16.04.15

¿Nos creemos lo que rezamos en Misa?

En no pocas ocasiones participamos de la Misa, yo el primero, sin poner demasiada atención a lo que dice el sacerdote y a lo que respondemos nosotros. Convertimos la mayor fuente de gracia en un ritual cansino, en el que no ponemos toda el alma. Y sin embargo, es la Santa Misa, la liturgia, el lugar donde todos manifestamos la fe que profesamos, tanto a nivel personal como comunitario.

Vayamos por partes. Tras la antífona de entrada, llega el acto penitencial. Dice el sacerdote:

Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Paremos un momento. ¿Somos conscientes de que no celebraremos dignamente la Misa si no reconocemos nuestra condición pecadora? Incluso aunque por gracia estemos libres de pecado mortal, y salvo que acabemos de confesarnos, es seguro que acarreamos pecados veniales que dificultan nuestra plena comunión con Dios. Y si en ese momento concreto no es así, lo será en muchas otras ocasiones.

A los fieles nos toca confesar lo siguiente:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

¿Y bien? ¿eso lo decimos por decir o porque de verdad lo creemos? No decimos “he cometido algún pecadillo sin importancia“, no. Decimos “he pecado MUCHO” de las diferentes formas en que he podido pecar. Sigue:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

No por la culpa de la esposa, los hijos, la familia, los amigos, las circunstancias sociales, personales o lo que sea. No, pecamos por nuestra culpa. Y no cualquier culpa. Es una GRAN culpa. ¿Por qué es una gran culpa? Porque bien sabemos, o deberíamos saber, que:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito.

1ª Cor 10,13

Por tanto, no hay excusa que valga. No hay culpa ajena. Seguimos diciendo:

Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.

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14.04.15

Defensa de la fe, santificación y misericordia

Suele ser habitual la acusación de fariseos, faltos de caridad, fundamentalistas, etc, contra aquellos católicos, sean seglares, religiosos, sacerdotes u obispos, que tienen la costumbre de defender la fe de la Iglesia tanto en relación a los valores del mundo como de los heterodoxos que pululan por la comunión eclesial.

Si la cosa afecta a cuestiones morales, especialmente las que tienen que ver con la sexualidad, el tono de las acusaciones sube.

Es decir, si hoy a alguien se le ocurre decir esto…

no os mezcléis con quien, llamándose hermano, fuese fornicario, avaro, idólatra, injurioso, borracho o ladrón. Con éstos, ni comer siquiera“.

o esto…

Todo el que se sale de la doctrina de Cristo, y no permanece en ella, no posee a Dios; quien permanece en la doctrina, ése posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no transmite esta doctrina no lo recibáis en casa ni le saludéis; pues quien le saluda se hace cómplice de sus malas obras“.

… inmediatamente será objeto de todo tipo de improperios por parte de aquellos que pretenden ser más misericordiosos que Dios. Lo cierto es que esos textos corresponden a 1ª Cor 5,11 y a 2ª Jn 9-11. 

Si alguien osa decir que aquellos que dicen conocer a Dios pero no guardan sus mandamientos, son simple y llanamente mentirosos, se le mirará con mal gesto, a pesar de no estar diciendo otra cosa que lo que enseña en apóstol San Juan, inspirado por el Espíritu Santo, en 1 Jn 2,4.

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10.04.15

La verdadera naturaleza de la masonería

Hoy hemos sabido que los masones paraguayos quieren ser recibidos por el papa Francisco cuando visite su país del 10 al 12 de julio. Así lo ha manifestado Édgar Sánchez Caballero, serenísimo Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica del Paraguay, quien ha aprovechado la ocasión para soltar loas hacia el Santo Padre y, de paso, afirmar algo que sencilla y llanamente no es cierto. A saber, que se puede ser católico y masón.

La realidad es que pocas cosas hay tan claras en el magisterio pontificio de los últimos siglos como la condena de la masonería. Aunque hay varias encíclicas al respecto, la más importante, siquiera sea por lo bien que explica en qué consiste esa falsa religión y cuál es su verdadero origen, es la Humanum Genus del papa León XIII. Recomiendo vivamente su lectura.

Algunos dirán que ya nada es lo que era y que los masones modernos no son los matacuras de tiempos pasados, sino gente de bien que busca la concordia y la paz mundial. Quienes piensan así deberían ver esta serie de vídeos en los que Javier Paredes entrevista a Alberto Bárcena, uno de los mayores expertos en masonería de España.

Son siete en total, pero créanme que merece la pena verlos todos. 

