Portabella bebe su propia medicina



El sacerdote Lluis Portabella d’Alós, Rector de la parroquia de San Cosme y San Damián de El Prat de Llobregat se ha visto implicado en una trama de bodas de conveniencia para la consecución de permisos de residencia y de trabajo a extranjeros. Según información de El Periódico de Catalunya, el Juzgado de El Prat ha abierto una investigación y la policía considera que el párroco formaba parte de la red (se dice como autor o cooperador necesario), pues sin él no habría habido matrimonios, teniendo pleno y absoluto conocimiento de la simulación de dichas bodas.

No pretendo hacer valoración jurídica alguna sobre tal hecho, ni civil, ni mucho menos penal, donde al cura Portabella le ampara –como a todo el mundo- el derecho a la presunción de inocencia. Pero sí me han sorprendido enormemente las declaraciones del sacerdote en el sentido de que no notó nada raro en el súbito aumento de enlaces entre albaneses y gitanas en su parroquia. Y digo que me resulta inverosímil la excusa porque Portabella ni es un imberbe, ni es un primerizo, ni es un profano en las diversas materias que inciden en el asunto.

Lluis Portabella d’Alós nació el dia 5 de Febrero de 1936. Estudió en los Jesuitas de Caspe y después en el Seminario, siendo ordenado en 1960. Una vez ordenado se licenció en derecho por la Universidad de Barcelona. En la diócesis de Barcelona ha ostentado numerosos cargos diocesanos: Director de Caritas (1969); Delegado de Economía (1971); Vicario Episcopal (1986-1991) y Presidente del Patronato de escuelas Parroquiales (1991-2002). Asimismo, entre sus numerosos destinos parroquiales, pueden destacarse los de Rector de la Parroquia de Sant Pere i Sant Pau de El Prat; de San Ramón Nonato de Barcelona y ahora en la de San Cosme.

Por tanto, ni su formación jurídica (imbuido de tradición familiar en este ramo), ni su larga experiencia pastoral, nos pueden hacer creer que Portabella no fuera consciente que estaba bendiciendo matrimonios manifiestamente nulos. Todo ello, repito, sin hacerle partícipe de ningún complot, ni emitiendo juicio alguno, más allá del mero punto de vista eclesial.

Es indudable que, a raíz de la información de El Periódico de Catalunya, el nombre de Lluis Portabella ha corrido de boca en boca. El mero título amarillista de la noticia, que da más importancia a la implicación del párroco que a la propia red de bodas delictivas, habrán desasosegado al sacerdote. El uso ciertamente grosero y obsceno de las noticias en las que se ven involucrados curas, puede que haya hecho meditar a Portabella.

Viene todo esto a cuento porque en Barcelona todos recordamos su actitud en los últimos años del Cardenal Carles. Porque Lluis Portabella no es solo el señor, con cara de mal vino, que aparece al lado del Turull que se manifestaba megáfono en mano contra el Cardenal Carles, en manifestación que coordinó el propio Portabella, sino que él y Brustenga (Patacot y Mandinga en la parroquia de San Ramón Nonato) abastecieron de noticias durante aquellos años a El Triangle y luego a Tribuna Catalana, para difamar a todo aquel que gozaba de la confianza de Don Ricardo. Entre las calumnias más graves podemos recordar las que se vertieron contra Rafael Méndez Hellín, su sucesor al frente del Patronato de Escuelas parroquiales. ¿Qué curioso, no?

En esta pequeña diócesis nos conocemos todos y todos sabemos de qué pie cojea cada uno, por eso resulta irritante, cuando no manifiestamente hipócrita, que unos cuantos sepulcros blanqueados se lamenten de los titulares periodísticos solo cuando les afectan a ellos. El cinismo puede resultar saludable, si va en todas direcciones, pero si solo va en una, se convierte en hipocresía miserable. Hipocresía de la que gozan en esta diócesis algunos missaires que son auténticos especialistas en predicar una cosa y hacer exactamente la contraria. Y esto no va solo por Portabella.

Oriolt

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