InfoCatólica / Temas de Historia de la Iglesia / Categoría: General

16.04.18

Bernardette: «Debo decir lo que he visto y oído»

De la Virgen aprendió a convertir su vida en la más bella canción

Bernadette Soubirous

Ninguna aparición en la historia de la Iglesia ha sido reconocida tan rápidamente como la de Lourdes. La Virgen María se apareció a Bernadette Soubirous la primera vez el 11 de febrero de 1858 y el obispo de Tarbes, monseñor Laurence, se pronunció sobre la veracidad de los hechos cuatro años después. Pero la figura de Bernadette sigue siendo poco conocida. Su personalidad se nos presenta sólo a la luz de las apariciones en las que fue protagonista y testigo. Luego retrocede, desaparece, se confunde en la sombra del convento en el que decide pasar la vida hasta su muerte, ocurrida el 16 de abril de 1879, a la edad de 35 años, consumida por la tuberculosis.

Pío XI la canonizó en el Año santo extraordinario de 1933. En el de 1925 había abierto el pontificado elevando a los altares a la pequeña Teresa de Lisieux, que con Bernadette tiene rasgos comunes: las dos viven en la Francia del siglo XIX, las dos mueren jóvenes, de tisis. Pero Teresa, crecida en una familia burguesa y profundamente católica, ha vivido desde niña en un contexto de cariño, protección, ejemplos de vida cristiana que la preparan para la decisión del claustro. La infancia de Bernadette es diferente. A los catorce años, cuando se le aparece la Virgen, no ha podido todavía ir a la doctrina, porque la pobreza extrema la ha obligado a trabajar siempre, desde niña, para ayudar a su familia. Y si prefiere los prados de la montaña al “calabozo” húmedo y malsano donde los Soubirous, endeudados, tienen que vivir, no saca de este trabajo más que techo y comida. En los periodos en los que Bernadette no se ocupaba del rebaño de su nodriza, Marie Lagües, su padre François se ve obligado a mandarla a buscar leña para vender.

«Lo que he visto y oído»

El abad Pomian, vicario de Lourdes, se asombrará luego de que esta chica no conozca «ni siquiera el misterio de la Trinidad». A pesar de ello, Bernadette vive en una sociedad donde aún no han desaparecido las formas de la piedad popular, lleva consigo un rosario barato que reza mientras las ovejas pastorean. Y cuando la “Señora” se le aparece la primera vez, su gesto instintivo, dictado por el miedo, es echar mano al rosario. La respuesta de María es una sonrisa y una ternura que Bernadette no olvidará nunca. Pero no le ha preguntado el nombre a esa Señora. No sabe quién es, la llamará, en su dialecto, «Aquero», “Aquello”. Sólo más tarde le dirá su nombre, en la aparición del 25 de marzo: «Yo soy la Inmaculada Concepción», usando las palabras del dogma que Pío IX había definido cuatro años antes, en 1854, hace exactamente 150 años. Una expresión que, por lo demás, Bernadette no comprende. Lo que sabe es que, tras el primer momento de espanto, “Aquello” le atrae y la llena de una paz que nunca había conocido. La verá 18 veces hasta la última aparición del 16 de julio. María le confía tres secretos, la invita a decir a todos que recen por la conversión de los pecadores, pide a los sacerdotes, por medio de Bernadette, que construyan una capilla al lado de la gruta. Hace exactamente lo que se le pide.

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11.04.18

Gema Galgani: La joven que desconcertó a los científicos

Santa Gema

La primera santa del siglo XX

Gema Galgani nació en 1878 en Camigliano, un pequeño pueblo de la provincia de Lucca (Italia), en el seno de una familia era de condición modesta: el padre farmacéutico y la madre ama de casa. Gema tuvo una infancia normal, asistió a la escuela pública de Lucca, donde la familia se había mudado, y tenía muchos amigos. Pero aquella normalidad fue destrozada por pruebas durísimas. En 1886 su madre murió, con solo 39 años, en 1894 su hermano Gino que era seminarista, con 18 años, y en 1897 su padre. A estas muertes siguieron un colapso económico de la familia, pues como resultado de la generosidad del padre, de la falta de escrúpulos de sus contactos en negocios y de sus acreedores, sus hijos se quedaron sin nada, y no tenían siquiera los medios para mantenerse.

