Gran enfado de la Prensa ante la visita del Papa

El martes por la mañana tuvo lugar en una sala habilitada en el edificio del Seminario el encuentro preliminar de la Comisión preparatoria con los medios de comunicación que cubrirán la Visita del Santo Padre. Las informaciones facilitadas por el coordinador P. Enric Puig, y plasmadas en los dos grandes rotativos barceloneses, “El Periodico de Catalunya” y “La Vanguardia” tratan de camuflar el conflicto desencadenado con la Prensa ante el enfado de los medios por las normas establecidas para la acreditación. Si los lectores paran atención, las informaciones logísticas, tanto en lo que se refiere al déficit presupuestario y a los demás detalles del viaje del Papa, hacen referencia únicamente a los particulares de su estancia en Barcelona. Pero al llegar al tema de la acreditación de los medios indica que serán 2.700 los periodistas acreditados entre “Santiago y Barcelona”. Tal manipulación de la noticia oculta la autentica realidad, aquella que ha causado un enfado mayúsculo en todos los medios de comunicación, sin excepción.

Muchos de los periodistas y medios acreditados no podrán cubrir todos los eventos, ya que el “timing” que se ha hecho público no permitirá que una misma persona pueda retransmitir el acto de la mañana, la visita al Niño Dios y la despedida en el Aeropuerto. A modo de ejemplo: los que vayan al Hospital del Niño Dios por la tarde están citados a las 14 horas en las Reales Atarazanas (Drassanes) cuando aún estarán haciendo las retransmisiones en la Sagrada Familia con conexiones directas con los servicios informativos, y lo mismo pasa con la despedida en el Aeropuerto.

Además, se les comunicó que serán muy pocos los periodistas que podrán acceder a las tribunas de Prensa y que será el Arzobispado quien decidirá “qué persona de cada medio retransmitirá cada acto”. Esta decisión ha causado la correspondiente indignación general en todos los medios, que a estas horas aún no saben a qué actos tendrán acceso en las tribunas de Prensa.

Nuestros magníficos informadores nos han facilitado la relación de personas acreditadas:

1º En la Plaza de la Catedral, en la tarde-noche del sábado 6 de noviembre, para la llegada del Santo Padre, 20 periodistas sin ningún tipo de conexiones habilitadas para hacer retrasmisiones.

2º En el interior del templo, el domingo día 7, 100 periodistas mudos, que podrán mirar pero no retrasmitir ningún comentario en directo.

3º En el exterior, 50 periodistas (4 por medio). En tribuna de prensa exterior, 40 periodistas.

4º En la visita al Hospital del Niño Dios: sólo 30 periodistas gráficos.

5º En la despedida del Aeropuerto, 100 periodistas.

Hagan ustedes las cuentas, sumen y resten de los 2.700 de los acreditados en esta visita del Papa entre “Santiago y Barcelona”, y tendrán los resultados.

Y las tribunas de prensa no estarán cubiertas. Si llueve, no está previsto como velar por los equipos técnicos de los medios de comunicación. Los veremos cubiertos de plásticos y los cámaras con chubasqueros como en los años 70.

Además, por si fuera poco, las acreditaciones ya están cerradas y los que en razón del “timing” facilitado no han acreditado suficiente personal para desdoblarse y cubrir los frentes informativos, no podrán añadir más.

Como diría el mediático Quim Monzó: ¿Cuál es el porqué de todo esto? (“Per què de tot plegat?”) La respuesta la podemos tener no sólo en la impronta con la que nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo ha querido marcar esta visita, sino en el talante de lo que ha sido todo su pontificado. Incapaz de convencer, Sistach desea someter a los medios. Incapaz de dialogar con los que no piensan como él y acatan sus determinaciones, sistemáticamente se propone subyugar a los disidentes y represaliarlos.

Sólo hace falta verle actuar en las pocas entrevistas televisivas a las que ya le invitan: agitado, nervioso aunque con la sempiterna sonrisa de plástico en el rostro, moviendo las manos sin parar, habla por los codos, impide que el locutor le haga serenamente las preguntas y suelta el rollo que él desea hacer llegar, modelando y modulando él la entrevista a su antojo, lo que le hace sumamente antipático a cualquier periodista con cara y ojos y cuatro dedos de frente.  

No creo que nuestros lectores necesiten explicación del porqué de este control totalitario de los medios. Sistach que ha querido controlar “manu militari” toda la visita, quiere controlar también la información. No quiere además que la prensa del resto de España comente y juzgue según su libre albedrío. Es la ciénaga informativa catalana. Por eso faculta al P. Puig, coordinador de la visita, para designar las personas de cada medio que le sean adictos. Ningún medio tendrá libertad sin tener la acreditación dispensada por el coordinador. Se requerirá ser incondicional de las consignas de Sistach. Saben que censura no es solo silenciamiento, sino también dictar consignas.

Así se entiende la ausencia de conexiones habilitadas para retransmitir la llegada del Papa al Palacio Arzobispal, el sábado por la noche. Sabe que es un acto que no podrá controlar, a pesar de los curas-escuderos del Opus, colaboracionistas y adictos al régimen sistachiano por unas migajas poder y alguna cuota de presencia. Por eso no quiere imágenes de la “carcundia de derechas” en la Catedral.

Por eso ha reducido el número de jóvenes que podrán entrar en las instalaciones aeroportuarias para la despedida al Santo Padre. Los 1.000 iniciales, al ver la procedencia de las solicitudes, han sido reducidos a 200 y todos pasando por el tamiz y la criba de Mn. Xavier Pagès, el cura-teleco y responsable, entre otros encargos logísticos, de la nueva página web del Arzobispado.

De eso está preocupado nuestro Cardenal. En cambio de lo que hay que preocuparse es de la posible infiltración, según algunas informaciones muy verosímiles, de pro-abortistas y activistas miembros de plataformas de gays, lesbianas y transexuales entre los voluntarios, con la intención de reventar el acto con alguna pancarta en un momento de primer plano. Veremos si el necesario aval de los párrocos para cada voluntario y el previo control policial es suficiente parapeto ante imprevistas acciones reivindicativas de francotiradores ideológicos. ¡Qué cuadro, Señor, qué cuadro! Suerte que la intercesión de algunos amigos que deben estar en el Cielo, como el mismo Gaudí por ejemplo, nos va a obtener la divina protección, porque si confiamos en la humana, se nos presenta más que dudosamente efectiva.

Recemos juntos para que podamos sobrenaturalizar los frutos de esta visita, por encima de las mezquindades y miradas humanas que nos caracterizan.

Y llevemos banderas pontificias. Bañemos de blanco y amarillo, que son los colores que nos unen a todos los católicos de verdad, fieles al Papa, el recorrido del Santo Padre por la Ciudad Condal.

Y no nos dejemos llevar por las veleidades de todos aquellos que durante años hicieron mofa del Papa y de lo que Roma significaba, y ahora veremos pegados al Santo Padre con sotanas filetatas, clergymans “cuello Pío XII” y traje talar con fajín. Siempre ha sido así en la historia de la Iglesia: los que durante lustros soportaron la postergación y la persecución por su fidelidad, al final se ven postergados y anulados mientras los “juramentados” con el poder establecido, en nuestro caso con el progresismo, en el último momento tienen el escaño y el primer plano. Es el “mysterium iniquitatis” de la Iglesia. ¡Que sirva para nuestra santificación!

El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit