16.07.23

La fe nos viene del exterior y se recibe por la predicación

En medio de la confusión en la que vivimos, existe una definición de la fe que no se puede cambiar. A esta definición debemos atenernos los católicos en estos tiempos de ambigüedad y herejías que tenemos que soportar a todas horas.

La fe es la adhesión de la inteligencia a la verdad revelada por el Verbo de Dios. Creemos en una verdad que nos viene desde afuera y que no proviene de ninguna manera por nuestro propio espíritu. Creemos a causa de la autoridad de Dios que nos revela esa fe. No hay que ir a buscarla a otra parte. Nadie tiene derecho a arrebatarnos esa fe y reemplazarla por otra.

Pero para los modernistas, la fe sería un sentimiento interior, una experiencia personal, pues no habría que buscar fuera del hombre la explicación de la religión:

«Es pues en el hombre mismo donde se encuentra la fe y, lo mismo que la religión, es una forma de vida en la vida misma del hombre». De modo que la fe sería algo puramente subjetivo, una adhesión del alma a Dios, siendo este mismo inaccesible a nuestra inteligencia, pues cada cual está en sí mismo, cada cual en su conciencia.

El modernismo no es una invención reciente; es el espíritu de la Revolución Francesa que quiere encerrarnos en nuestra humanidad y poner a Dios fuera de la ley. Para los modernistas, la verdad no es algo que se recibe, algo ya hecho, sino que es algo que se construye: una vivencia, una experiencia personal.

Su definición falsa sólo busca corromper la autoridad de Dios y la autoridad de Iglesia.

Como dice el Manifiesto Antimodernista:

«Mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentimiento religioso ciego que surge de las profundidades del subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad moralmente informada, sino un verdadero asentimiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica Pascendi y en el decreto Lamentabili sane exitu, especialmente aquellas concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.

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9.07.23

Juro no apartarme nunca de la Santa y Perenne Doctrina de la Iglesia

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Visto el panorama que se nos presenta con el sínodo y la probabilidad de que se aprueben «bendiciones» para las parejas homosexuales, la voluntariedad del celbato sacerdotal e incluso el diaconado femenino o, en última instancia, el sacerdocio femenino, uno tiene que plantearse sus líneas rojas y firmar su propia declaración de intenciones. Les invito a sumarse a mi declaración y a firmarla públicamente en los comentarios, si así lo desean. No podemos callarnos. No podemos quedarnos cruzados de brazos a verlas venir. 

¿Qué más puedo hacer, Señor, para serviros y alabaros? Nada tengo, nada soy, nada puedo… pero Tú dime y ordena, mi Dios, y yo te obedeceré, si me auxilias con tu gracia.

Yo, Pedro Luis Llera Vázquez, abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio infalible ha definido, afirmado y declarado, así como el magisterio que va directamente dirigido contra los errores de nuestros tiempos.

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7.07.23

Declaración de Intenciones

La elección del jesuita James Martin por el Papa para participar en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los obispos es toda una declaración de intenciones por parte de Francisco. El mensaje no puede estar más claro: quieren cambiar la doctrina católica sobre la homosexualidad y aprobar fórmulas que permitan la bendición de las parejas de homosexuales.

Lo declaró hace pocas fechas el chileno Juan Carlos Cruz, miembro de la comisión vaticana para combatir la pedofilia. Cruz declaró que el Papa Francisco está «muy dolido» por el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe que prohíbe a los sacerdotes bendecir las uniones homoafectivas.

Estas declaraciones de Cruz dieron la vuelta al mundo. Y, que se sepa, el Santo Padre no las ha desmentido. Al Papa le gusta especialmente lanzar mensajes a través de personas interpuestas. Lo hizo antes con el periodista Scalfari y es una práctica habitual del pontífice argentino.

«No quiero contar ninguna intimidad, pero sé que el Papa es un hombre que está muy dolido por esto, aunque él es el responsable final. Siento que, de alguna manera, va a reparar esta situación«, agregó Juan Carlos Cruz.