Para Gema comenzaron también por aquella época una serie de enfermedades, algunas de ellas graves. Gema pronto comenzó a enfermar. Se le desarrolló una curvatura en la columna vertebral y le dio también una meningitis dejándola con una pérdida de oído temporal. Largos abscesos se le formaron en la cabeza, el pelo se le cayó, y finalmente las extremidades se le paralizaron. Un doctor fue llamado y trató muchos remedios, los cuales fallaron y ella sólo se puso peor. Gema comenzó entonces su devoción al entonces Venerable Gabriel de la Dolorosa, joven pasionista popularísimo en Italia, hoy canonizado. Además, en el invierno de 1898, fue curada milagrosamente por intercesión de Santa Margarita María de Alacoque de otra de las enfermedades.

Estas pruebas permitieron a Gema hacer grandes progresos en la vida espiritual. Siempre había tenido facilidad para la vida de piedad y había llegado a tener una gran familiaridad con Jesús, ya en la escuela llenaba sus cuadernos con pensamientos espirituales y oraciones. Y así, creciendo progresivamente en la vida espiritual, recibió extraordinarios dones místicos: sentía claramente junto a sí la presencia del ángel de la guarda y hablaba con Jesús y María.

Hasta que le fue concedido el don de los estigmas. Ella narra el acontecimiento: “Estábamos en la tarde del 8 de junio de 1899, cuando, de repente, siento un dolor interno por mis pecados… Jesús se apareció, tenía todas las heridas abiertas, pero de aquellas heridas ya no salía sangre, salían como unas llamas de fuego, que tocaron mis manos, mis pies, mi corazón. Me sentía morir...” No se puede pasar por alto el parecido de esta descripción a la que hizo San Pío de Pietrelcina sobre su estigmatización ocurrida el 20 de septiembre de 1918. Las heridas profundas en las manos, los pies y el costado se reabrían todos los jueves a las 8 de la tarde y los viernes a las 3, y este raro fenómeno venía acompañado por éxtasis. Para disimular las llagas usaba guantes.

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18.11.15

Tres mujeres imprescindibles en la historia de la Iglesia: Clotilde, Ingunda y Adelaida de Italia

Auténticas maestras de evangelización

Santa ClotildeNo es exagerado afirmar que la difusión del cristianismo hubiera sido prácticamente imposible sin las mujeres, muy en contra de los que algunos pretenden afirmar que la Iglesia las habría discriminado en la historia, por lo que he escogido tres reinas para demostrar como gracias a ellas, su profunda fe y su coherencia de vida la fe cristiana creció en el mundo en el que ellas vivían. La razón fue muy sencilla, fueron extraordinarias esposas y extraordinarias católicas, marcaron la vida de muchos reyes, y podemos si actualmente vivieran se sorprenderían de lo que con la ayuda de Dios consiguieron.

Clotilde

Clotilde nació en Burgundia (región que agrupó parte de Suiza y Francia) en el año 475, desde niña sufrió mucho ya que su tío Gundebaldo mandó asesinar a su Padre y ahogar a su madre, ella huyo a ginebra y en el año 493 se casó con Clodoveo. Este era el rey de los francos, quienes eran un pueblo bárbaro que aún conservaba una religiosidad pagana con culto a Odín. En breve tiempo nació el primer niño de este matrimonio y a pesar de que Clodoveo no era católico, accedió a los ruegos de Clotilde para que se bautizara al niño, lamentablemente el niño murió en pocos días y esto provocó que Clodoveo pensara que era un castigo de los dioses que lo castigaban por haber permitido el bautizo, al año siguiente nació su segundo hijo y de nuevo Clotilde logró que se le bautizara a pesar de los temores y supersticiones del rey.

