InfoCatólica / Temas de Historia de la Iglesia / Categoría: Juan de Zumárraga

5.09.10

Los comienzos de la Inquisición en América

DOMINICOS, FRANCISCANOS Y JUAN DE ZUMÁRRAGA

La primera llegada de dominicos a Nueva España, en1526, reviste notable importancia para la historia eclesiástica de aquellas tierras, pues por primera vez venían a la vez como operarios apostólicos y -aquí estaba la novedad- como inquisidores. El origen de dicha figura hunde sus raíces en la inquisición española, que había sido fundada a finales en el siglo anterior, concretamente en 1478, por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos, que tiene precedentes en instituciones similares existentes en Europa desde el siglo XIII.

El dominico sevillano Alonso de Hojeda convenció a la reina Isabel, durante su estancia en Sevilla entre 1477 y 1478, de la existencia de prácticas judaizantes entre los conversos andaluces. Un informe, remitido a solicitud de los soberanos por Pedro González de Mendoza, arzobispo de Sevilla, y por el dominico segoviano Tomás de Torquemada, corroboró este aserto. Para descubrir y acabar con los falsos conversos, los Reyes Católicos decidieron que se introdujera la Inquisición en Castilla, y pidieron al Papa su consentimiento. El 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV promulgó la bula “Exigit sinceras devotionis affectus”, por la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, y según la cual el nombramiento de los inquisidores era competencia exclusiva de los monarcas. Sin embargo, los primeros inquisidores, Miguel de Morillo y Juan de San Martín, no fueron nombrados hasta dos años después, el 27 de septiembre de 1480, en Medina del Campo.

En un principio, la actividad de la Inquisición se limitó a las diócesis de Sevilla y Córdoba, donde Alonso de Hojeda había detectado el foco de conversos judaizantes. El primer auto de fe se celebró en Sevilla el 6 de febrero de 1481: fueron quemadas vivas seis personas. El sermón lo pronunció el mismo Alonso de Hojeda de cuyos desvelos había nacido la Inquisición. Desde entonces, la presencia de la Inquisición en la Corona de Castilla se incrementó rápidamente; para 1492 existían tribunales en ocho ciudades castellanas: Ávila, Córdoba, Jaén, Medina del Campo, Segovia, Sigüenza, Toledo y Valladolid.

El 22 de julio de 1511, el cardenal Cisneros, inquisidor general, concedía poder de inquisidores a todos los obispos de Indias, pues, por referencias que tenía, habían pasado a aquellos obispados y moraban en ellos personas que cometían crímenes y delitos de herejía : apostasía. Dos años más tarde, 7 de enero de 1519, el cardenal Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa, inquisidor general, decide nombrar inquisidores apostólicos, para todas las ciudades, villas y lugares de las Indias e islas del mar océano, a don Alonso Manso, obispo de la ala de San Juan (Puerto Rico), y al dominico fray Pedro de Córdoba, residente de la isla Española.

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28.02.10

La evangelización de América: La Virgen visitó el Tepeyac

UN HECHO QUE POCO A POCO HABRÍA DE MARCAR LA VIDA RELIGIOSA DE TODO EL CONTINENTE AMERICANO

Fue durante el pontificado del benemérito Franciscano Fray Juan de Zumárraga (Durango, Vizcaya, 1475 - México, 1548) cuando tuvo lugar un hecho que habría de entrar profundamente en la vida religiosa y aun civil de México: la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. La relación más importante del evento se atribuye a don Valeriano, indio natural de Atzcapotzalco, que figuró entre los primeros alumnos del colegio de Santa Cruz, en Santiago de Tlaltelolco. Llegó por su aprovechamiento a suceder en la cátedra de latinidad al celebre fray Bernardino de Sahagun, cuyo discipulo había sido, colaboró con el mismo franciscano en su conocida Historia general de las cosas de Nueva España, y fue elogiado por Cervantes de Salazar como «en nada inferior a nuestros gramáticas, muy instruido en la fe cristiana y aficionadísimo a la elocuencia». De este relato, escrito probablemente entre 1558 y 1572, se conservan varias copias manuscritas y muchas impresas a partir de 1649, en que lo dio a la prensa el bachiller Lasso de la Vega, haciéndose pasar por autor de él. El extracto de la relación de Valeriano es como sigue:

Juan Diego, indio natural de Cuauhtitlan, sábado, 9 de diciembre de 1531, muy de madrugada, al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyacac, amanecía y oyó cantar arriba del cerrillo, y que le llamaban y le decían: “Juanito, Juan Dieguito. Después de breve y afectuoso dialogo, ella le dijo: Sabe y ten entendido, tu el mas pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión y defensa. Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo [electo] de México y le dirás como yo te envió a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo.”

El indio, ante el electo, se inclina y arrodilla y le da el recado de la Señora del cielo, y también le dice cuanto admiró, vio y oyó. El electo se muestra incrédulo y le responde: “Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré mas despacio.” El mismo día, Juan Diego se vuelve a la cumbre del cerrillo, donde encuentra a la Señora, que lo estaba aguardando, y le cuenta el resultado de su entrevista con el electo. Insiste la Virgen vaya otra vez al electo “y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido”. Accede Juan Diego y va primero a descansar a casa. Al día siguiente oye misa en Tlaltelolco y se dirige a palacio; arrodillado ante el electo se entristece y llora al exponerle el mandato de la Señora del cielo. Zumárraga sigue incrédulo, le pide alguna señal de la aparición y lo despide. La tarde del domingo refiere Diego a la Virgen la respuesta del prelado. Le responde la Virgen: “Bien esta, hijito mío, volverás aquí mañana, para que lleves al electo la señal que te ha pedido”.

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