Hundimiento del Seminario Menor

En cualquier empresa del ámbito público o privado, no ya la descapitalización de la misma, sino la simple pérdida de ganancias o beneficios conllevaría la destitución del director general o el relevo del gerente de esa sociedad. Por incapaz, por mal gestor, por defraudar culpablemente o no, las expectativas de ganancia que estaban en él depositadas. En una palabra: por inútil.

En la archidiócesis de Barcelona, la de peor gestión y la de más ínfimos resultados pastorales , eso no sucede así.

Si al acabar el curso, a cualquier rector de Seminario se le marchasen la mitad de los chicos del Seminario, la destitución sería fulminante. Si cabe, aún más pensando en todos los apoyos y apuntalamientos que su persona y cargo han recibido de parte de un Arzobispo que ha intentado dos veces promocionarlo a obispo auxiliar.

Pero aquí somos diferentes. En la archidiócesis de Barcelona nos gobierna la lógica del nepotismo absoluto. Por múltiple razones personales e innumerables presiones de los sectores progresistas de la diócesis, que ejercen el control absoluto del gobierno de esta Iglesia, el Cardenal Martínez Sistach ha decidido obviar la cuenta de resultados del Seminario Menor. Absolutamente todos menos uno, de los chicos del Seminario Menor, lo han abandonado al acabar este curso. Se han marchado a su casa. Han decidido no continuar con el proceso de maduración de su posible vocación. Sencillamente, han arriado velas y las han plegado…

Y nadie se escandaliza, y nadie protesta, y nadie cuestiona nada. ¿Para qué si para el rey-sol y monarca absoluto de esta diócesis eso no tiene ninguna importancia? Pero es que ni le interesa ni le preocupa, ya que eso cuestionaría la figura de su “intocable” protegido: el rector Turull y su nefasto equipo de formadores. Y entre todos ellos la del “perpetuamente residente” y padre espiritual del mismo, Don José Antonio Arenas que, por cierto, ya está preparando uno de sus viajes veraniegos, esta vez al Monte Athos junto con el obispo de Gerona Mons. Soler y una camarilla de amigos. ¡Ojalá se quedaran allí para siempre! Pero no lo creemos, porque aquellos monjes barbudos de hábitos raídos son más listos de lo que pueden parecer a primera vista.

Y lo peor de la situación del Seminario es que ningún padre con dos dedos de frente, un par de ojos y un poco de sentido común, pondría a su hijo adolescente en las manos de una institución, la de nuestro Seminario, con un equipo humano de formadores con tantas deficiencias y con perfiles pedagógicos tan bajos. Por no hablar de algunos rasgos psicológicos de sus integrantes con trazos más que preocupantes.

Pero a nuestro Cardenal todo esto se la trae al pairo. El ha comenzado sus tres meses de andanzas vacacionales. Viene de Lourdes, ahora se va a la Guadalajara mexicana, después a Sydney, después a sus vacaciones privadas, suponemos que este año a Corfú para no estar lejos de “Sissi Emperatriz”, y finalmente en septiembre de nuevo a Lourdes a hacerle de “cohorte nubia” al Papa cuando vaya a celebrar el 150 aniversario de las apariciones…

Una postal, lo que se dice una postal. No para que nos la mande, sino para verse retratado…

Prudentius de Barcino

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