[DE] Capítulo 34: Ambón, púlpito y coro con órgano

Púlpito barroco del Gesù en Roma

Ambón y candelabro en S. Clemente

 

El ambón (de αναβαίνειν = subir; llamado también suggestum, analogium, pulpito ) es, en general, una construcción levantada en las iglesias con el fin de dar lugar al que lee, o canta, o predica para que sea mejor entendido por los fieles. Existía ya en las sinagogas y en los coros civiles para uso de los abogados. San Cipriano, a propósito de Roma, alude al ambón de la epístola y del gradual en la basílica de San Clemente, de la que San Celerino de Cartago, confesor de la fe, hace referencia: "Habiendo venido a vosotros todo cubierto con los estigmas gloriosos de la victoria, he creído fuese lo mejor hacerlo subir al púlpito para que desde este lugar eminente, donde será expuesto a la vista de todo el pueblo, él lea el evangelio y los preceptos de Nuestro Señor."

En las iglesias antiguas, cuando el oficio de cantor estaba ligado íntimamente a la liturgia, el ambón estaba constituido por una doble construcción erigida en la nave central inmediatamente delante de las cancelas del altar e incorporado al recinto reservado a la Schola cantorum. El ambón de la derecha, el más alto, al que se accedía por una doble escalinata, era propio del obispo cuando no hablaba desde la cátedra, y del diácono para la lectura del evangelio.

 

Santa Maria en Castel Sant´Elia (Viterbo-Lacio)

San Giovanni Fuoricivitas (Pistoia)

Más tarde se erigió al lado un majestuoso candelabro para el cirio pascual. El de la izquierda estaba dividido en dos planos: en el inferior estaba el cantor del responsorio-gradual; en el superior, el lector de la epístola. Tal era la disposición del ambón clásico de la basílica de San Clemente, en Roma, construido en el siglo V, cuyo tipo fue preferido en Occidente, aunque en las iglesias menores fue frecuentemente reducido a un cuerpo solo y a líneas de mayor simplicidad. Por ejemplo, el ambón de la iglesia de Santa María en Castel Sant´Elia, junto a Nepi (Viterbo-Lacio), construido en el siglo VIII.

Los fines del ambón eran bien ilustrados en los versículos que tenía esculpidos el de la basílica constantiniana de San Pedro, erigido bajo Pelagio II (578-590): Praepositus secundicerius Julianus. Scandite cantantes Domino Dominumque legentes. Ex alto populis verba superna sonent (1). Las iglesias de Oriente, inspirándose en principios estilísticos bizantinos, prefirieron dar al ambón una forma concéntrica según el tipo del erigido en Santa Sofía, que nos ha descrito Pablo Silenciario, imitado más tarde (s.XI) en San Marcos de Venecia.

Después del 1000, las iglesias construidas en Italia continúan dando un realce particular al ambón-coro, que se presenta generalmente como una amplia tribuna cuadrangular puesta al lado del altar, levantado por cuatro o más columnas, que se apoyan sobre el dorso de leones o de otras cariátides. Los rostros son ricos de inscripciones originalísimas, como en el ambón de Lavello, Canosa y Barí, o bien de escenas bíblicas esculpidas en altorrelieve, como en los grandiosos púlpitos de Pisa, Siena y Pistoya. En el centro del parapeto de la pared principal se ponía generalmente un águila que, con las alas extendidas, servía de sostén al libro santo : según la visión del Apocalipsis.

 

Jube de la Madeleine en Troyes

En las iglesias del norte de Europa, durante este periodo (s. XI-XIII) como consecuencia del cambio sufrido por el traslado del Coro desde el ábside al presbiterio y, quizá para tutelar el santuario de los tumultos entre facciones, frecuente en aquellos tiempos, se creó un nuevo elemento arquitectónico, levantado entre el presbiterio y la nave, una alta cerca monumental que los separaba netamente, subdividida en tres o cuatro partes, con una puerta central, a través de la cual se podía contemplar el altar. A la parte superior se accedía por ambos lados del coro y desde allí se leían la epístola y el evangelio, de ahí el nombre de Lectorium o Jube (por la petición de bendición que el diácono hace al preste Jube, domne benedicere ) (2). A este fin, a menudo eran construidos dos ambones en las extremidades de la tribuna. Son éstos los que después de la demolición de los jubes en los s. XV y XVI quedaron en servicio para las dos lecturas de la Misa. La tribuna no era todavía un lugar propicio para la predicación, especialmente en relación con las vastas iglesias medievales. De aquí la necesidad de un púlpito especial, colocado oportunamente en la gran nave; éste comienza a difundirse después de la mitad del siglo XIII con el advenimiento de las órdenes mendicantes.  

Coro del duomo de Florencia

Un coro del duomo de Monza

 

En cuanto a la schola cantorum se refiere, en Italia durante todo el s. XIII permaneció en el coro del ábside o delante del altar. Pero con las exigencias del nuevo arte polifónico y la consiguiente necesidad de un número mayor de cantores, incluso laicos, quizá para aumentar el sentido místico y el efecto del canto, pareció más conveniente trasladarla a pequeños palcos provisionales, de madera, erigidos en el transepto o en cualquier capilla lateral cercana al altar. Fue después, a principio del siglo XV, que se sintió la necesidad de darle un lugar más estable, construyendo coros en forma de tribuna, como la que Donatello y Luca della Robbia construyeron para el Duomo de Florencia, o las dos erigidas sobre columnas del Duomo de Monza, una de ellas más tarde, como en tantos otros lugares, ocupada por el órgano. Más tarde y finalmente, se trasladaron coro y órgano a un solo cuerpo, imponente éste a veces, en el muro de entrada de las iglesias.

NOTAS

  1. Llevad el compás los que cantáis al Señor y los que leéis al Señor. Suenen desde lo alto al pueblo las altísimas palabras.
  2. Sírvete, señor, bendecirme.

    Dom Gregori Maria