Cañizares, Zapatero, Rouco, Roma, la Cope y la señora Remedios
Empezaré diciendo que para mí supuso cierta sorpresa la invitación a La Moncloa por parte de Rodríguez Zapatero al cardenal Cañizares, antes de la partida de éste a Roma. Si algún obispo español, y además cardenal, fue especialmente “activo” en su oposición a la ingeniería social zapateril de la legislatura pasada, ese fue el todavía Primado de España. Los que conocen bien al nuevo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos hablan de su cercanía personal a muchos políticos, tanto del PP como del PSOE, lo cual demuestra que no es tan fiero el león como lo pintan, al menos en el cara a cara. Y eso lo sabe también Zapatero, lo que no quita mérito al detalle que ha tenido con aquel que deja España para ir a la Ciudad Eterna. Si alguno piensa que en este caso se aplica aquello de “a enemigo que huye, puente de plata", está equivocado, porque ni hay enemigo ni hay huida, sino simple cambio de destino.
De entre los análisis que se han hecho sobre el encuentro entre el presidente y el cardenal, algunos podrían ser objeto de estudio en el diván de un psicoanalista. Según ciertos medios de comunicación, la visita suponía todas estas cosas: