7.12.23

Carta a los Obispos

Queridos obispos:

¿Siguen ustedes creyendo en Dios, en Cristo, en la Santísima Trinidad? ¿O creen en el Estado de Derecho, la democracia liberal y en la Constitución? ¿Creen que se puede poner una vela a Dios y otra al Diablo? ¿En qué creen ustedes? ¿En quién creen ustedes? ¿Son ustedes pastores del rebaño que Cristo les encomendó o funcionarios de Vaticano sumisos a los poderes de este mundo?

Para los obispos fieles a Cristo y al depósito de la fe corren malos tiempos. Ya lo sabemos. Pero tengamos vergüenza, dignidad y temor de Dios.

A Monseñor Strickland le han apartado de su diócesis en Texas. ¿Por qué? ¿Por defender el depósito de la fe, la ortodoxia y la Tradición?  Y no sólo eso: también le han prohibido decir misa en la que, hasta hace unos días, era su diócesis. 

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29.11.23

La Rebelión de los Rosarios

¿Han oído hablar de la Opción Benedicto? ¿Han leído el libro? Pues la Opción Lepanto en diametralmente la contraria: en realidad es similar a la Opción Pelayo que propuse hace ya muchos años. Nosotros no nos exiliamos del mundo a un San Irineo de Artois idílico. Nosotros nos mantenemos en el mundo sin ser del mundo. Nuestro Reino no es de este mundo, porque nuestra Patria Verdadera está en el Cielo. Pero estamos en este mundo, y mientras lo estemos, debemos ser antorchas de caridad, debemos vivir encendidos en el amor de Dios. Como dice el Cantar de los Cantares, «no valen las muchas aguas para apagar el amor ni los ríos pueden ahogarlo» (Cant.8, 6-7). Vivamos siempre conforme  al mandamiento de la caridad: amemos a todos siempre. Incluso a los impíos y a nuestros enemigos. Se puede combatir con caridad. Y nosotros debemos combatir con caridad.

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25.11.23

Reflexiones a vuela pluma a partir de la nota de la CEE

 

Los obispos españoles se pronuncian ante la crispación política y social en el país y han acordado durante su Asamblea Plenaria hacer público un mensaje ante la situación social y política en España[1]. Dios me libre de pretender enmendarle la plana a la Conferencia Episcopal. Pero con la libertad de los hijos de Dios, sí puedo expresar alguna reflexión pertinente e incluso alguna impertinente sobre el asunto.

1.- Los obispos reunidos en asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, compartimos la preocupación que suscitan la actual polarización ideológica, la crispación social y los episodios de desencuentro.

Señala la Encíclica Quas Primas que el cúmulo de males que nos aflige se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador.

La sociedad española ha abandonado a Cristo y la partitocracia ha dividido a España en un cúmulo de sectas – llamadas partidos políticos – que no son sino falsas religiones que proponen utopías y engaños a los ciudadanos para conseguir el poder o para mantenerse en él el mayor tiempo posible.

Pedro Sánchez es un buen ejemplo de líder maquiavélico: al señor Sánchez le hemos visto  y oído decir hoy una cosa y mañana, la contraria. Y sin despeinarse. Y buena parte de los españoles siguen votando a este mentiroso compulsivo porque para la mayor parte del electorado “ser” de un partido es como ser de un equipo de fútbol. Y así como uno es del Madrid o del Barcelona, pase lo que pase, uno es socialista, comunista o pepero, pase lo que pase. Y lo que diga el líder, bien dicho está. ¿Que miente? Sus razones tendrá. Yo, con los míos hasta el final. Y en este punto, nunca se sabe si es más apasionado el amor por los colores o el odio a los colores del adversario, convertido tantas veces en enemigo. Cuando las políticas de un partido dependen de las decisiones caprichosas, cambiantes, arbitrarias e interesadas de su líder, ese partido ya no busca el bien común, sino los intereses particulares del jefe y del partido. Y eso ya no es un medio de participación política, sino una secta.

Vivir en una sociedad donde el electorado no penaliza la mentira ni la corrupción ni siquiera la traición a su propia patria resulta sumamente significativo e indica bien a las claras la catadura moral de los españoles.

Todas las ideologías del arco parlamentario – desde los liberales hasta los comunistas – rechazan a Dios: lo ignoran, lo desprecian; algunos hasta lo odian. ¿Alguno de estos partidos políticos acepta el imperio de nuestro Salvador Jesucristo? ¿Verdad que no? Pues ahí está el origen de la crispación y de todos los males de nuestra patria.

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23.11.23

La única esperanza es Cristo

Mi esperanza está puesta en el Señor. El Señor me dio la vida en el seno de mi madre. Él me dio el aliento y la vida. Ha sido Dios, Creador del mundo, quien me dio la vida. Él formó el género humano y creó todo cuanto existe. Y si obedecemos sus santas leyes, tras la muerte, nos dará de nuevo el aliento y la vida.

Dios lo ha hecho todo de la nada: mirad el cielo y la tierra y fijaos en todo lo que hay en ellos. Así sabréis que Dios lo ha hecho todo de la nada y que de la misma manera ha hecho a los hombres. Así, pues, no le tengáis miedo al tirano ni al anticristo ni a los herejes ni a los impíos.

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20.11.23

Yo Soy Siervo de Dios

El cordero de dios que quita el pecado del mundo entero agnus dei

Soy siervo de Dios. Cristo es mi Señor. Y deseo, en toda circunstancia, hacer la voluntad de Dios y no la mía.

Los modernos, sin embargo, proclaman una libertad ilimitada. Y no quieren someterse ni obedecer a nadie: ni siquiera a Dios. Su libertad es una libertad igual para el bien que para el mal; lo mismo para la verdad que para el error. Y cada uno puede elegir si cree en Buda, en Cristo, en Alá o en nada en absoluto. Su libertad religiosa les pone ante el escaparate de las diversas ofertas y cada cual elige la religión que más le interesa. O, tal vez, ninguna.

Creyéndose listos, se han convertido en unos necios redomados: no creen que Dios les dio la vida. No creen que hayamos sido creados por Él y para Él y que nuestro fin último sea la bienaventuranza en la Patria Celestial.

Ellos creen que son fruto del azar, de la casualidad. Estamos aquí por un conjunto de carambolas que nos ha dado la existencia aquí y ahora. Y a partir de ahí, cada uno se apaña como puede para tratar de ser feliz. Y si no hay Dios, tampoco hay moral y, ante la realidad irremediable de la muerte, lo único que le queda al hombre es disfrutar de los placeres de esta vida mezquina: disfrutar de experiencias, de descargas de adrenalina que nos hagan sentirnos vivos… Disfrutar de la buena vida, del buen vino, de la buena comida, de sexo sin compromisos… A fin de cuentas, ¿qué felicidad se puede esperar aquí, si no es un orgasmo, una bacanal o un buen banquete?

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