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22.11.09

Historia de un clérigo que, metido a revolucionario, hizo mucho daño a la Iglesia

EL OBISPO CHARLES MAURICE DE TALLEYRAND, ELESIÁSTICO AMBICIOSO, POLÍTICO INTRIGANTE Y REVOLUCIONARIO

Príncipe de Benevento, Obispo de Autun, ministro francés y embajador, nació en París el 13 de febrero de 1754 y murió allí, en mayo de 1838. Fue el mayor de una antigua familia francesa, destinado a las Santas Órdenes debido a un accidente que lo dejó cojo. Habiendo completado sus estudios en el Colegio de Harcourt, fue a St.Sulpice y contra su inclinación, se convirtió en Abad. Leyó entonces “la mayoría de los libros revolucionarios", y a la larga dejó su vida sacerdotal y se zambulló en el libertinaje del período. Aún así, habiendo sido ordenado sacerdote (1779) y designado agente general del clero (1780) adquirió rápidamente reputación de hombre de habilidad. La Asamblea del Clero de Francia de 1782 lo designó su promotor, y en 1785 se convirtió en secretario. Debido a su notoria inmoralidad sólo obtuvo una sede episcopal a través de una retorcida promesa del rey a su padre agonizante, el Conde Daniel de Talleyrand.

Consagrado el 16 enero de 1789, y promovido al Obispado de Autun, sólo apareció en su diócesis para ser elegido miembro de los “Etats Généraux". Pronto se volvió uno de los personajes más importantes de Europa, y utilizó cada oportunidad para promover sus intereses privados.

Opuesto en su corazón a una revolución que acusó de tener “desmembrada a Francia", primero le aconsejó a Luis XVI disolver la Asamblea, pero creyéndolo irresistible, se alió al movimiento democrático. Como miembro del Comité Constitucional, tomó parte en “la Declaración de los Derechos de Hombre". Exaltó la expoliación del clero y prestó juramento a la Constitución Civil. Sin embargo su cabildo, lo presentó como merecedor de “la infamia en este mundo y condenación en el próximo", entonces resignó su sede. Habiendo consagrado a varios obispos constitucionales, Gobel recibió el Obispado de París, fue excomulgado por el Informe obispal de 13 abril, 1791. Le enviaron a Londres en una misión diplomática extraoficial para intentar organizar una alianza franco-inglesa en 1792. No pudo, sin embargo, obtener más que una promesa de neutralidad. Finalmente desterrado por la Convención, escapó a los Estados Unidos. Al retornar a París en marzo, 1796, y, debido a la influencia de Barras, fue designado Ministro de Asuntos Extranjeros. Él dio inmediatamente la bienvenida a Bonaparte como el gran auxiliar “quién podría allanar cualquier cosa".

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19.11.09

Memoria histórica: El anticlericalismo de la 2ª República (II)

SEGUNDO PERIODO: NOVIEMBRE 1933 A 16 FEBRERO DEL 1936. LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS

La derrota del partido socialista en las elecciones del 19 de noviembre de 1933 hizo prevalecer la corriente violenta que consideraba imposible hacer triunfar su ideología por las vías legales; la república burguesa no era instrumento apto para lograr los objetivos del proletariado. Y se comenzó a preparar la revolución armada. El malestar social -escribe Cárcel Ortí-, creció durante los meses de enero y febrero de 1934 con frecuentes huelgas, atracos e incendios de alguna iglesia y se agravó durante la primavera y el verano. El 4 de octubre de dicho año hubo una huelga general unida a un movimiento revolucionario en toda España, que triunfó en Asturias y Cataluña pero fracasó en el resto del país. El día 6 fue proclamado en Barcelona el Estat Catalá, pero solo duró diez horas, porque la sublevación quedó controlada por el Ejército; pero en Asturias los revolucionarios dominaron las cuencas mineras y el 6 de octubre se hicieron dueños de Oviedo (V. CÁRCEL ORTÍ, o.c., p. 61).

