InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Agosto 2023

31.08.23

El Reino de Satanás

Someterse a Dios significa rebelarse contra el mundo. Someterse al mundo significa rebelarse contra Dios.

Los santos se someten a Dios y obedecen su voluntad. He aquí el esclavo del Señor: hágase Tu Voluntad.

Los demonios se rebelan contra Dios y se niegan a obedecer a Dios: non serviam. Satanás se rige por la ley del deseo: «Seréis como Dios. Estaréis por encima del bien y del mal. Vuestra voluntad será ley. Seréis lo que queráis ser. Cada uno se creará a sí mismo, se hará a sí mismo a su gusto».

Satanás predica la soberbia: «tú decides lo que está bien y lo que está mal. No tienes que obedecer ni a Dios».

Convierte esas piedras en pan. Los pobres en el espíritu somos los que sabemos que nada podemos sin Dios. Es Él quien nos da nuestro pan de cada día. Es Él quien quita el pecado del mundo, quien acaba con el mal del mundo. No somos nosotros los que cambiamos en mundo a nuestro gusto. El pelagianismo cree que no necesitamos a Dios para ser santos y construir un mundo mejor, justo, en paz y fraternidad. Si no somos hermanos en Cristo, sólo podremos ser hermanos en el pecado. Si no somos hijos de la Verdad, sólo podremos ser siervos de la mentira, del padre de la mentira: de Satanás.

Todas las ideologías ofrecen falsos paraísos terrenales: «Todos estos reinos te daré, si me adoras». La falsa redención de las ideologías ofrece utopías mentirosas que nunca llegan. Las ideologías son falsas religiones que adoran al hombre. Si adoráis al demonio, tendréis poder. Pero ¿qué es adorar al Demonio?

Adorar al Demonio consiste en rendirle culto. «Podrás hacer lo que quieras, si cambias a Dios por Satanás». Traiciona a Dios, blasfema; sé sacrílego, ateo, apóstata. Rebélate contra tu Creador y créate a ti mismo como te dé la gana.

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23.08.23

Zombis

Cuando esto escribo, celebramos la fiesta del Inmaculado Corazón de María: el corazón santo y puro de nuestra reina del cielo, que tanto nos ama.

Hace unos días en la homilía de la misa de la Asunción de la Virgen, el sacerdote se encargó de recalcar y subrayar que María era una mujer como cualquier otra y que no había tenido ningún privilegio por parte de Dios. Que la Virgen María haya sido asunta al cielo en cuerpo y alma por el poder de Dios se ve que es muy natural. Que la Virgen María fuera concebida sin pecado original tampoco debe de ser ningún privilegio de Dios. Que María, la Purísima, se mantuviera virgen antes, durante y después del parto también es algo normal y corriente: sobre todo para quienes no tienen la fe de la Iglesia. Así que permítanme que, a modo de humilde reparación, le dedique este artículo a mi Madre del Cielo.

El naturalismo es uno de los vicios de los herejes modernistas.

¿En qué consiste?

Pues en que no hay nada sobrenatural: solo existe lo puramente natural (de ahí lo de «naturalismo»): lo que podemos ver y tocar o lo que la ciencia nos dice que es verdad. Como no creen en el Dios de la Revelación, no creen en ningún más allá ni en nada sobrenatural: no hay cielo ni infierno ni milagros. Por eso, la religión del Anticristo es puramente horizontal, terrenal. Solo les queda la vida en este mundo: no hay esperanza en la vida eterna. De ahí su preocupación enfermiza por la «casa común», por el calentamiento global, por la subida del nivel del mar y la pérdida de biodiversidad. Cuando hablan de salvación, se refieren a la salvación del planeta, de la especie humana en él o del bienestar puramente material… nada de salvación del alma o vida eterna. No se dan cuenta, porque no creen, de que el presente y el futuro del Planeta están en manos del Creador, que Dios gobierna el mundo y el universo con su divina providencia. No es el ser humano quien manda sobre el planeta, sino Dios. Y si Dios quisiera que la casa común y el planeta se fueran al carajo ahora mismo, nadie podría evitar que la voluntad de Dios se cumpliera. Y si Dios quisiera aniquilar al ser humano, lo haría sin esfuerzo alguno y no quedaría de nosotros ni rastro.

