El Seminario Menor de Barcelona se muere


No es ninguna novedad hablar de la pésima situación del Seminario de Barcelona dirigido por el Rvdo. Josep Maria Turull, aunque ahora vuelvan a contarnos el cuento de la lechera, diciendo como el año pasado, las muchas entradas que tendrán para iniciar el nuevo curso. Pero la situación del Seminario Menor todavía es más triste, ya que como ya se informó en esta misma página web todos los seminaristas menores menos uno, abandonaron el recinto al finalizar el curso pasado.

Es una lástima para esta institución diocesana que tantos y buenos sacerdotes ha dado a nuestra diócesis, algunos incluso obispos recientes como es el caso de Don José Ángel Saiz (Terrassa) o de Don Francesc Pardo (Girona). Es cierto que hay muchos aspectos que deben tenerse en cuenta para poder analizar correctamente este descalabro, pero a la hora de pedir responsabilidades personales, estas sin duda recaen sobre dos personas: el Rvdo. Josep Anton Arenas y el Rvdo. Josep Maria Turull, ambos miembros del actual equipo del Seminario.

El declive del Seminario Menor empezó cuando el Rvdo. Josep Anton Arenas fue nombrado para el cargo de Rector del Seminario Menor, que entonces se encontraba en La Conrería (Tiana). Tal nombramiento se realizó en tiempos del cardenal Carles, pero fue apadrinado por monseñor Solé Perdigó, entonces obispo auxiliar, amigo de Arenas, que había sido rector del Seminario Menor en la década de los sesenta con Arenas como vice-rector.

El Rvdo. Arenas tenía un claro objetivo al tomar el cargo: cerrar el Seminario de la Conrería para trasladarlo a Barcelona, ya que él no se encontraba cómodo lejos del “cotarro” barcelonés y además tenía que dirigir una especie de colegio diocesano, algo que ciertamente no le hacía ninguna ilusión. Esta jugada sentó muy mal a muchas personas que tenían un afecto sentimental a ese lugar, entre ellos, Ves per on! (¡Ves por donde!) el entonces protestón Turull, que desde una página web ¡ves per on! (¡Ves por donde!), de antiguos alumnos que el capitaneaba con algunos compañeros de su curso, criticó duramente al que después sería su ayudante (el Rvdo. Arenas) como Director Espiritual en el Seminario Mayor.

Arenas consiguió su objetivo, haciendo sufrir mucho al cardenal Carles, que se vio obligado a recibir a los profesores y personal de mantenimiento a quien Arenas quería echar por las bravas. Una vez cerrada la Conrería, Arenas se pudo instalar cómodamente en la residencia del Seminario conocida como “el convictorio” donde únicamente tenía que cuidar de los seminaristas menores ya que los chicos deberían ir a clase a un colegio externo.

Don Ricardo, aunque tarde, también se dio cuenta de que Arenas no era la persona adecuada para tal misión y decidió cesarlo en sus funciones, trasladando toda la responsabilidad al entonces rector del seminario mayor, el Rvdo. Francisco Prieto, que con acierto decidió cerrar el ICESB (Institut Catòlic d’Estudis Subversius de Barcelona) y colocar en su lugar el Seminario Menor en el centenario edificio de la calle diputación.

Pero luego vino Turull, acompañado de Arenas (lo que son las cosas), pero para él ser rector del Seminario Menor era un cargo más, de los tantísimos e incontables que tiene, lo que hace que esté por todo menos por lo que tiene que estar. Y si no se ocupa del Seminario Mayor, ¿cómo va a hacerlo del Menor? Por eso delegó esa misión en un jovencísimo sacerdote acabado de ordenar, el Rvdo. David Álvarez, un buen chico sin ninguna experiencia, que ha hecho lo que ha podido, pero que le ha faltado la autoridad y la capacidad de decisión del rector del Seminario que ha brillado por su ausencia.

Y aún después de todo esto, nuestro cardenal sigue presumiendo de lo bien que va el Seminario…

Antoninus Pius

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