Se había creado un comité encargado de preparar la revolución formado por Largo Caballero (en la foto), Enrique de Francisco y Anastasio de Gracia. Besteiro y Prieto redactaron el programa político que debería actuarse después de la revolución (A. RAMOS OLIVEIRA, Historia de España, III, Méjico 1952, pp. 207, 208). Las milicias socialistas comenzaron su preparación. Vestían camisas rojas, se ejercitaban en el tiro. Fueron procurándose cantidades ingentes de armamento. En la Casa del Pueblo de Madrid se hallaron docenas de fusiles, revólveres, ametralladoras, 107 cajas de cartuchos, 37 cajas de bombas de mano. En otros muchos lugares se encontraron armas y talleres para la fabricación de bombas con dinamita.

La Revolución de Asturias (5-18 octubre 1934), fue el episodio más lamentable y sangriento de este período. Si la huelga general del 5 de octubre declarada por el partido socialista y la UGT. fracasó en la mayor parte de España -aunque en ciudades como Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Eibar, Mondragón, Santander, León hubo lucha violenta que fue controlada y vencida en un par de días- sin embargo donde tomó carácter de verdadera tragedia, fue en Asturias. En la cuenca minera de Asturias los socialistas invitaron a los comunistas y anarquistas a tomar parte en la revolución; todos juntos ocuparon la cuenca minera el día 5 y se dirigieron a la capital Oviedo, a la que pusieron sitio y ocuparon parcialmente. El Gobierno envió fuerzas del ejercito de África que consiguieron controlar la situación el 12 de octubre, y el 18 se rendían los sublevados. Continuaron la lucha no pocos mineros huidos a los montes.

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2.11.09

El Arzobispo Romero que no todos conocen

LA VERDADERA IMAGEN DE MONSEÑOR OSCAR ROMERO ESTÁ TODAVÍA POR DESCUBRIR

Asesinado sin duda por proclamar la verdad incómoda, será la Santa Sede la que tendrá que determinar si el hoy Siervo de Dios Monseñor Oscar Arnulfo Romero puede ser llamado mártir en el sentido teológico-canónico del término y como tal merece la gloria de los altares, dejando a parte la opinión ya conocida de periodistas, políticos, sociólogos e incluso teólogos, que al final se tendrán que someter al juicio autoritativo de la Iglesia, cuando ésta se defina. Realmente, a estas alturas del proceso -que va lento no por falta de interés por falta de Roma, sino porque su tramitación en fase diocesana se ha alargado muchísimo- no podemos saber qué pasará al final y a qué conclusión llegarán los expertos de Roma.

Lo que sí sabemos ya es que la figura real de Mons. Romero es mucho más rica y complicada de juzgar de lo que muchos nos quieren hacer creer, presentándole como el paladín de la revolución a favor de los pobres y desheredados. De su amor a los pobres y desheredados no hay duda, como debería ser el caso de cualquier ministro del Señor, como tampoco hay duda de su amor a la Iglesia y su devoción a la Virgen, pero de su fervor revolucionario podemos nutrir muchas dudas…

El 8 de febrero de 1977 fue nombrado arzobispo de San Salvador, hasta ese momento obispo de Santiago de María. Su elección fue alabada por el sector más progre del clero salvadoreño, no porque él fuera de esa tendencia, sino porque entre los otros candidatos que se barajaban, Romero aparecía como el más fácil de convencer aunque en no pocas ocasiones había criticado el compromiso político del clero. Parece que l 22 de febrero tomó posesión del arzobispado y de 24 al 28 de febrero de 1977 monseñor Romero se encerró con un grupo de sacerdotes en el Seminario San José de la Montaña. Fue aislado por completo, incluso no se le permitió que se le hablase, y para ello se puso una religiosa en la portería del Seminario. Entre los sacerdotes que le practicaron durante esos días un psicoanálisis, como lo afirma el padre Placido Erdozain en su opúsculo “Monseñor Romero, mártir de la Iglesia Popular” se encontraban Inocencio Alas, Astor Ruíz, Fabián Amaya, Rutilio Sánchez y Alfonso Navarro. Durante esos días le analizaron la situación nacional vista a través del análisis marxista.