Y los herejes, como no creen en el cielo ni en el infierno ni en la vida más allá de este mundo, se obsesionan con esta vida y este planeta, en vez de preocuparse por la salvación de sus almas y por la vida eterna. No se dan cuenta de que en este mundo estamos de paso, como peregrinos que caminan hacia la Patria Celestial; que en este mundo somos extranjeros y que todos los placeres de esta vida son pura vanidad. Los hombres de esta generación perversa e impía se olvidan de que nuestra vida terrenal es pasajera y fugaz. Eso lo sabían ya en la antigüedad. Pero ahora los modernos se olvidaron y dieron la espalda a la sabiduría secular de nuestros padres: despreciaron la herencia de los antepasados y las tradiciones para agarrarse a una especie de adanismo en el que pareciera que la vida en el planeta empezó con esta generación degenerada, depravada y decadente. Por ser más modernos, se creen más sabios que Aristóteles, Santo Tomás de Aquino o San Agustín. La soberbia ha condenado a los sindiós a la ignorancia porque han renunciado a la Verdad y a la Sabiduría, que son nombres y atributos de Dios.

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19.08.23

¡Ay de los pastores que maltratan a las ovejas de su rebaño!

¡Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis tenido vuestra alegría!

¡Ay de vosotros los soberbios que os creéis mejores que Dios mismo y le enmendáis la plana sin rubor ni temor de Dios!

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

¡Ay de vosotros los que ahora estáis satisfechos, porque tendréis hambre!

¡Ay de vosotros, los poderosos, los obispos y cardenales que traicionáis al Señor como Judas!

¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque vais a llorar de tristeza!

¡Ay de los que sin fe pretendéis bendecir el pecado nefando, los que profanáis la Eucaristía!

¡Ay de los herejes y apóstatas que lleváis la Iglesia a la ruina! ¡Pobres de vosotros!

¡Ay de vosotros cuando todos os alaben, porque así hacían los antepasados con los falsos profetas!

«¡Ay de los pastores que desprecian y maltratan las ovejas de mi rebaño!», dice el Señor.

Por eso, así habla Dios de los pastores malvados: «Vosotros habéis dispersado mi grey, la habéis descarriado y no habéis cuidado de ella. He aquí que voy a visitaros por la maldad de vuestras obras», oráculo de Yahvé.

Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición, la tierra está en duelo; se han secado los oasis del desierto; los impíos corren tras la maldad y su fuerza es la injusticia.

Porque hay tantísimos sacerdotes, obispos y cardenales impíos… y han llenado Roma y el mundo de sus perversidades, de sus herejías y sus idolatrías; y han profanado el templo santo de San Pedro con sus blasfemias y sus sacrilegios, porque cambiaron a Cristo por ídolos paganos. Y el celo por el Señor me consume.

Y en muchos pastores que deberían cuidar y velar por la salvación de las almas de los fieles del Señor, hemos visto fornicaciones, falsedades y abusos: los que deberían ser santos cometen impurezas y violaciones, viven en la mentira y trabajaban día y noche para que ninguno se convierta de su maldad: son todos ellos como Sodoma y Gomorra. Pretenden que Dios amará y acogerá, no solo a los pecadores arrepentidos, sino que bendecirá incluso el pecado de quien no se convierta. Ya no hace falta cumplir los mandamientos ni confesarse: todos pueden comulgar y todos iremos al cielo. Así discurren estos pastores malvados: herejes que ofenden a Dios día y noche.

Conociendo a Dios y su Ley Eterna, no le glorifican ni le dan gracias, sino que se cerró su entendimiento, viniendo a oscurecerse su insensato corazón; y alardeando de sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por la Pachamama; y la vida eterna, por la conversión ecológica. 

¡Ay de los pastores que tienden puentes al pecado y derriban los muros de contención de la iniquidad!

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9.08.23

Todos, todos, todos

Leo en Wanderer:

En una entrevista radial y otra realizada para un medio de prensa escrita, Mons. Mestre, al igual que lo hizo su antecesor en la sede platense, Mons. Víctor Fernández, ha negado la necesidad del estado de gracia para recibir la eucaristía, o bien, ha negado el carácter de pecado grave contra el sexto mandamiento que poseen las prácticas sexuales con personas del mismo sexo.

Mons. Mestre lo dice sin ambages: se trata de que la Iglesia debe adaptarse al nuevo paradigma del mundo que no es ya el paradigma de la cristiandad. Y ese nuevo paradigma —“agenda 2030” le dicen algunos— incluye entre sus postulados el derecho universal al coito. Y, para justificar desde la moral cristiana este derecho, se recurre a argumentos emotivistas, pues son los únicos a los que puede recurrirse visto que los aportados por las Escrituras y la Tradición son lapidarios en cuanto a la condenación sin ningún tipo de atenuantes de la sodomía. 

Lean el artículo completo porque no tiene desperdicio.

En la JMJ, uno de los mensajes más destacados del Papa consistió en afirmar que en la Iglesia cabemos «todos, todos, todos» (sic). Yo no veo ninguna novedad a ese mensaje, la verdad… en la Iglesia siempre han cabido todos; al menos, todos los que han querido entrar, claro…

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