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16.06.23

Carta a mis Antiguos Alumnos de Puerto Real

 
«Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor».
I Jn, 4

No os podéis imaginar lo que me gustaría estar esta tarde junto a todos vosotros en vuestra graduación y poder daros besos y abrazos a todos y cada uno de vosotros. Sabéis que os quiero muchísimo y sé que vosotros también me queréis a mí. Y ese amor supera separaciones y distancias. Ese amor supera cualquier obstáculo. Espero que el recuerdo que conservéis de mí sea ese: que os he querido muchísimo y os seguiré queriendo hasta más allá de la muerte, porque la caridad, el amor que viene de Dios, no muere nunca.

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6.06.23

Junio: mes del Sagrado Corazón de Jesús; no del orgullo

Si hablando lenguas de hombres y de ángeles, no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalos que retiñe.

Y si teniendo el don de profecía y conociendo los misterios todos y toda la ciencia y tanta fe que trasladase los montes, no tengo caridad, no soy nada.

Y si repartiere toda mi hacienda y entregara mi cuerpo al fuego; no teniendo caridad, nada me aprovecha.

La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se hincha; no es descortés, no es interesada, no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

1 Cor. 13

El mes de junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús.

¿Y eso qué significa? ¿Es el mes de una víscera?

No. Es el mes de la caridad.

¿Y qué es la caridad?

La caridad es la virtud sobrenatural por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. La caridad es una virtud teologal infundida por Dios en nuestras almas; tiene de suyo una dimensión sobrenatural y siempre es fruto del amor de Dios.

El amor, tiene muchas dimensiones y manifestaciones, desde el «cariño» a los animales o el aprecio por las cosas, al amor paternofilial, conyugal o de amistad. El amor es una realidad natural; la caridad, sobrenatural.

El cardenal Sarah dijo: «El término amor ya existía antes de Cristo pero es Él quien nos enseña la cima del amor que es precisamente la caridad. El auténtico amor lo aprendemos de Cristo…, es por ello que no hemos de confundir la auténtica caridad cristiana, que tiene su origen en Dios, con la solidaridad típica de las ONG y de las organizaciones de la ONU, que tratan de debilitar el arraigo de la «caritas» en Dios, reduciendo su razón de ser a una pura filantropía».

«El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado». (Romanos 5, 5).

La caridad viene del Espíritu Santo, viene de Dios mismo. Es más: la Caridad es Dios mismo. Por eso vivir en Caridad es vivir en Cristo. Y para ello, debemos vivir en gracia de Dios:

  • Cumplir los mandamientos,
  • Confesarnos con frecuencia,
  • Comulgar en gracia de Dios: alimentarnos del Pan del Cielo, del Sacramento de la Caridad, donde late realmente el Corazón de Cristo: único medio para transformar nuestro corazón de piedra y hacerlo semejante al suyo.
  • Vivir en coherencia, practicando las obras de misericordia: amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Dios. La vida cristiana ha de cumplir y hacer que resplandezca la Caridad: no sólo el amor, sino la Caridad. No solo el amor natural, sino por encima de todo, el sobrenatural: el que solo puede venir de Dios, el que hace milagros:

El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará.

A los que crean, les acompañarán estas señales: en mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, tomarán en sus manos serpientes y, si bebieren ponzoña, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos y estos recobrarán la salud.

Marcos 16

De las tres virtudes teologales, sólo la caridad permanece en el cielo. La fe no nos hará falta porque veremos directamente el rostro de Dios; y la esperanza, tampoco, porque ya no tendremos que esperar más lo que ya estaremos gozando junto a los santos y a los ángeles. Pero la Caridad perdura más allá de la muerte, porque contemplar a Dios es gozar la felicidad y la bondad eternas y plenas y eso es la Caridad, esa es la realidad de Dios mismo. Bondad infinita, felicidad eterna y caridad perpetua.

La Caridad, que es lo más sublime, el don más divino que el hombre puede recibir de Dios, sufre ataques constantemente: es ridiculizada, banalizada, desacralizada… Satanás odia a Dios, odia al hombre (que ha merecido que Dios mismo entregara su vida en la cruz para su salvación) y odia la Caridad. El Maligno es lo contrario de la caridad: por eso propone al hombre una parodia grotesca de la caridad, reduciendo el amor al sexo más animalizado y grosero.

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