El origen de los Congresos Eucarísticos: Marie Baptistine Tamisier
AL NO PODER SER RELIGIOSA, CENTRÓ SU VIDA EN EXPANDIR LA DEVOCIÓN A LA EUCARISTÍA
Un lector que de vez en cuando deja comentarios en este blog de historia, llamado “antiguo alumno salesiano”, me pedía hace unos días un artículo sobre Marie Baptistine Tamisier, considerada la iniciadora de los congresos eucarísticos internacionales. La petición me pilló por sorpresa y debo reconocer sencillamente que no sabía nada de esta mujer, por lo cual la cosa me ha venido bien para aprender algo de ella. Por eso me limito a reproducir lo que he encontrado y agradezco al “antiguo alumno salesiano” el haberme dado la oportunidad de conocer esta interesante figura.
En primer lugar conviene citar el breve pero interesante artículo sobre ella de la Enciclopedia Católica en versión española, de B. Randolph:
“Iniciadora de los congresos eucarísticos internacionales, nació en Tours el 1° de noviembre de 1834 y murió en esa ciudad el 20 de junio de 1910. Desde su niñez mostró una extraordinaria devoción por el Santísimo Sacramento; decía que, para ella, un día sin recibir la Sagrada Comunión era un verdadero Viernes Santo. En 1847 entró a estudiar con las Religiosas del Sagrado Corazón en Marmoutier, donde permaneció cuatro años. Sin sentir atracción especial por la vida religiosa, hizo tres intentos fallidos por asumirla; el tercero fue en el Convento de la Adoración Perpetua fundado por el Venerable Padre Eymard (en el cuadro), quien le aseguró que seguía perteneciendo a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Una dama adinerada buscó su ayuda para establecer una comunidad de adoración perpetua pero este plan tampoco llegó a realizarse. Luego, en 1871, se fue a vivir cerca de la tumba de San Juan Vianney, en Ars. Bajo la dirección del Abad Chevrier de Lyón, encontró su verdadera vocación, a la vez contemplativa y activa, dedicada a la causa de la Eucaristía. Se había preparado para este fin a través de múltiples pruebas y desilusiones. Por toda Francia y más allá de sus fronteras, a través de una nutrida correspondencia y de muchos viajes, fue difundiendo la devoción a este Sacramento. Con la ayuda de Monseñor de Ségur y Monseñor Richard, entonces Obispo de Belley, se organizaron peregrinaciones a los santuarios en los que se habían realizado milagros eucarísticos. El éxito de estas peregrinaciones llevó a la realización de los congresos eucarísticos. En el Congreso de Lourdes recibió el nombre de la Juana de Arco del Santísimo Sacramento, pero fue sólo después de su muerte cuando este nombre se asoció públicamente a los congresos. La historia de los congresos de Canon Vaudon, publicada justo antes de su muerte, aunque ofrece un recuento detallado de su carrera apostólica, sólo le da el título de “Señorita…”. Vivió por unos años en Issoudun, donde prestó sus servicios al Santuario de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Dedicó todos los medios con los que contaba, inclusive a costa de privaciones personales, a la educación de los jóvenes aspirantes al sacerdocio.”
Por otra parte, he encontrado un artículo del argentino Gustavo Martinez Zuviría que creo es bastante ilustrativo. Es largo, por lo que reproduzco solamente algunas partes:
“Lyon es una ciudad ilustre que ha visto desfilar por sus calles las cabalgatas de los cardenales, escoltando la mula blanca del papa Juan XXII, elegido en un cónclave, allí mismo, entre sus viejas murallas. Lyon conoce muchas historias, y entre ellas ésta que voy a contar.
En el invierno de 1872, a la hora en que se alargan las sombras de las colinas y se levantan las nieblas del Ródano, por una de esas calles en declive que conducen a Notre Dame de Fourviéres, iba una mujercita vestida de negro, preguntando por la casa del padre Chevrier. Venía de Suiza, pero se advertía por su acento que era francesa de Tours.