Descubrieron el fallo psicológico y personal de monseñor Romero, esto es, que era un hombre bueno y moldeable. Los sacerdotes del “Grupo” se ofrecieron como grupo de apoyo en el gobierno pastoral de la arquidiócesis. El primero de marzo de ese año declaró monseñor Romero que su línea pastoral sería la de Medellín y que se solidarizaba con la línea pastoral del Grupo de sacerdotes que, en esa línea, realizaba una pastoral “liberadora”, no obstante que ese grupo le había impedida tomar posesión de la arquidiócesis en la catedral. Hasta se momento monseñor Romero siempre se había manifestado en contra de la línea pastoral de Medellín. Declaró igualmente que no tendría ninguna relación con el Gobierno en protesta por la masacre acaecida a las 10:30 de la noche del día anterior, 28 de febrero. En esa ocasión aparecieron las Ligas Populares 28 de febrero (LP-28), grupo armado comunista. Ese mismo día salió el primer Boletín de la Oficina de Prensa del arzobispado de San Salvador.

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29.10.09

El bombardeo que destruyó la abadía de Montecassino

SE HABLÓ DE TRÁGICO ERROR EN LA DESTRUCCIÓN DE LA ABADÍA DE MONTECASSINO, HE AQUÍ LO QUE OCURRIÓ

ROBERTO ROTONDO

En la calurosa mañana de primavera del 18 de mayo de 1944, los primeros infantes polacos pisan agotados los escombros desiertos de la abadía de Montecassino. Las diezmadas tropas del general Anders son los primeros soldados del V cuerpo de ejército aliado que llegan hasta allá arriba, abriéndose camino por entre los cadáveres en putrefacción desperdigados por toda la ladera de la montaña. Una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial ha terminado. Del más antiguo monasterio de la cristiandad, fundado en el 529 d.C. por san Benito, y donde descansan sus restos mortales, quedan sólo escombros y trozos de paredes. Ha sido arrasado por el más imponente bombardeo de la historia contra un solo edificio el 15 de febrero, al que siguieron tres meses de combates feroces para echar a los alemanes, que se habían atrincherado entre los escombros después del bombardeo.

Pero cuando los soldados aliados llegan a Quota Monastero, los pocos paracaidistas alemanes, que seguían resistiendo tenazmente desde febrero, ya se habían ido para evitar que los cercaran los gurkhas de la división india del general Francis Tuker, que ha atravesado los montes Aurunci rompiendo el frente enemigo, dejando fuera Cassino y abriendo a los aliados el camino hacia Roma. Un plan que el propio Tuker hubiera querido poner en práctica ya en febrero, de acuerdo con el general francés Alphonse Juin, jefe de las tropas norteafricanas, para evitar atacar a los alemanes frontalmente en Montecassino. Pero la estrategia franco-india, que quizá hubiera salvado miles de vidas humanas, además de las paredes y los frescos renacentistas de la abadía, había sido descartada por los otros oficiales del “multiétnico” V cuerpo de ejército, formado por soldados de doce naciones distintas a las órdenes del general Mark Clark. Este último había decidido, empujado por subordinados influyentes como el neozelandés Bernard Freyberg, que había que insistir en el ataque frontal de la línea Gustav (planeada por el mariscal de campo Kesselring para detener a los aliados que iban desde el sur hacia el norte) precisamente en su punto principal: la ciudad de Cassino y la montaña a su espalda, sobre la que surgía el antiguo monasterio benedictino, desde donde se dominaban los valles del Liri y del Rápido.

La abadía de Montecassino, que durante la posguerra fue reconstruida exactamente como era, ha recordado este año con algunas manifestaciones los sesenta años del bombardeo y de la trágica batalla. También el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, participó el 15 de marzo en las celebraciones. Subió a la abadía, donde se recogió durante tres minutos de silencio para recordar a las víctimas del atentado terrorista de Madrid ocurrido cinco días antes, asistió a una misa y, luego, en la plaza de Cassino dedicó un discurso a los sufrimientos de aquellas tierras durante la última guerra. Sufrimientos que, durante la posguerra, solo el libro y, luego, la película La Campesina «tuvieron el valor de contar», dijo Ciampi, quien añadió: «Hay acontecimientos que representan el mal, que ninguna filosofía de la historia consigue mitigar. En la Segunda Guerra Mundial, por desgracia, hubo muchos. La destrucción de Cassino es uno de ellos». Además, siguió diciendo Ciampi, «nadie podrá nunca perdonar la destrucción de lo que durante más de mil años fue un faro de la civilización europea, la abadía de san Benito». Dos veces volvió el jefe del Estado a los bombardeos del monasterio benedictino: «Fue un trágico error, fruto de una mala información».