Grande sorpresa fue que el niño creció con mucha salud, mientras tanto Clotilde trataba de convertir a su esposo al catolicismo explicándole la fe y pidiendo a Dios la gracia de la conversión. En el año 496 se llevó a cabo la batalla de Tolbiac, los germánicos estaban a punto de vencer al ejército de Clodoveo, esto significaría la caída del reino de los francos. Clodoveo, recordando al Dios del que su esposa le había hablado tanto, le juró que si ganaba la batalla se bautizaría católico. Sorprendentemente la victoria fue para Clodoveo después de que el jefe de los germánicos fue abatido y que el ejército se dispersara. Fiel a su palabra, al poco tiempo, se hizo bautizar por el obispo San Remigio junto con 3000 miembros de su ejército.

Así es como Francia se convirtió en la primogénita de la Iglesia, el reino franco fue el primero de los reinos que poco a poco irían abrazando la fe católica. En el año 511 muere Clodoveo y Clotilde entristecida por tantas guerras entre sus propios hijos se retiró a Tours donde se entregó a servir a los pobres y a atender enfermos y afligidos junto con una vida de oración, se dice que una noche sus hijos Clotario y Childeberto estaban preparándose para un enfrentamiento mutuo en la mañana siguiente, Clotilde pasó toda esa noche en oración mientras los otros pensaban en la batalla. De repente una tormenta tremenda hizo que la batalla fuera imposible de realizarse y los dos hermanos acabaron por reconciliarse, estos dos hijos llevarían, cuando muere Clotilde en el 545, los restos de su madre para enterrarlos al lado de la tumba del rey Clodoveo. La fiesta litúrgica de Santa Clotilde es el 3 de junio. San Gregorio de Tours dice que la reina Clotilde era admirada por todos a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones.

 

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20.04.15

La mujer que pudo con la paciencia de Santa Teresa

LA PRINCESA DE ÉBOLI Y LA FUGAZ FUNDACIÓN DE PASTRANA

EboliVarios autores nos ayudan a reconstruir este duro episodio de la vida de Santa Teresa de Jesús. J. L. García de Paz en su reseña biográfica de esta interesante princesa española, nos explica que Ana de Mendoza y de la Cerda (1540-1592) era hija única de Diego de Mendoza, Príncipe de Mélito y nieto del Gran Cardenal Mendoza. Diego se casó en 1538 con Catalina de Silva, hermana del entonces Conde de Cifuentes. Ana nació en Cifuentes y murió en Pastrana, por lo que puede considerarse propiamente como alcarreña. Por su educación tuvo un caracter dominante y altivo. Pero también voluble, rebelde y apasionado, como el de los antiguos Mendozas. No hay noticias destacadas de su infancia, salvo la leyenda referente a la pérdida de un ojo por causa de una caida o de la esgrima. Pero este dato no es claro, quizá no fuera tuerta sino bizca. Ciertamente alabaron su belleza, a pesar del parche que la adornaba. El caso es que cuando su boda se la describe como que la novia era “bonita aunque chiquita".

ebSu educación fue nuy influida por las peleas y separaciones entre sus padres, en gran parte debidas al caracter mujeriego de Diego. Ana tomaría partido por su madre. Esta rica heredera fue casada muy joven en 1552 con Rui Gómes de Silva (1516-1573), noble segundón portugués mucho mayor que ella. El matrimonio no se consumó hasta 1557. Ana y Rui vivieron definitivamente juntos desde la vuelta de éste en 1559 y tuvieron seis hijos vivos en los trece años de matrimonio.

Fue una de las mujeres de más talento de su época, y aunque perdió un ojo a causa de un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no es claro, quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.

Esta indómita mujer era profundamente celosa de su marido al que amó hasta el fallecimiento del mismo en 1573. Previamente, habían adquirido el señorío de Pastrana (Guadalajara) dispuestos a engrandecerlo, por lo que el soberano concedió a don Ruy el título de duque de Pastrana. Para ello no escatimaron dinero en construir talleres textiles regentados por reconocidos artesanos flamencos y con moriscos expulsados de las Alpujarras como mano de obra. Además enriquecieron la Colegiata a la vez que reurbanizaron la ciudad. La de Éboli quería que su ciudad se convirtiera en un faro de sabiduría por lo que en 1569 no dudó en llamar a Santa Teresa de Jesús para que fundara allí dos conventos.

