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24.03.22

El dies natalis, el sepulcro y la Eucaristía (Mártires - II)

Mártires de Turón

Terminada la ejecución, intentaban los cristianos recoger con honor el cuerpo del mártir y darle una sepultura digna. Al principio, una sepultura como cualquier otra, en cementerios comunes, hasta que llegará el momento –con la libertad religiosa- de poder enterrar y edificar una capilla (memoria) o basílica en su honor.

“Por sus luchas y su triunfo, el mártir pertenece exclusivamente a la Iglesia; a la Iglesia también pertenece su tumba, de la que nadie ignora el emplazamiento y que los fieles encuentran sin dificultad, como los parientes y amigos distinguen la tumba de uno de los suyos. Pero no se pensó ni mucho menos, sobre todo al principio, en reservar a los mártires una sepultura privilegiada” (Delehaye, Les origines du culte des martyrs, p. 36).

Era costumbre habitual ir a la tumba de los parientes difuntos en el aniversario de su fallecimiento y así lo hizo la Iglesia, con otro tono y espíritu, con sus mártires. Celebraban el dies natalis, o día de su nacimiento al cielo. Pero muchas veces los verdugos ejecutores del martirio dificultaban que se pudiera recoger el cuerpo del mártir para enterrarlo, honrarlo y reunirse en su sepulcro. “Los paganos no ignoraban esta particularidad, tan conforme, por lo demás, con sus propias costumbres, y regularmente, cuando querían impedir a los cristianos rendir culto a algún mártir, no retroceden ante lo que a sus ojos es la suprema crueldad, impidiendo al ajusticiado la justa sepultura. Las cenizas son lanzadas al viento o los cuerpos se quedan expuestos a los dientes de animales depredadores, y se cree que así se suprime radicalmente el objeto mismo de culto. Vanos esfuerzos por parte de aquellos que pretendían conseguirlo en esencia. Quedaba la conmemoración solemne, que no era inseparable de una visita a la tumba. Y esto mismo también con los restos del mártir, se hacía desaparecer uno de los elementos más apropiados para dar lo que pedían ante todo las multitudes: el atractivo de un objeto tangible y una localización precisa” (Delehaye, Les origines du culte des martyrs, p. 39).

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13.03.22

Arraigo y sentido del culto martirial (Mártires - I)

Catacumbas del Vaticano

Desde que en mi diócesis de Córdoba (España) se aprobó la beatificación de los mártires de la Guerra Civil, Juan Elías Medina y 126 compañeros, he ido escribiendo en la sección litúrgica de la revista diocesana “Iglesia en Córdoba” una serie de 16 artículos explicando todo lo que concierne al culto a los mártires, veneración, calendario, etc., con el fin de formar y preparar en mi diócesis para cuando llegase la tan deseada beatificación. Desde luego no sé ni nadie me ha dicho si sirvieron para algo o no, si sensibilizaron e incrementaron el recto culto a los mártires y su inclusión en el año litúrgico. Pero creo que todo ese material, en este blog, puede ser útil e ilustrativo. Aquí, además, lo puedo hacer con más extensión y sin límites de caracteres.

Que la lectura sea provechosa con esta nueva serie.

Para gloria de Dios que corona a sus mártires.

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El año litúrgico conmemora los misterios de Cristo y su redención en los distintos ciclos (Navidad y Pascua) con tiempos litúrgicos de preparación intensiva (Adviento y Cuaresma respectivamente), teniendo como fiesta primordial el domingo.

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17.02.22

Lo que posee la catedral (Tu Catedral - VI)

Pila bautismal, Catedral de Sevilla

La madre y cabeza de todas las iglesias de la diócesis, la catedral, posee tesoros magníficos, que van dando vida a los fieles, a las almas cristianas. Esos tesoros no se pueden cifrar ni calibrar ni ponderar como riquezas materiales, obras artísticas expuestas en las vitrinas del museo catedralicio.

Lo que la catedral posee es vida de Dios, distribuida a raudales. Lo que la catedral posee es capacidad de regeneración de las almas, santificación abundante, guía y luz para la vida, impulso para la misión y evangelización, sentido sobrenatural y fraternidad eclesial. ¡Esto es su principal tesoro, su riqueza invisible y real a un tiempo!

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9.02.22

La iglesia de la cátedra única (Tu Catedral - V)

Cátedra arzobispal de Madrid. S. XX

La iglesia de la cátedra única es la catedral. Es la iglesia donde el obispo ejerce para todos la plenitud de su sacerdocio sacramental.

Es la cátedra única, la Iglesia principal por ser la iglesia de esa cátedra episcopal. ¡Dignidad y honor! Esa cátedra es todo un signo eclesial, de comunión, santificación y magisterio

La iglesia catedral debe su nombre a que en ella, en lugar preeminente, central, normalmente en el ábside, reside la cátedra del obispo, su sede. Baste recordar la cátedra de san Juan de Letrán, hermosísima, o la basílica de san Vital de Rávena con su cátedra y el banco corrido para los presbíteros y otros tantos ejemplos de basílicas y cátedras.

Única, hermosa, algo elevada es la cátedra que sólo el obispo titular puede ocupar, mientras que los demás, canónigos u otros sacerdotes, deberán ocupar otra sede si presiden la Misa catedralicia: la sede es única y es del obispo, cabeza de esa iglesia local.

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3.02.22

Ofrendas y símbolos: «no necesita enfatizarse con añadiduras superfluas»

ofrendas

Sería deseable asimilar y asumir lo que Benedicto XVI trazaba en la exhortación Sacramentum caritatis:

“llevamos también al altar todo el sufrimiento y el dolor del mundo, conscientes de que todo es precioso a los ojos de Dios. Este gesto, para ser vivido en su auténtico significado, no necesita enfatizarse con añadiduras superfluas” (n. 47).

Realmente el rito es sencillo y sobrio para la presentación de ofrendas si seguimos el Misal:

  • Es una “procesión”, por tanto van uno tras otro, juntos, en procesión al altar (IGMR 74)
  • Mientras, se canta el canto del ofertorio (IGMR 37) o bien suena el órgano
  • Se llevan los dones “que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo” (IGMR 73), “las ofrendas: el pan y el vino” (Ibíd.)
  • “También pueden recibirse dinero u otros dones para los pobres o para la iglesia, traídos por los fieles o recolectados en la iglesia, los cuales se colocarán en el sitio apropiado, fuera de la mesa eucarística” (IGMR 73)
  • Se insiste en la realidad (no cosas simbólicas o abstractas) que ayudan a las necesidades de la Iglesia o de los pobres: “Es conveniente que la participación de los fieles se manifieste por la presentación del pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, o de otros dones con los que se ayude a las necesidades de la iglesia o de los pobres” (IGMR 140). 

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