A sesenta años exactos de distancia, también EE UU e Inglaterra admiten que fue «un tráfico error». Pero, ¿cómo y por qué llegó el bombardeo?

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20.09.09

Una mujer al frente del poder papal: Lucrecia Borgia

LA LEYENDA NEGRA HA OCULTADO DURANTE SIGLOS LA VERDADERA IMAGEN DE LA ÚNICA MUJER QUE FUE GOBERNADORA DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS

Víctor Hugo (1802-1885) reavivó con su existosa obra Lucrèce Borgia (1833) la leyenda negra acerca de esta importante dama de la historia de la Iglesia. No fue el primero en verter acusaciones sobre ella, pues Franceso Guicciardini en su célebre Historia de Italia datada en el siglo XVI fue quien sentó los odiosos infundios contra Lucrecia que hicieron escuela. Pero Victor Hugo aprovechó el personaje, ya muy discutido, para elaborar toda una nueva imagen, más siniestra si cabe: Sobre una Lucrecia Borgia debilitada por algunos comentarios maliciosos e infundados lanzados por los enemigos políticos del papa Alejandro VI (su padre), Victor Hugo construye toda una leyenda negra venenosa y calumniosa hasta lo irreal y absurdo. Gracias a su obra de teatro el bajo pueblo sacia sus oídos ávidos de morbosidad. Desalentado por sus infructuosas investigaciones deseosas de encontrar nombres y datos de los asesinatos ordenados o perpetrados por Lucrecia Borgia, el novelista cita a varios… ¡escogidos al tuntún!

En la introducción a Thèatre, de Víctor Hugo (Garnier-Flammarion, parís, 1979) el profesor de la Universidad de Lovaina Raymond Pouilliar afirma: “Tomasi había escrito un libro, tres veces editado en francés, las Memorias para servir a la historia de César Borgia, duque de valentinois; muy tarde, casi en el momento de su redacción, Víctor Hugo encontró uno de estos ejemplares en la biblioteca real. Los nombres italianos estaban afrancesados por el traductor de Tomasi; la Biografía Universal de Michaud los da en su forma original…” Esto es, toma los nombres de una Biografía universal que por muy grande que fuera no podía mencionar a todas las víctimas que le carga a Lucrecia. Más delante señala: “Hugo inventa parientes próximos para asegurar la existencia de vengadores". Toma algunos de entre los enemigos de Alejandro VI. En el colmo del peor dramón de su carrera literaria y el colmo de la ficción antihistórica, Victor Hugo hace que Lucrecia, en el último acto, envenene a su hijo Juan y a cinco amigos suyos… ¡y su hijo moribundo, en un acto de estremecedora justicia, la apuñala, matándola!

Lo malo de esto es que pese al relativo poco éxito que tuvo la obra en Francia (estrenada el 2 de febrero de 1833), en el extranjero tuvo tal acogida que para diciembre ya la habían convertido en ópera. Hugo demanda a Felice Romani -libretista- por plagiar de forma literal su obra. Donizzeti compuso la música y la estrenó en la misma Scala de Milán. Hugo impide que se estrene en París. La ópera es reconstruida y retitulada La Rinnegata (La Repudiada) y se estrena en 1845. Otro colega de Victor Hugo, Alejandro Dumas, padre, también las emprende contra Lucrecia y le agrega todo el mito del veneno, extendiéndolo a ser un uso común en la familia. Un excéntrico Manuel Fernández y González (1821-1888) publica un folletón titulado Lucrecia Borgia, Memorias de Satanás. Y así por delante. Lucrecia era, a ojos de todos, el mismo demonio en persona. Pasada la moda de desprestigiarla, aparece en 1941 un panfleto con forma de libro titulado Lucrecia Borgia, la princesa de los venenos…

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