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7.04.15

Vladimir, el hombre que convirtió a Rusia

A LOS MIL AÑOS DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE VLADIMIR DE RUSIA

VLACon ocasión del milenario de la muerte de San Vladimir, acaecida en 1015, volvemos a proponer un viejo artículo sobre la historia de dicho príncipe, su abuela santa Olga y la conversión de Rusia

Los orígenes de la actual Rusia hunden sus raices en la historia a través de un personaje poco conocido para los occidentales y sobre el que realmente se sabe poco, el jefe Riurik (Rodrigo, en castellano), nacido en 830. Probablemente danés de Jutlandia, de la casa real de Haithabu, hay quien lo identifica con el príncipe Hrorek de Dorestad, hijo del noveno monarca de este linaje. Hay debate sobre la forma en la que Rurik llegó a controlar el Ladoga y Nóvgorod. La única información sobre él se encuentra en la Crónica de Néstor del siglo XII, que afirma que chuds, eslavos, merias, veses y krivichs “llevaron a los varegos más allá del mar, rechazaron pagarles tributo, y se establecieron para gobernarse a si mismos”.

Después las tribus comenzaron a pelear entre sí y en 862 decidieron invitar a Rurik para restablecer el orden. Éste acepto la invitacion y, tras someter la zona del lago Ladoga, fundó en 859 la ciudad de Veliki Novgorod, que gobernó hasta su muerte en 879. De este modo tuvo inicio el principado que, trasladada su capital a Kiev, en 882 por Oleg, uno de sus descendientes, fue conocido como la Rus de Kiev, que perduró hasta 1240, la época de la invasión mongola. Una serie de familias principescas supervivientes descienden por vía patrilineal de Rurik, hasta el último pariente suyo que gobernó Rusia, Basilio IV, murió en 1612.

De modo independiente, cuenta la tradición que poco tiempo de la fundación de Kiev, mucho antes que la conquistase Oleg, llegó de Grecia a dicha ciudad un obispo que comenzó a predicar a sus habitantes el Evangelio y a hablar de los milagros de Dios relatados en el Antiguo y Nuevo Testamento. Sigue narrando la tradición que los rusos -que así llamaremos a los varegos, según una etimología bastante posible- al oír decir que los tres niños no se quemaron en el horno encendido de Babilonia según el libro de Daniel, interrumpieron al predicador y dijeron: “Si no vemos algo parecido, no creeremos en tu historia”. El obispo, después de rezar a Dios, se atrevió a poner el Evangelio en el fuego y el libro sagrado permaneció intacto, hasta las cintas que marcaban las hojas preparadas para la lectura, no se quemaron. Parece ser que debido al impacto de este milagro, muchos de ellos se bautizaron.

VlaDespués de Riurik, fue su pariente Oleg quien gobernó el país. Éste fue tomando el control de las ciudades del Dniéper y capturó Kiev, controlada anteriormente por los varegos Askold y Dir, a donde finalmente trasladó su capital desde Nóvgorod. La nueva capital era un lugar idóneo para lanzar una incursión contra Constantinopla en 911. Según la Crónica de Néstor o Primera Crónica Rusa, los bizantinos intentaron envenenar a Oleg, pero el líder varego demostró sus poderes proféticos rechazando beber de la copa con vino envenenado. Tras haber clavado su escudo en la puerta de la capital imperial, Oleg ganó un tratado comercial favorable, que finalmente fue muy beneficioso para ambas naciones. Aunque las fuentes bizantinas no registraron estas hostilidades, el texto del tratado ha sobrevivido en la Crónica de Néstor. Lo que sí sabemos es que en Constantinopla concertó Oleg un tratado muy ventajoso para Rusia, un contrato comercial con los griegos.

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