La heroica mujer catalana durante la persecución religiosa en Cataluña (1936-39) (I)

En memoria de mi madre y de las mil madres de familia que lloraron amargamente la ruina de los templos y la destrucción de imágenes en aquel mes de julio de 1936.
Francesc A. Picas Pons
(Presidente honorario de Regina Martyrum)
¡Oh mujeres catalanas! ¡Oh mujeres de nuestra tierra! ¡Nuestras amas de casa rurales! ¡Las valerosas y audaces mujeres cristianas! Merecen nuestra mayor admiración y nuestros más altos elogios por las ayudas que procuraron a sacerdotes, padres de familia y jóvenes perseguidos a causa de su Fe. ¡Se jugaban la vida! Los recogían, los escondían, los alimentaban, les lavaban la ropa, los protegían con audacia y les hacían llegar el pan ázimo para ser consagrado. Era la fortaleza de los mártires.
La mujer catalana constituye una parte muy importante de la Iglesia del silencio. Las familias cristianas rezaban diariamente el santo rosario con las puertas cerradas, impetrando la paz y la libertad. La historia de la Iglesia de las catacumbas demuestra que la Fe de los catalanes era viva y llena de esperanzas.
El 20 de julio de 1936 se implantó en la zona republicana de España, una revolución violenta anarco-marxista que comportó la ruina económica, cultural y social de la sociedad civil y la destrucción inhumana de la religión cristiana. Usurparon y profanaron todos los templos de Cataluña. A partir de aquel momento en Cataluña ya no se pudieron celebrar misas ni actos de culto en ninguna iglesia hasta finales de enero o principios de febrero de 1939 con la entrada de las tropas nacionales, cuando la pseudo-República fue expulsada de España.



Los sociólogos Joan Estruch y Clara Fons han publicado un librito, titulado
¿Quién no conoce en Barcelona a Sor Genoveva Massip? Es una monja, con 87 años de vida, de los cuales ha dedicado 66 a practicar la caridad con una intensidad más allá de lo que estamos acostumbrados. Pertenece en efecto a la congregación de las Hijas de la Caridad, de San Vicente de Paúl. Su casa -y la de los menesterosos- que acuden a las monjas, está en la Barceloneta. Son todos ellos víctimas de exclusión social: los que la sociedad rechaza, sor Genoveva los acoge con amor. No los recoge como hacen otros servicios que no están inspirados en la caridad, sino que los acoge. Y hace que se sientan como en familia. Como si fuesen su verdadera familia. Son personas a las que ya no aguantan en su casa por sufrir trastornos mentales por los que no les internan; son alcohólicos que han convertido su vida en un infierno, y han condenado a él a los que tienen cerca; son enfermos de sida, son expresidiarios, son todos sin excepción gente de la calle, gente sin techo y sin recursos.