Agrupémonos todos, pero agrupémonos bien


No se trata del canto de la Internacional. No vamos en pos de la lucha final. Se trata de la agrupación de parroquias. El envejecimiento del clero ha traído como consecuencia inmediata la agrupación de parroquias. Este hecho ya lleva consumándose hace años en el mundo rural. Un sinfín de sacerdotes tiene a su cargo cuatro, cinco o seis parroquias de diferentes pueblos. Han de simultanear las misas dominicales, los despachos parroquiales, la comunión a los enfermos, etc. Otros pueblos se han quedado sin oficio dominical y tienen que trasladarse 15, 20 o 25 kilómetros. Muchas veces por carreteras de montaña. En otros, se celebra la misa de forma itinerante, cada domingo en una localidad. Los principales perjudicados son los más débiles: Niños y ancianos. Otro perjudicado es el cura, que atiende a cuatro o cinco parroquias a la vez. Y no hablamos de aldeas despobladas del pirineo. Ya es normal en las diócesis medianas (Vic, Lérida, Gerona, Tarragona), que haya sacerdotes que agrupan, a su cargo, pueblos de 1.500 o 2.000 habitantes. A veces, cuatro o cinco pueblos. E irá a más. El hecho biológico avanza inexorable.

Pero a estas alturas, la agrupación de parroquias ya no es solo un hecho rural; ha llegado a la metrópolis. En la diócesis de Barcelona, ya existen varias agrupaciones de parroquias (se comparten mesas, como en los bares de escopeta y perro), con una tremenda particularidad: estas agrupaciones parroquiales, se encomiendan a los sacerdotes más ancianos, en lugar de a los curas más jóvenes, con mayor fortaleza física, cuanto menos.

Vamos a repasar las agrupaciones parroquiales barcelonesas:

Ni un sacerdote menor de 59 años. ¿Por qué? Simplemente, porque Sistach no se fía de su clero más joven. Nuestro Cardenal prefiere a los de su quinta, a los que conoce de toda la vida, a los que le van a estar eternamente agradecidos. Este es el verdadero drama del pontificado de Sistach. Ha potenciado al clero más senil y más políticamente correcto. Ha arrinconado al clero más joven, por temor a una renovación. El más conservador de todos es Sistach. No busca una iglesia progresista, busca un clero callado, obediente, que no cause problemas. Pero el precio ha sido altísimo. Todas estas agrupaciones parroquiales que hemos relacionado son parroquias mortecinas, sin ilusión, sin iniciativa, sin futuro. Todo por temor al clero joven. Por pánico a lo desconocido. A una iglesia que no conoce, que se diferencia mucho de la que él ha vivido. ¡Qué caro lo pagaremos en un futuro!

Oriolt

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