La cuestión del auxiliar para Barcelona


La Santa Sede encuentra dificultades a la hora de elegir candidatos para sedes episcopales en Cataluña. Ello se debe a la escasez de clero, pero también a la división existente entre los mismos componentes de este estamento y a la que se da igualmente en muchos ámbitos del Pueblo de Dios. Roma teme que aquí sus nombramientos causen reacción o sorpresa. Se acuerda muy bien de las ordenaciones episcopales de Saiz Meneses y Casanovas. ¡Qué equivocación fue la de los nacionalistas barceloneses y de los diferentes “foros” catalanes, al organizar unos y al añadirse otros, a aquellas protestas delante del Nuncio! Y la Santa Sede actúa en consecuencia. Sólo omite aquel principio de “no causar sorpresa” muy pocas veces, exclusivamente en aquellos casos en que está muy segura de su éxito. Lo mismo puede decirse de los prelados diocesanos, sobre todo de aquellos que, cuanto más acomodaticios son, más actúan movidos por la misma táctica que la curia romana: no se miran las excelencias, sino las mediocridades que aseguran la paz.

El secretario de Estado, Bertone, es muy particular tanto en su actuación en Secretaría de Estado, como en relación a la diplomacia pontificia. El cardenal Re está en una difícil situación. Rouco, que interviene en Roma en la designación de obispos, es amigo de Carles y de Saiz Meneses. Carles continúa teniendo gran influencia en Roma, y quiere “arreglar” Cataluña con “sus obispos”. Pero, en última instancia, el responsable de todo es el nuncio en España, el portugués Monteiro.

Vives, intuyendo que no ha salido para Gerona su candidato Taltavull, ahora está inquieto. Necesita más puntos de apoyo en su carrera hacia Barcelona. ¿Y Martínez? De éste no se sabe nada. Y no es un elogio hablar así de él. Solamente se sabe que está por Turull, y que, no lo olvidemos jamás, es el autor de la lista de seis candidatos a auxiliares de Barcelona, con nombres tan peregrinos, además del de Turull, como Termes y Babra. ¿Se puede esperar un criterio mayor? Además Martínez necesita unas semanas de silencio tras la inevitable destitución de su secretario Baró después de que este, tocado psicológicamente como está, en público “le montase un cirio” en una sacristía por una cuestión anodina, por un “quítame de aquí estos báculos”. Martínez no quiso que la pelea fuese a más. Calló y días más tarde le dio el pasaporte. Ahora el reverendo Baró, que pudiendo mostrar pocos títulos académicos se dice revestido de muchos saberes, entre ellos el de arqueólogo medievalista, dicen que se toma un año para estudiar. Que no quiere ir a parroquias. No nos esperábamos otra cosa. ¿Y porque necesita Martínez que se olvide la cosa? Por un solo motivo: por ser Baró uno de los miembros de la Triada Capitolina formada por Oller (actual superior del Seminario), el muy peculiar “Yuyu”Calvís y él mismo. Y los tres, constituir el núcleo duro de los íntimos de Turull.

A Martínez como elector de Turull para auxiliar de Barcelona le falta un promotor, y Monteiro no piensa jugar ese papel. Pero también necesita en Roma una causa instrumental y un fautor. Y ni Carles ni Rouco, que son los que al parecer cuentan, le pueden servir para ello.

¡Por eso no hay nombramiento de sustituto para Carrera! No se puede prolongar en exceso el principio de la Nunciatura y de la curia romana de poner, en caso de mucho bullicio, simples administradores como obispos en Cataluña. Roma sabe que para que sobreviva la Iglesia en Cataluña necesita a la larga auténticos pastores, que apacienten el rebaño del Señor, lo acrecienten y le defiendan de los lobos de fuera y de dentro. La “izquierda eclesial”, que lo sepa Carrera, también tiene también su culpa: amenazan demasiado a la Santa Sede, y por mantener unos principios de teología y de disciplina, que nos parecen a menudo irrealizables, no quieren oír nada de otros candidatos, quizás no en punta como ellos, pero que tendrían sin duda más dinamismo y, a la corta, llegarían a entenderse con ellos. Tienen su responsabilidad. Y la “derecha” también, por sus divisiones, su pasividad y su conformismo. Y por la voluntad de medrar de muchos de sus miembros.

Hay que abandonar los oportunismos si se quiere servir a la Iglesia en Cataluña. Malo es entrar por las rendijas de las pasiones humanas, y no por la puerta del redil para servir al rebaño del Señor.

El Directorio

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