Médicos pro-vida, ¿un oxímoron?
El diario El País está en racha. El viernes pasado la moral laica; el lunes el pope de EpC, Goyo para sus amigos, acusaba de prevaricadoras a las comunidades autónomas que protegen el derecho de objeción de conciencia. Dicen las buenas lenguas que los espumarajos que vierte por la boca no se parecen a los de la niña del exorcista, que son más bien una sobredosis de Almax, no se esperaba que dos días después el cardenal Rouco animara a la padres a objetar la asignatura de Educación para la Ciudadanía, ya que «cuanto mayor sea el número de padres que lo hagan, más fácil resulta resolver el problema», y hoy mismo el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía falla de nuevo a favor del derecho de objeción de otra familia.
A lo que íbamos, nuestra querida hoja parroquial laica está escandalizada de que no puedan realizarse abortos en la Sanidad Pública —no, no tiene nada que ver con el diario de Zapatero—, que hay una serie de gente que decidió dedicarse profesionalmente a cuidar la vida de los demás, y los muy canallas, acogiéndose espuriamente a su conciencia reconocen que la vida humana comienza al principio —si, ya sé que es una tontería, una obviedad, si comienza es que es al principio; pues no me lo pregunten a mí, que hay quien dice lo contrario—.
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