que ha desnudado a los catecúmenos desde su entrada en el bautisterio, sitúa la gran unción prebautismal antes de la consagración del agua”[1].

En el rito hispano-mozárabe, el Domingo de Ramos es un día de especial intensidad para los catecúmenos. Durante el oficio matutino se les realizará el rito del epheta, un exorcismo, la signación y serán ungidos con el óleo trazando el signo de la cruz en las orejas y en la boca mientras el Obispo recita la fórmula Epheta[2]; “por esta razón la epístola del día siguiente, lunes, comienza con estas palabras de San Juan: unctionem quam accepistis[3]. La importancia del óleo para los catecúmenos este Domingo de Ramos hace que se le llame a esta Domínica “dies unctionis”[4].

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4.03.23

Asimilación de la liturgia y transformación (Notas de espiritualidad litúrgica - XVII)

Asimilar la liturgia y su espíritu, beber de la espiritualidad litúrgica, es transformarse en Cristo por obra de su gracia y de su santo Espíritu. Esta transformación es una vida en el Espíritu Santo, es un culto espiritual, una liturgia viva y existencial, que no es nada teórica, sino muy concreta, en lo cotidiano de la vida, en lo ordinario y nada brillante de cada jornada.

La espiritualidad litúrgica, a medida que la asimilamos, nos transforma. Será una vida en el Espíritu Santo, con frutos concretos, obras de misericordia y virtudes que enriquecen el alma y la capacitan para bien obrar, para actuar según Dios.

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25.02.23

Unidad de vida (Notas de espiritualidad litúrgica - XVI)

La espiritualidad litúrgica va logrando en las almas que haya una integración, una unidad de vida, coherencia y no dispersión, entre los momentos en que se vive y se celebra la liturgia y el después, la vida cotidiana que se transforma en liturgia existencial, en culto espiritual a Dios (cf. Rm 12,1).

Benedicto XVI se refiere a la Eucaristía, de forma bellísima, afirmando que crea en nosotros una “forma eucarística de la vida cristiana”, y por extensión se puede aplicar a toda la vida litúrgica, sacramental y orante, por ejemplo, y especialísimamente, en el Oficio divino o Liturgia de las Horas:

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