4.06.21

El que obedece no se equivoca

secta

Del lat. secta.

1. f. Doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo. Rechazan que una secta se equipare a una religión.

2. f. Conjunto de seguidores de una secta. La secta de los esenios.

3. f. Comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos.

Dice el cardenal Gerhard Müller en un texto titulado In dubio pro DEO:

El cristiano cree en Dios como la primera verdad y reconoce al Papa y a los obispos como sucesores de Pedro y los otros apóstoles.

La lealtad al Papa es algo diferente de la papolatría idolátrica, similar al principio según el cual el líder o el partido siempre tiene la razón.

Cuando surgen tensiones entre la Palabra de Dios obvia y la interpretación infalible por un lado y las expresiones privadas de opinión incluso de las más altas autoridades eclesiásticas’, se aplica siempre el principio: in dubio pro DEO.

Y el propio Papa Francisco rechaza de plano que se le tome por una especie de superman, rayando el culto a la personalidad: 

«Si no me equivoco, Sigmund Freud dijo que en toda idealización existe agresión. Describir al Papa como una especie de Superman, una estrella, es ofensivo para mí».

Y de papolatría (que es una forma de idolatría) y de sectarismo vamos a escribir hoy.

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1.06.21

Dos Iglesias

En la Iglesia Católica conviven dos “sensibilidades”. Yo diría que en realidad conviven dos Iglesias bajo un mismo techo: una Iglesia moderna (modernista) y otra tradicional.

La “Iglesia Liberal” del “nuevo paradigma” es un apéndice del globalismo que pretende imponer su nuevo orden mundial. Es una Iglesia con pretensiones de convertirse en religión universal y que aspira a agrupar en una sola institución todas las religiones que existen: budismo, hinduismo, panteísmo, cristianismo, judaísmo, islam… Para esa iglesia universalista lo importante es el amor. Lo importante es que nos abracemos y nos besemos; que terminemos con las guerras y con las armas; que se abran todas las fronteras; que cuidemos el medio ambiente y vivamos en armonía con la Madre Tierra para que todos podamos vivir en un mundo sostenible y respetuoso con los ecosistemas; que acabemos con la contaminación, con los combustibles fósiles; que dejemos de comer carne y que se acabe con la pobreza (siendo todos pobres, no habrá diferencias entre ricos y pobres: “no tendrás nada y serás feliz”, dicen estos malvados impresentables que te quieren tener cogido por tus partes para sojuzgarte y maniatarte). Esa Iglesia Liberal Antropocéntrica y Kantiana predica el indiferentismo y el sincretismo religioso: todas las religiones son caminos válidos para la salvación por eso no hay que hacer proselitismo ni bautizar a nadie. Cada uno se salva desde su cultura y su religión: nada de conversiones de unas religiones a otras, porque, en realidad son todas igualmente buenas.

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23.05.21

Libertad, Igualdad, Fraternidad

 

Todas las ideologías de todos los partidos políticos del arco parlamentario – y la mayoría de los que están fuera de las instituciones, lo mismo – se fundan en el lema de la Revolución Francesa y de la masonería: libertad, igualdad y fraternidad. Casi nadie cuestiona ya estos tres principios, que son las tres columnas que sustentan los modernos “Estados de Derecho”.

Los únicos contrarrevolucionarios que quedamos somos los católicos que, por pura gracia de Dios, hemos visto lo que se esconde detrás de esas palabras tan bonitas y seductoras (y no se engañen: no se puede ser católico y liberal. El liberalismo es pecado).

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10.05.21

Protesto

Ante la noticia - no por esperada y anunciada, menos indignante - de que un importante grupo de sacerdotes “católicos” alemanes ha procedido a bendecir uniones homosexuales, en un claro desafío a la Santa Sede, quiero manifestar públicamente mi rechazo, mi oposición y mi protesta por este tipo de actos que suponen una burla a Dios, a la Escritura, a la Tradición y a toda la Iglesia. 

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6.05.21

Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor

¡Qué raro suena a los oidos modernos eso de que Cristo es mi Amo, mi Dueño y mi Señor! ¡Pero lo es! A los modernos, oír hablar de obediencia, sumisión, etc, les chirría. El hombre moderno quiere ser amo y señor y no quiere servir a nadie, porque los conceptos de la Revolución de libertad e igualdad chocan contra cualquier tipo de dependencia o desigualdad. Y, paradójicamente, solo quien tiene a Cristo como Dueño puede ser realmente libre. Y quienes se creen libres, despreciando a Cristo, en realidad son esclavos del Príncipe de este Mundo.

Como hemos señalado en artículos anteriores, aquí hay dos bandos, dos banderas, dos ciudades: hay trigo y hay cizaña.

El mundo moderno ha hecho suyo el pecado de nuestros primeros padres: quieren ser como Dios, quieren cumplir su propia voluntad, hacer lo que les dé la gana y no obedecer a Dios, a quien desprecian hasta odiarlo.

Y unos pocos queremos dejar claro que no queremos hacer nuestra voluntad, sino la de Dios (“hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, rezamos cada día); que no queremos autodeterminarnos, sino cumplir los Mandamientos; que no queremos ser señores de nosotros mismos (“autoposeernos”, dicen los modernos), sino simples siervos de Dios. No es que ya seamos santos – somos pobres pecadores – pero queremos ser santos y rogamos al Señor que nos dé su gracia y nos cuente entre sus elegidos: como dice San Pablo, “estoy firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús.” (Filipenses 1, 6)

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