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8.04.15

Son un insulto a la memoria de San Ignacio de Loyola

El pasado domingo de Resurrección, publicamos un artículo de Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, en el que el obispo se limitaba a recordar que es doctrina católica -y de paso de ortodoxos y protestantes evangélicos (no liberales)- algo tan elemental como que Jesucristo resucitó de verdad y que tal hecho, además de ser un dogma de fe, es historico. Además, arremete contra los que niegan dicha historicidad.

Decía el obispo:

Algunos teólogos, en su intento de conseguir que la fe cristiana esté plenamente integrada en los parámetros de la cultura contemporánea, pretendieron realizar una reinterpretación de la resurrección, de forma que la fe cristiana en la resurrección de Jesucristo no implicase la historicidad del sepulcro vacío, la revivificación del cadáver, ni las apariciones de Jesucristo resucitado a los apóstoles. Todo eso no serían más que construcciones literarias de los evangelios. Para estos autores, la resurrección de Cristo se reduce a la experiencia subjetiva de que Jesús vive dentro de nosotros, y de que inspira nuestra existencia.

Pues hete aquí que el “teólogo” José María Castillo se ha enfadado con el prelado vasco. Y no ha tenido mejor idea que escribir otro artículo diciendo que tal resurrección no es un hecho histórico sino, ojo al dato, meta-histórico. Así lo explica:

El obispo Munilla se ha puesto nervioso porque algunos se atreven a decir que la resurrección de Cristo no es un hecho histórico. Los entendidos en historiografía discuten lo que se debe entender cuando hablamos de un “hecho histórico". Sea cual sea la postura que cada cual adopte en esa discusión, lo que parece que se puede afirmar con seguridad es que un hecho se puede considerar como histórico cuando ese hecho sucede dentro de la historia. Lo que le ocurra (o le pueda ocurrir) a un ser humano después de su muerte, eso ya no está, ni puede estar dentro de la historia, sino más allá de la historia.En tal caso, ya no estamos hablando de lo “histórico", sino de lo “meta-histórico“. Por supuesto, puede haber personas (y las hay en abundancia) que, por sus creencias (religiosas, filosóficas o de otra índole), están persuadidos de que un difunto vive, ya sea en el cielo, junto a Dios, en la eternidad o en alguna otra modalidad que los humanos podemos imaginar o idealizar. Pero, cuando esto sucede, ya no estamos hablando de la historia, sino de lo que trasciende la historia. En otras palabras, una cosa es “lo histórico” y otra cosa es “lo trascendente". Que puede ser “real", pero no es “histórico".

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7.04.15

Lección de un pastor luterano que no se arrodilló ante el nazismo

Dietrich Bonhoeffer no fue un pastor luterano común. No había en él resto del típico cesaropapismo a la occidenal presene en las “iglesias” protestantes nacionales. Cuando gran parte del luternismo alemán le hacía la ola a Hitler y su régimen satánico, él supo mantenerse al margen, siendo uno de los representantes más cualificados de lo que se conocía como “Iglesia” confesante. Ello le valió ser enviado a prisión y finalmente ejecutado poco antes de que el propio Hitler pusiera fin a su miserable vida.

A pesar de ser luterano, tenía una visión de la gracia bastante más cercana a la del catolicismo que a la del lueranismo “oficial”. Se podría decir que, en algunos aspectos, a pesar de que no se libró del todo del liberalismo teológico, Bonhoeffer fue en el luteranismo lo que C.S. Lewis fue en el anglicanismo. No eran católicos -y decir lo contrario es faltar a la verdad- pero en ciertas cuestiones eran bastante más católicos de lo que algunos hijos de la Iglesia -incluso pastores- lo son hoy

En mi post anterior un comentarista nos regaló esta cita suya:

La gracia barata es la gracia como sistema… En esa Iglesia el mundo encuentra un velo barato para cubrir sus pecados, de los que no se arrepiente y de los que no desea liberarse…la gracia barata es la negación de la palabra viva de Dios en la Encarnación del Verbo… la gracia barata es la justificación del pecado y no del pecador. Puesto que se dice que la gracia lo hace todo, las cosas deben quedar como están; el mundo sigue siendo mundo y nosotros seguimos siendo pecadores… que el cristiano viva pues como el mundo, que se asemeje en todo a él y que no procure, bajo pena de caer en la herejía de iluminismo, llevar bajo la gracia una vida diferente de la que se lleva bajo el pecado.

La gracia barata es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica, la Eucaristía sin confesión de los pecados, la encarnación sin confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado.

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