No es oro todo lo que reluce. Ni en Barcelona, ni en Tarragona

Es la parroquia de Cristo Rey de Reus una de las más dinámicas y ejemplares de la Archidiócesis de Tarragona. Su párroco Mn. Rafael Serra Abellà, un hombre dinámico y entusiasta, que ayudado de sus vicarios, de muchísimos laicos y de buena religiosas Hermanas de la Consolación o Dominicas de la Presentación está llevando a cabo una tarea pastoral intensa y fructífera.

Mosén Serra es un hombre trabajador y tenaz, de mentalidad abierta y plural, pero fiel a la Iglesia y ortodoxo en lo doctrinal, exigente tanto en la liturgia como en la catequesis, capaz incluso de atender la petición de un grupo de feligreses que con motivo de la fiesta de Cristo Rey, organizaron la celebración de una misa según la forma extraordinaria.

Mn. Serra con dos religiosas de las que colaboran en su parroquia

Pero el hecho de que su parroquia cuente con los mejores locales de todo el arciprestazgo de Reus, esta vez le ha jugado una mala pasada. La responsabilidad directa no recae sobre sí mismo, sino muy especialmente sobre el arcipreste Mn. Creu Saiz Ruiz, y también sobre el Vicario Episcopal Mn. Francisco Jiménez Porcuna.

El pasado jueves día 20 se organizó en ella, por parte del arciprestazgo de Reus, una conferencia a cargo de un sacerdote de Barcelona, el Dr. Jordi Yglesias Cornet, que siendo jefe del Servicio Oncología del Instituto de Oncología Clínica de Barcelona, fue ordenado sacerdote el 15 de octubre de 2006, por nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo Martínez Sistach. En una entrevista concedida en aquellos días, afirmaba ser hijo espiritual de Charles de Foucauld y del impulso ecuménico de Roger Schultz de Taizè , habiendo descubierto la llamada de Dios con el padre Estanislau de Montserrat, congeniando intelectualmente con Jacques y Raïsa Maritain, declarándose al mismo tiempo como un admirador del beato Pere Tarrés, como él médico y posteriormente sacerdote, y según reiteraba, también fuertemente ilusionado con la evangelización de la juventud. Massa tall al tupí! (¡Demasiadas carnes al perol!) Y eso quedó patente en la mencionada conferencia de la semana pasada que llevaba por titulo: “Aquella generación perdida” sobre los cristianos del periodo posconciliar en la década de los 60, 70 e inicio de los 80. Más salvajadas contra la Iglesia Católica ya no se podían decir. La sala parroquial con más de 200 personas estaba abarrotada y lo más triste es que entre los asistentes, como no, se encontraba el Sr. Arcipreste con una nutrida presencia del clero de la ciudad que al acabar la ponencia panfletaria aplaudieron a rabiar a Dr. Jordi.

Lo más suave que Yglesias dijo fue afirmar que San Pedro nunca tenía que haber sido papa por negar a Cristo y en su lugar mejor hubiera sido el apóstol Santiago. Y otra de risa: que Juan Pablo II no estaba preparado para ser Papa. Dejó para otra ocasión la moral sexual matrimonial, la ordenación de las mujeres, lo mal tratadas que están estas en la Iglesia y un montón de sandeces que dan la razón a Benedicto XVI cuando afirma que los enemigos de la Iglesia Católica no sólo están fuera de ella.

Yglesias Cornet, primero vicario de Santa Ana y desde este año vicario de la parroquia de Lourdes de nuestros amigos Cabot y Catá en Pueblo Seco, es uno de los ejemplos vivos de aquel deslumbramiento al punto obsesivo, que Don Ricardo Mª Carles sentía hacia las vocaciones tardías. Obsesión, tan de los años 50 y tan francesa, que les llevaba a enfatizar la belleza de la Iglesia y del sacerdocio, capaz de generar la valentía y renuncia de esos hombres dispuestos a abandonar horizontes profesionales prometedores o consoladores afectos humanos, por el sacerdocio. Pero estos tiempos y estas latitudes soy muy otras. Y las ideas fijas a menudo te acarrean disgustos.

A partir de ese deslumbramiento de Don Ricardo hacia las vocaciones tardías podemos comprender el desencanto hacia los adolescentes vocacionados que acabó embargándole, así como la relegación del trabajo pastoral con ellos a un segundo orden, actitud que provocó el ocaso y la posterior muerte de La Conreria, y con ella, y a la práctica, de nuestro Seminario Menor.

Por ello no nos cansaremos de afirmar, cosa tantas veces hemos hecho, que la historia al final deja claro que no es oro todo lo que reluce. Ni en Barcelona ni en Tarragona.

NOTA DEL DIRECTORIO: Para más información sobre el tema, pueden leer las cartas al Directorio que sobre este tema hemos recibido.

Prudentius de Bárcino